¿Fue el Éxodo un acontecimiento histórico? – 2

Josué pasando por el Río Jordán
Josué pasando por el Río Jordán con el Arca de la Alianza (1800)- Imagen pintada con óleo por Benjamin West. Cortesía de la Galería de Arte de Nueva Gales del Sur.

Partes de la serie: 1

Las dudas en torno al acontecimiento del Éxodo no son nuevas en absoluto. De hecho, un poco de sentido común sin apelar a la arqueología hubiera sido suficiente para darse cuenta de que un Éxodo masivo de Egipto a la Tierra Prometida durante un periodo de cuarenta años hubiera sido imposible. Como casi siempre ocurre, aquellos que descubren esto son creyentes, a veces los mismos miembros del clero.

Tomemos, por ejemplo, la cifra de la población que escapó de Egipto y que acompañó a Moisés según el libro de Números: 603,550 varones, sin contar mujeres y niños. (Números 2:32) Si suponemos más o menos que en promedio cada varón tenía una esposa, y cada pareja tenía más de un hijo o hija, eso nos daría casi un número aproximado de 2.5 a 3 millones de personas. (Dever, Who Were 19) Según ciertos expertos, este número es muy problemático. Algunos han dicho que si ese hubiera sido el número de los hebreos que escaparon de Egipto, cuando los de la primera fila llegaran al Sinaí, probablemente los de la última estarían todavía saliendo de ese imperio. Otro problema peliagudo es el hecho mencionado por el obispo John William Colenso, que si tal número de personas hubiera pasado décadas en el Sinaí y años en Kadesh-barnea, el depósito de sus excrementos hubiera sido suficiente para hacer fértil esa parte del desierto. Es más, podemos sumar los problemas logísticos que eso conllevaba, desde la población llevar consigo 200,000 tiendas para acampar o el enorme problema de proveer alimento para el ganado durante el viaje en el desierto. (Colenso; Friedman, Exodus cap. 2)

La cosa empeora mucho más en el ámbito de la arqueología. No solo no se ha podido encontrar evidencia alguna de un Éxodo masivo, sino de algún tipo de éxodo minúsculo que se relacione con el identificado como el que nos relata la Biblia. Una revisión de los esfuerzos arqueológicos en el Sinaí de los lugares donde probablemente pudo haber pasado este grupo de personas han sido fútiles. Es harto sabido que los más eminentes arqueólogos del Antiguo Israel, William Dever e Israel Finkelstein, no son exactamente los mejores amigos del mundo. Sin embargo, en relación con este tema, están muy de acuerdo (recordemos que el Éxodo debió haberse dado durante el reinado de Ramsés II, en el siglo XIII a.e.c.):

… except for the Egyptian forts along the northern coast, not a single campsite or sign of occupation from the time of Ramesses II and his immediate predecessors and successors has ever been identified in Sinai. And it has not been for the lack of trying. Repeated archaeological surveys in all regions of the peninsula, including the mountainous area around the traditional site of Mount Sinai, near Saint Catherine’s Monastery … have yielded only negative evidence: not a single shred, no structure, not a single house, no trace of an ancient encampment. One may argue that a relatively small band of wandering Israelites cannot be expected to leave material remains behind. But modern archaeological techniques are quite capable of tracing even the very meager remains of hunter-gatherers and pastoral nomads all over the world. Indeed, the archaeological record from the Sinai peninsula discloses evidence for pastoral activity in such eras as the third millennium BCE and the Hellenistic and Byzantine periods. There is simply no such evidence at the supposed time of the Exodus in the thirteenth century BCE.

The conclusion—that the Exodus did not happen at the time and in the manner described in the Bible—seems irrefutable when we examine the evidence at specific sites where the children of Israel were said to have camped for extended periods during their wandering in the desert (Numbers 33) and where some archaeological indication—if present—would almost certainly be found.

Finkelstein y Silberman cap. 2, mi énfasis.

