Advertencia a estudiantes de ciencias sobre revistas predatorias

El problema

Hace algún tiempo, en mi curso de Introducción a Filosofía que imparto, una estudiante de ciencias naturales objetaba a una aserción que yo había hecho en torno a un tema controversial. Le dije que tenía que tener mucho cuidado, porque su información parecía estar basada en unas que había visto en “revistas predatorias“. Ella se quedó un poco pasmada por mi respuesta y yo medio espantado de que ella no supiera de la existencia de revistas predatorias. De hecho, uno se sorprende de la cantidad de científicos en la academia puertorriqueña y fuera de ella que no tienen idea alguna de estos asuntos.

El término “revista académica predatoria” (predatory journal) fue acuñado por Jeffrey Beall, un bibliotecario en la Universidad de Colorado, Denver, para referirse a un puñado de editoriales y revistas académicas de libre acceso que sostienen ciertas prácticas cuestionables, tales como:

  • Emails no solicitados que ofrecen servicios o invitan a foros (spam)
  • Bajísima o ninguna calidad de arbitraje por pares (peer review)
  • Engaños en relación con publicar al autor de algún artículo para después cobrarle un dinero bastante sustancial (puede ir de $2,500 a $3,500 por un solo artículo).
  • Manipulación de sus datos de impacto.
  • Reclaman tener un número cuantioso de revistas académicas aunque una muy buena parte de ellas no haya publicado un solo artículo académico.
  • Malas prácticas editoriales: fotografías o imágenes pirateadas, reproducción ilegal de otros artículos publicados en otras revistas, publicación de material plagiado, falsos reclamos de asistencia de ciertos científicos reconocidos, entre otras.

Para una descripción más completa de revistas predatorias, véase el documento más reciente de Beall al respecto.

Jeffrey_Beall

Jeffrey Beall

Quiero hacer una aclaración en relación con Beall. Su posición personal es que las publicaciones de acceso abierto (open access publishing) se mueve más por ideología que por consideraciones costo efectivas. Para él, las publicaciones de acceso abierto son un asunto económico y, a la misma vez, exacerba otros tipos de problemas: plagio, reproducción ilegal, entre otros. No comparto esta apreciación de Beall y me parece que el acceso abierto debe existir para garantizar que el ambiente científico se mantenga como sociedad abierta, que el público tenga acceso a los estudios más importantes y no esconder todo detrás de un muro de pago. De hecho, el asunto del plagio es mucho más notable cuando está detrás de un muro que cuando el estudio original se puede accesar. No obstante mi diferencia con Beall al respecto, sí reconozco que su labor fiscalizadora de falsas revistas de acceso abierto ha sido una enorme aportación a la academia. Así mismo se ha reconocido en todos los círculos académicos de las ciencias. Su labor ha sido tan efectiva que, muy desgraciadamente, se ha convertido en objetivo de ataques de ciertas personas cuyos intereses se hallan afectados por la famosa lista de editores y revistas predatorias de Beall. Muy a pesar de esas objeciones, la revista Science (de la AAAS) llevó a cabo un operativo en el que sometió un falso artículo a varias revistas sospechosas de pobre arbitraje. Una gran mayoría de las que publicaron el artículo en cuestión se hallaban en la lista de Beall.

No tener en cuenta este tipo de información puede llevar a varios problemas, muy especialmente para estudiantes de ciencias puertorriqueños que desean destacarse en la comunidad científica. En junio del año pasado, salió en El Nuevo Día una noticia que debe regocijar a los puertorriqueños: Boricua en Harvard descubre potencial amenaza a la salud pública. En esta, se afirma que la científica y doctora puertorriqueña Adiari Vázquez Rodríguez

hizo un importante descubrimiento en el campo de la contaminación ambiental, durante una investigación que lideró y en la cual se encontró que el mercurio en forma mineral, que antes se consideraba inocuo, puede ser una amenaza a la salud pública.

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Logotipo de acceso abierto.

