Hillary, Monsanto y mala información

En la revista cibernética 80 grados, acaba de salir un artículo titulado “Hillary y Monsanto ante la coyuntura electoral” de la nutricionista Vilma G. Calderón. Lo que quiero hacer aquí es corregir lo que entiendo que son errores que permean por su artículo y que espero sea una base para un mejor debate y reflexión al respecto. No corregiré todos los errores, porque eso haría nuestra exposición demasiado larga.

Antes de comenzar quisiera aclarar una vez más lo que ya he indicado en el enlace del “Propósito del portal“, ya que la crítica de que uno “está comprado por Monsanto o por la industria” se vuelve común en ciertos diálogos inanes cuando cierto sector no tiene argumentos a su favor.

Declaración de conflicto de intereses

El portal en sí es financiado exclusivamente por el administrador, Pedro M. Rosario Barbosa, cuyo salario proviene principalmente de su labor docente en la Universidad de Puerto Rico en Cayey. Fuera del caso de donaciones que puedan provenir de individuos [y hasta ahora nadie lo ha hecho, este es un portal “recién nacido”], el portal no es financiado de manera alguna por otra entidad o compañía privada de índole alguna. Declaro que no hay conflictos de intereses en cuanto a ninguno de los artículos escritos por el administrador.

Quiero añadir que este escrito es pura iniciativa mía. Nadie de la industria me ha contactado para absolutamente nada.

En lo que estamos de acuerdo

Como independentista no participo en primarias presidenciales. No solo las considero coloniales, sino que ha sido obvio por años que esta es una inversión onerosa para Puerto Rico que después se traduce en la total indiferencia de los presidentes de Estados Unidos a través de los años. No tengo que abundar mucho en este tema, ya que cualquier ojeada a la historia desde el final de la Guerra Fría hasta hoy demuestra a saciedad esta verdad sencilla.

Sin embargo, si pudiera votar en las primarias, también estaría de acuerdo con Calderón en votar por Bernie Sanders y no por Hillary Clinton. Con todas las diferencias que he tenido con el primero, parece estar genuinamente más interesado en el bienestar de Puerto Rico que la Sra. Clinton, quien representa un establishment que siempre ha hecho caso omiso a los intereses de los puertorriqueños.

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El libro Republic, Lost por Lawrence Lessig. Foto de Lessig, cortesía del  Lessig Equal Citizens Exploratory Committee.

También estoy de acuerdo de que hay que acabar con el inversionismo político, que inclina a los políticos en general a favorecer los intereses de la industria y no los del pueblo. Esto ha llevado a unos costos sociales bien altos, especialmente la debacle del mundo financiero en el 2008 y el inversionismo de compañías de combustibles fósiles para fomentar una política pública de negacionismo en torno al cambio climático. Por eso siempre recomendaré la lectura obligada del libro de Lawerence Lessig, Republic, Lost: How Money Corrupts Congress-and a Plan to Stop ItEl inversionismo político, desde donde se quiera ver, es sumamente negativo ya que corrompe el sistema democrático adoptado por un pueblo y lo convierte esencialmente en una oligarquía donde los ricos siempre tienen el mollero y la ventaja. Por tanto, dejo claro que nunca será bueno que Monsanto, Goldman Sachs o Exxon Mobile inviertan políticamente. El pueblo tiene la obligación de activarse y elegir personas que no tengan dichas ataduras corporativas.

En lo que estamos en desacuerdo

Todos tenemos derecho a nuestras opiniones, pero no a “nuestros hechos”. Si vamos a aceptar o denunciar a Monsanto, tiene que ser con base en hechos y muy sólidamente establecido por la historia y por las ciencias en general. Veamos los problemas del artículo en torno a Hillary y Monsanto:

1. Monsanto y Monsanto son dos compañías distintas

Es interesante notar que una de las más grandes fallas de muchos de los grupos antitransgénicos y anti Monsanto es que no hacen una distinción entre dos compañías distintas, una compañía llamada Monsanto y otra llamada con el mismo nombre. La primera creó los PCBs y participó en la fabricación del agente naranja, la segunda se dedica exclusivamente a la agroindustria. Si esto sorprende a los lectores es porque usualmente no están familiarizados con la historia completa de Monsanto.