… it is the archaeological data that we shall consider primary … Here the extrabiblical data are minimal or nonexistent. There is no reference whatsoever in Egyptian texts to any of the events described in the biblical texts. Needless to say, neither is there any rationalization or archaeological evidence to account for the miraculous happenings in the stories.

Of the dozens of sites listed for the Sinai wanderings in Numbers, only one or two can be positively be identified or have been excavated. Tell el-Borg, in the Delta on the Pelusiac branch of the Nile, may well be biblical Migdol to judge from recent excavations. At the other end of the journey, biblical Kadesh-barnea is no doubt to be located at the oasis of ‛Ain el-Qudeirat, in the eastern Sinai, where the nearby site of ‛Ain Qudeis still preserves the name. Israeli excavations there revealed a fortress of the tenth-seventh century, when the place may have become a pilgrim site. Recent reexamination of the unpublished pottery, however, shows that there is some Iron I pottery (ca. twelfth-eleventh century) but not thirteenth-century material.

Dever, Beyond the Texts 120-121, mi énfasis.

Los sucesos “milagrosos”

Colección del Maná
Colección del maná, pintura de Palma il Giovane, que se encuentra en la iglesia San Giacomo dall’Orio (Venecia).

Ciertos eventos prodigiosos han intentado explicarse mediante una especie de “naturalización de los milagros”, es decir, intentando explicar los milagros desde las ciencias naturales. Por ejemplo, ¿cómo se alimentaban los israelitas? Según el Pentateuco, ellos se alimentaban gracias al paso de abundantes codornices y el maná. (Éxodo 16; Nümeros 11:1-8) No solo eso, sino que se quería explicar el fenómeno de la guía del pueblo israelita por el desierto de día por parte de una nube y, de noche, una columna de fuego.

Como en todo, esto ha sido una fuente de controversia y debate, especialmente cuando se desea ver en estos relatos un vestigio histórico de un Éxodo masivo y se intentan explicar estos prodigios como fenómenos naturales. Por ejemplo, en cuanto a “la nube” y la “columna de fuego”, se quería ver en esto un vestigio del acontecimiento de la explosión de un volcán en la isla de Santorini. El problema es que ese acontecimiento ocurrió en 1645 a.e.c., tres a cuatro siglos antes del llamado “Éxodo”. (Dever, Who Were 21)

Con otros esfuerzos de localizar los acontecimientos de las codornices o del maná, se ha sugerido que se trata de una sustancia resinosa. De acuerdo con el Éxodo:

Acaeció en efecto, que a la tarde subieron las codornices y cubrieron el campamente, y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campo. Evaporada la capa de rocío, he aquí había sobre la superficie del desierto una cosa delgada a modo de escamas, delgada como la escarcha sobre la tierra. Cuando lo vieron los hijos de Israel, dijéronse unos a otros: “¿Qué es?” (man-hu’). Pues no sabían lo que era, Moisés les dijo: “Es el pan que os ha dado Yahveh para alimento.”

Éxodo 16:13-15, cf. Números 11:9

El libro de Números nos da otro detalle describiendo la sustancia como un bdellium. (Números 11:7)

Bdellium
Resina de bdellium. Fotografía cortesía de Jacopo188, de Wikimedia Commons. (CC-BY-SA 3.0 Unported).

Como vimos, también el maná se compara como una “escarcha sobre la tierra”. Tenemos informaciones dispares. ¿Qué es el maná? Se han hecho varias propuestas, pero ninguna parece ser definitiva. No solo se incluye algo parecido al bdellium, sino también el mennu egipcio (un tipo de semilla), entre otros. Dependiendo de la propuesta, se han sugerido asentamientos hebreos en un lugar u otro del desierto del Sinaí.