Antes de proceder, quiero dejar claro que nada de mis aserciones debe interpretarse de manera alguna como un ataque a la Dra. Vázquez Rodríguez ni su investigación. Al contrario, confío que su estudio fue bien hecho y logrado, ya que tiene importantes credenciales a su favor: ella es graduada de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Harvard y su estudio ambiental fue financiado por la National Science Foundation, ambas organizaciones de muy buena reputación internacional.

Entonces, ¿cuál es el problema? Aunque lo que voy a decir no daña en lo mínimo el reconocimiento bien ganado de la Dra. Vázquez Rodríguez, sí se levanta una seria preocupación cuando nos percatamos de que publicó su estudio en una revista de la editorial Frontiers Media, cuyo prestigio se ha puesto en duda por la comunidad científica y ha sido incluida en la lista de Beall como una potencial, posible o probable editorial predatoria.

Aparentemente Frontiers ha tenido un penoso historial, aun durante la época en que estuvo asociada a la revista Nature. De hecho, esta última se disoció a la larga y publicó un artículo en relación con los problemas de Frontiers. En un momento dado, ciertos académicos y científicos involucrados en el arbitraje de los artículos enviados a sus revistas escribieron un manifiesto como un acto de protesta contra los esfuerzos de la editorial para que aprobaran artículos de poca calidad a pesar de sus objeciones. Entre los escándalos de publicación de Frontiers se hallan unos artículos de negacionismo de cambio climático y de conspiracionismo. También publicó un artículo de negacionismo en torno al SIDA. En otro caso, fue criticado por publicar un artículo en torno a una supuesta cerrazón de la comunidad científica a ideas nuevas. A pesar de ello, hay que recalcar que Frontiers parece tomar en serio las críticas lanzadas hacia esta y puede ser que esté intentando mejorar su credibilidad. Por ahora, forma parte del Comité de Ética de Pueblicaciones (COPE por sus siglas en inglés) y del Directorio de Revistas de Libre Acceso (DOAJ por sus siglas en inglés). COPE ha sido también criticado por sus estándares de membresía. No obstante ello, El Nuevo Día declara sin el menor reparo:

Frontiers es una de las editoras de acceso abierto con mayor crecimiento. Es apoyada por sobre 160,000 investigadores líderes en su campo alrededor del mundo, ha publicado más de 25,000 artículos evaluados por otros expertos en 50 revistas, que reciben 6 millones de visitas por mes.

He visto cuan poco se ha orientado a muchos de los estudiantes de ciencias naturales y de medicina en torno a la existencia de revistas desprestigiadas y, mucho menos, revistas predatorias. Es más, conozco a algunos colegas en las áreas de ciencias naturales que ni tienen idea de que existen. Dado este hecho, no debe sorprender que reporteros de El Nuevo Día no conozcan de este nuevo género de revistas “académicas” para verificar la información correspondiente.

Consejos para estudiantes y científicos

Obviamente, la aparición de la Internet y de las licencias de Creative Commons ha posibilitado la existencia de estas revistas predatorias (la inmensa mayoría fraudulentas) y de muy baja reputación. He aquí mis consejos al respecto:

  • Si van a publicar en alguna revista arbitrada de acceso libre, primero verifiquen con el DOAJ y contrasten su lista con la de Beall. La mayoría de las revistas de acceso abierto que no se encuentran en la lista de Beall podrían ser de una mayor confianza.
  • Publiquen en revistas arbitradas de acceso abierto que se conocen por su buena reputación (e.g. PLoS ONE).
  • Estén pendientes a los problemas más recientes de revistas arbitradas suscribiéndose a prensa digital familiarizada con el tema. Mis fuentes más importantes al respecto son:

Si no quieren buscar en una revista de acceso abierto, busquen aquellas incluidas en una “lista blanca”.  No está mal publicar en una revista de bajo impacto, siempre y cuando tenga un buen equipo editorial y unos buenos árbitros de artículos. Tengan en cuenta que estas listas también tienen defectos. Recomiendo la lista blanca de Cabell.