  1. Se fundó Monsanto en 1901 como una industria química, dedicada a la investigación y creación de químicos. Fue fundado John Francis Queeny cuyo suegro se llamaba Emmanuel Mendes de Monsanto, cuyas operaciones en el siglo XIX y principios del XX estaban en Vieques.  Desde entonces hasta finales de los años 90, Monsanto siguió siendo la misma entidad legal..
    Fue durante este periodo industrial que Monsanto fabricó los llamados PCBs (obtenidos de otra compañía), el DDT y estuvo asociado al Departamento de Defensa de los Estados Unidos para la fabricación del agente naranja y armas nucleares.
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  2. Durante los años 90, Monsanto pasó por unos periodos de transición para vender su producto Nutrasweet y ser una compañía adquirida por Pharmacia & Upjohn, especialmente interesada por la manufactura de Celebrex y otros químicos afines a la industria de la medicina. Por este periodo, Monsanto había dejado de existir.
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  3. No obstante su provecho de la tecnología de Monsanto, Pharmacia no estaba interesada de manera alguna en la agroindustria. En el 2002, terminó de crearse la “nueva Monsanto” que heredó todos los productos químicos y biotecnológicos relacionados con la agroindustria, pero que es legalmente distinta a la “antigua Monsanto”. Mientras tanto, Pfizer adquirió a Pharmacia en el 2003.
Logos de Monsanto

A la izquierda, el logotipo del antiguo Monsanto; a la derecha, el del nuevo.

Las omisiones en torno a la historia de Monsanto, especialmente con el objetivo de demonizarlo, pasa por alto esta distinción entre dos corporaciones distintas, aunque en cierto sentido una sea considerada continuación de la otra.  Malentendidos en torno a la historia de Monsanto ha llevado a varias leyendas urbanas en las redes sociales, entre las cuales se encuentra que Pfizer es dueña de Monsanto.

2. Sobre las sustancias nocivas a la salud y las que no

En cuanto a la antigua Monsanto, no se puede refutar la aserción de que ha producido sustancias de las que se han acusado de ser extremadamente dañinas para la salud. No hablaré de todas las sustancias mencionadas (eso me tomaría más de un artículo en este blog). Sin embargo, veamos algunos de los casos mencionados (y otros no mencionados):

  • La aspirina: Aunque no es mencionada en el artículo que estamos analizando, no quiero dejar este caso inadvertido. Aún si se dijera que no hay “nada santo sobre Monsanto“, debemos señalar que entre las contribuciones a la medicina, manufacturó comercialmente la aspirina, algo que ha salvado millones de vidas alrededor del mundo y podría seguir salvando decenas de miles de vidas al año si no hubiera tanto estigma contra esta sustancia. Pregúntenle a Rosie O’Donnell.
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  • La sacarina: Fue durante los años 20 y 30 que Monsanto elaboró y comercializó a nivel industrial la sacarina, un sustituto del azúcar. Por más que se repita que la sacarina es adversa a la salud, toda la evidencia científica apunta a que no es así. Al contrario, aunque no tenga valor nutricional, si algo ha hecho es mejorar la calidad de vida de aquellos que sufren diabetes es  la sacarina. Su mala fama se debe a que aparentemente causaba indirectamente cáncer de la vegiga a ratas de laboratorio. Sin embargo,  tras investigaciones se sabe que eran animales susceptibles a cáncer de la vegiga con muchas otras sustancias consideradas benignas para los seres humanos (e.g. vitamina C, véase también este estudio y este). Por más que la Internet opine lo contrario, sencillamente no existe ninguna evidencia del supuesto vínculo entre el consumo de sacarina y el cáncer en humanos.
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  • El aspartame: El aspartame ha sido una de las sustancias más injustamente condenadas desde los años 80. Snopes.com hace el recuento del origen de muchas de las leyendas urbanas y que hoy se repiten en las redes de comunicación sin evidencia alguna. Supuestamente, se había establecido una correlación entre el aumento de tumores cerebrales en seres humanos y el consumo de aspartame. Sin embargo, las investigaciones subsiguientes enfatizaron el hecho de que dicho aumento había comenzado a principios de los años 70, cerca de una década antes de la comercialización del aspartame en refrescos de dieta. Además, muchos de los estudios indicaron que la mayoría de estas incidencias cancerosas ocurrieron en personas de edad avanzada, quienes no eran muy fanáticos de refrescos de dieta. Sencillamente los datos estadísticos y de laboratorio han refutado este alegato (véase este estudio, este y este). En el 2005,  la EFSA (la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) llevó a cabo una extensa revisión científica de la literatura publicada en torno al cáncer y el aspartame y encontró que el aspartame sí causa cáncer en ratas, pero no en los seres humanos. Concluyó que no hay evidencia alguna del supuesto vínculo entre el aspartame y el cáncer. Esto es confirmado por la Sociedad Americana del Cáncer.
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  • PCBs: No se puede negar que Monsanto produjo PCBs a grandes escalas. Tampoco se puede negar que los PCBs crearon unos enormes problemas ambientales y de salud durante los años 50, 60 y 70. Sus estragos todavía se sufren hoy día. Por lo tanto, no tengo ningún problema con que muchos hayan demandado a Monsanto (ya que el segundo Monsanto carga la responsabilidad fiscal y legal del primero).
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  • DDT: En cuanto al DDT, la actitud ambientalista contra esta sustancia casi siempre ha sido irracional. Aunque hay evidencia de que hizo daño ambiental en el uso agrícola y cierta leve toxicidad en humanos, se disparó desde los años 50 una campaña de miedo para prohibir el DDT en todas las esferas, aun cuando es muy baja su toxicidad para los seres humanos y a pesar de que salvó y hubiera seguido salvando cientos de miles de vidas, especialmente en cuanto al control de la malaria (véase esta referencia y esta; véase también la perspectiva de la Organización Mundial de la Salud aquí). Esta campaña de terror comenzó con unos alegatos del libro Silent Spring por Rachel Carson, pero que no eran respaldados de manera alguna por ningún estudio científico. En algunos lugares del mundo el DDT erradicó la malaria.  No obstante ello, sí es importante señalar que no se debe descansar exclusivamente en ningún insecticida o abusar de este (sea DDT o cualquier otro) como remedio para lidiar con el problema de la malaria a nivel mundial. La higiene, la limpieza, el acceso a agua limpia y el cuidado de la salud son elementos importantes.
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  • Agente naranja: El agente naranja es una mezcla de dos sustancias, una 2,4-D y la otra 2,4,5-T. Las dos son herbicidas que el Depto. de Defensa estadounidense esperaba que fuera a afectar los bosques en Vietnam con el propósito de poder ver mejor a las fuerzas enemigas y afectar sus cultivos. Sin embargo, los estragos del agente naranja son harto conocidos. Esto se debió en gran medida a un contaminante (TCDD) que estaba presente junto a los otros dos herbicidas. De hecho, desde 1952, la antigua Monsanto había advertido al Departamento de Defensa mediante memorandos que el agente naranja estaba contaminado con la dioxina y que podría afectar adversamente la salud de seres humanos. En 1963, la armada estadounidense también descubrió que 2,4,5-T tiene el efecto de producir cloracné (Schuck 1987, 17). Más tarde, la Sociedad Americana del Cáncer dejó saber al público que, tras varios estudios al respecto, el compuesto 2,4,5-T también era cancerígeno, lo cual podía explicar la emergencia de cáncer en las víctimas del agente naranja. La antigua Monsanto tuvo que pagar fuera de los tribunales, aunque no se responsabilizaba de la manera en que el Departamento de Defensa utilizó el agente naranja. En este último punto, Monsanto estaba equivocado.
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  • 2,4-D: Del agente naranja, el único componente que se sigue utilizando continuamente como herbicida es el 2,4-D. La razón de ello es que su nivel de toxicidad es muy bajo y su impacto en la salud humana y en el medio ambiente es limitado. Hoy día la comunidad científica se halla dividida en torno a si es cancerígeno o no, aunque la mayoría se inclina a que no. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), una rama de la Organización Mundial de la Salud) ha clasificado el 2,4-D como “posiblemente cancerígeno (2B)” debido a que cuando se tienen en cuenta a más de setenta años de estudios hay una escasísima evidencia de que es carcinógeno. La Agencia de Protección Ambiental federal (EPA), la EFSA y otras agencias reguladoras de otros gobiernos del mundo están en desacuerdo con la IARC en este aspecto. Siempre se quiere demonizar al 2,4-D por haberse utilizado como componente del agente naranja, pero por sí sola esta sustancia es relativamente inocua.
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  • El glifosato: De todas los herbicidas elaborados por Monsanto y por cualquier otra organización, tal vez esta sea la más inocua que hay en el mercado, pero irónicamente la más demonizada.  Este producto se comercializa mucho por Monsanto bajo la marca de Roundup® del cual el glifosato es uno de los componentes. No voy a entrar en todo el historial de demonización (eso es una serie de artículos aparte), sino que me limitaré a lo que dice Calderón en su artículo: que la IARC lo ha considerado “probable cancerígeno (2A)”.
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    • En primer lugar, hay que señalar que como la patente sobre el glifosato expiró en el 2000, Monsanto no es el único que se lucra con él, sino que Bayer también lo utilizaba, así como SyngentaDuPont y Dow. Así que ya señalar a Monsanto como la única que comercia glifosato es un error. Calderón no lo ha alegado así, pero quiero mantener claro ese punto.
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    • En segundo lugar, debemos mencionar el hecho de que en cuanto a este asunto la credibilidad del IARC está en serios problemas, porque el consenso de la comunidad científica es que no hay ninguna relación entre el glifosato ni las incidencias de cáncer.  Es más, la IARC está ahora embarrada, casi a nivel de escándalo, por varias razones:
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      1. Porque han salido a la luz pública los serios defectos de la evidencia presentada en su monografía para catalogar al glifosato como 2A.

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      2. Porque la IARC ignoró (¿a propósito?) una de las revisiones científicas más abarcadoras en torno al glifosato a nivel mundial llevada a cabo por el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos de Alemania. Esto es inexplicable si el IARC solamente quería tener en cuenta revisiones científicas recientes hechas por gobiernos y exclusivamente financiadas con fondos públicos. El Instituto protestó la decisión del IARC al catalogar al glifosato como probable cancerígeno 2A.
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      3. Porque también ha salido a la luz pública que aquellos que tuvieron el poder de hacer la decisión estaban ideológicamente comprometidos con causas antitransgénicas y anti Monsanto. A la gente se le olvida que el conflicto de intereses ideológicos es tan serio como el económico.
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      4. Contrario a lo dicho por Calderón, la Organización Mundial de la Salud no comparte la posición de su rama, la IARC. Ya han salido declaraciones de la OMS y de la FAO (Organización de las Naciones Unidas de Alimentos y Agricultura) y han concluido que el glifosato no es cancerígeno.

En cuanto a este último tema, quisiera decir también que Calderón usa como referente una lista de artículos. Inicialmente pensaba que eran metaanálisis o revisiones científicas en torno a la toxicidad del glifosato en la que se alega constituyen “estudios independientes”. Cuando reviso el primer enlace, lo que veo es una antología en torno a la toxicidad del glifosato y de pesticidas, no un metaanálisis o un estudio crítico de estas fuentes. Lo señalo porque mientras miraba el listado de la antología, me di cuenta que se incluyeron varios artículos que aparecen en revistas predatorias y desprestigiadas (e.g. OMICS, Scientific Research, Academic Research Journals), otras que rayan en predación y que están incluidas en PubMed, pero todavía los científicos las ven como desprestigiadas (e.g. MDPI), otros artículos son preliminares (e.g. Savitz et al., 1997 de la lista) y que han sido debidamente refutados mediante metaanálisis o revisiones científicas más sólidas (e.g. este estudio independiente y este independiente), algunos de los artículos aparentemente tienen un vínculo falso o han sido removidos (e.g. Mesnage et al. 2012b), entre otros problemas. Es obvio que el autor de la antología no evaluó la calidad de  los estudios que incluyó.

En cuanto al segundo enlace que nos provee Calderón, su fuente proviende de GreenMedInfo, una organización “procáncer”, antivacunas, antimedicina, anti … de todo lo que sea convencional. El trabajo en sí parece una actividad de minar datos y selección conveniente de estudios individuales de tal manera que el glifosato luzca mal, sin evaluación cualitativa alguna del contexto de la literatura científica en que los datos y estudios aparecen. La mayoría involucran ratas, experimentos con embriones, placentas, etc. Muchos de estos estudios han sido criticados porque no tienen en cuenta la fisiología de las ratas (algunas que están ya predispuestas a tumores) o no tienen en cuenta el consumo realista de glifosato en el ser humano y otros organismos vivos.

En cuanto al tercer enlace se dirige a una revista de mala reputación (The Journal of Organic Systems) apoyado por la industria orgánica, no está debidamente arbitrada, por lo que no está incluida en PubMed. El artículo no es un estudio independiente, ya que algunos de los autores participan de manera directa de la industria orgánica. El artículo per se también es cuestionable. Se establece una variedad de correlaciones entre el aumento de soya y maíz genéticamente modificado con diferentes enfermedades contemporáneas, viéndolas desde un punto de vista puramente numérico, sin cualificar ninguna. Por ejemplo, establece una correlación entre el aumento de producción de soya y maíz transgénicos con el aumento del autismo (p. 27). Sin embargo, a los autores del estudio se les olvida que hay estudios sólidos más recientes que indican que el aumento de niveles de autismo se debe a una ilusión estadística causada por una reclasificación de enfermedades mentales (véase esta página, este artículo y este). Correlación no es causación y sin la evaluación cualitativa adecuada, este estudio es inútil. Es más, personalmente considero que es fundamentalmente reciclado del estudio de Stephanie Seneff que ha sido muy criticado, especialmente por muchos que están en contra de Monsanto (e.g. esta periodista del Huffington Post).

3. Sobre el tribunal de embuste

Calderón también menciona el hecho de que Monsanto va a ser juzgado por crímenes contra la humanidad en un tribunal de la Haya. Solamente que se le olvidó decir que no es en el Tribunal de la Haya, sino en un tribunal que van a hacer activistas anti Monsanto. Sin menor esfuerzo mental o creerme psíquico, creo que Monsanto va a salir culpable. No por que realmente haya sido criminal, sino porque se contarán testimonios (evidencia anecdótica), estará en el calor antitransgénico, no habrá abogado o abogada de defensa para Monsanto, etc. Es un truco publicitario que no va más allá del puro teatro y que no tiene nada que ver con la realidad. De esa manera pueden decir “Monsanto salió culpable en un tribunal de la Haya.” ¡Por favor!

4. Sobre los documentales

Con un toque de emoción se nos habla de documentales como evidencia de que Monsanto es malo y perverso. Creo que he visto todos (El mundo según Monsanto, GMO OMG, etc.) y ninguno me ha impresionado. El problema con los documentales es que, aun los mejores, tienen el defecto de estar sesgados a un punto de vista sin darle suficiente tiempo al oponente para que argumente su punto. Como resultado, se obtendrá en el mejor de los casos evidencia anecdótica decontextualizada de los demás datos científicos a los que el público no tiene acceso cuando está viéndolo. Los documentales son altamente selectivos y utilizan recursos visuales y retóricos para persuadir al público a una opinión particular.

Por tanto, los documentales no son de fiar si no están respaldados por la mejor evidencia científica.

5. La capacidad de limpieza no es criterio de toxicidad

Calderón repite ciertas aserciones que también las he escuchado de boca de la Senadora del PIP, María de Lourdes Santiago, dice así:

El glifosato es tan tóxico que originalmente se quería utilizar para limpieza de tuberías.

Confieso que no soy experto en toxicología, pero voy a apostar a que el criterio de limpieza no es uno que se tenga en cuenta a la hora de determinar toxicidad. El agua es útil para limpiar, pero es inocuo en las cantidades que lo ingerimos todos los días. Por otro lado, si bebemos aceite de carro o mercurio nos intoxicaremos bastante rápido, sin embargo ni el aceite de carro ni el mercurio son útiles para limpiar (hasta donde sé).

Lo único que determina la toxicidad de una sustancia es la dosis que se ingiere que desemboque en la muerte de un organismo. Por ahora, el estándar es LD50, es decir, cuánta dosis consumirían los animales de laboratorio para sea letal para el 50% de ellos. Mientras menor sea la dosis de LD50, más tóxica es la sustancia.

¿Cuán tóxico es el glifosato? Responderemos de la siguiente manera: El boricua promedio se levanta todos los días para beber café, que contiene un insecticida –la cafeína–, porque nos despierta y nos alegra cada mañana. Como buen puertorriqueño no he renunciado a ese ritual solamente porque la cafeína sea insecticida o que el ácido caféico sea cancerígeno (según el IARC, es categoría 2B …  ¿deberíamos prohibir el café?)

¿Cuál es el LD50 de la cafeína? En el caso de las ratas, 192 mg/kg. ¿Cuál es el nivel de toxicidad del glifosato? En el caso de las ratas, 5,600 mg/kg. Es decir, necesitamos ingerir 29 veces más glifosato para lograr el equivalente de la dosis letal de la cafeína. Es más, han habido individuos que se han tratado de suicidar ingiriendo glifosato y la mayoría ha sobrevivido.

Conclusión

Hemos establecido que hay errores en el artículo de Hillary y Monsanto publicado en 80 grados. Aunque a Monsanto se le pueda denunciar por abusos corporativos en el pasado y en el presente, esta compañía está muy lejos de ser el monstruo de siete cabezas y diez cuernos que quiere liquidar a la humanidad con glifosato y aspartame. De hecho, al lado de otras compañías (e.g. Nestlé, Exxon Mobile, entre otros), Monsanto es uno de los menos malos en relación con la salud humana y el medio ambiente. Demonizar a esa corporación nos distrae de ciertas discusiones que deberíamos tener en cuanto a diversos problemas ecológicos y los agrícolas. La demonización de los transgénicos en general sin discriminación alguna podría incluso atrasar medios efectivos para combatir el problema del hambre del mundo, la desnutrición y el cambio climático.

¿Qué hay de todo lo relacionado con la ley de rotulación considerado por el Congreso? Eso será tema para otra ocasión.

Con todo y los reparos al artículo, sí estamos fundamentalmente de acuerdo de que debemos elegir políticos que no se dejen sobornar por las grandes corporaciones y poner las restricciones debidas para evitar sus abusos.

Referencias

Schuck, Peter. 1987. Agent Orange on Trial: Mass Toxic Disasters in the Courts. Cambridge: The Belknap Press of Harvard University Press.