Hay varios problemas con todas estas aproximaciones. El primero más significativo es que, una vez más, no hay evidencia alguna de un Éxodo masivo en la península, ni tan siquiera de un éxodo de menor número en el Sinaí o algunas áreas adyacentes que el Pentateuco considera como significativas. Si hubo asentamientos en esos lugares, los arqueólogos han sido incapaces de encontrar la menor evidencia de ello.

El segundo problema es que muchos de estos textos fueron escritos siglos después de los supuestos acontecimientos. Como veremos en futuras postales de esta serie, los relatos del Pentateuco no fueron compuestos de una misma fuente narrativa, sino de varias, que se originaron en diversas épocas. Las tradiciones más tempranas (como la tradición yahvista) contiene muy pocos prodigios o de menor nivel. En cambio, la sacerdotal, que es considerada como la más tardía, tiene prodigios mucho más grandes, de mayor impacto imaginativo y visual. Esto sigue el patrón de que mientras más tardía se origine una tradición, usualmente mayores (¡y de mayor grado de majestad!) son los milagros y prodigios que se atribuyen haber ocurrido siglos antes. Da la mera casualidad que las fuentes que hablan de columnas de fuego o de nubes como guías del pueblo de Israel corresponden a la tradición más tardía, cuya presentación del poder ilimitado del divino de Yahveh es una característica típica de dicha fuente. La fuente considerada por muchos eruditos la más temprana, la fuente yahvista, habla de cómo un viento secó las aguas del Mar de las Cañas, pero la más tardía, la fuente sacerdotal, habla de la famosa división de las aguas en dos, creando dos paredes del mar a ambos lados de los israelitas cuando cruzaban. Esto explica por qué estos prodigios son tan fantásticos. (Éxodo 14:21b – trad. yahvista vs. Éxodo 14:19-21a,21c-22 – trad. sacerdotal) La búsqueda de una explicación naturalista de estos “milagros” usualmente pasa por alto este hecho descubierto por la investigación crítica de la literatura hebrea. (Éxodo 13:21-22; Friedman, The Bible with Sources)

Finalmente, está algo que ha sido mencionado por la crítica bíblica del Nuevo Testamento en numerosas ocasiones y que podemos también aplicar al Pentateuco. Aun cuando se pueda dar alguna explicación naturalista satisfactoria al evento que se quiere explicar o, incluso, aun suponiendo que el prodigio de verdad ha ocurrido, es simplemente imposible para el historiador determinar si de verdad ocurrió. Esto se debe a que el suceso es por esencia improbable y, en algunos casos, hasta imposible desde nuestra perspectiva científica actual.

¿Hubo una conquista de tierra cananea?

Caída de la Muralla de Jericó (1866), grabado de Gustave Doré.

La otra manera con la que se ha intentado corroborar la existencia de un tal Éxodo es mediante la búsqueda de una invasión por parte de fuerzas distintivamente israelitas en tierra cananea durante el siglo XIII a.e.c. Estas hordas lideradas por Josué ya habían llegado a la Tierra Prometida y comenzaron una sanguinaria campaña por conquistarla.

No hay episodio más memorable que cuando Josué invadió a Jericó con la ayuda de Yahveh. (Josué 6) La ciudad estaba protegida por una gran muralla a su alrededor. José y sus huestes le dieron una vuelta a las murallas por seis días. En el séptimo, el ejército israelita paseó alrededor de la edificación siete veces, y comenzó a gritar y a tocar fuertemente las trompetas, llevando a que la muralla de la ciudad fortificada colapsara. ¿Tenemos alguna evidencia de esto? Por mucho tiempo, hasta el siglo XX se pensaba que esta ciudad era legendaria. Sin embargo, arqueológicamente no solo se demostró su existencia, sino también su muralla colapsada.

El lugar se encuentra en Tell es-Sultán, donde el arqueólogo John Garstang descubrió una red de murallas colapsadas con fuerte evidencia de fuego y destrucción. Por supuesto, la conclusión a la que llegó él y muchos otros, especialmente los apologistas, era que la historia de la Batalla de Jericó que aparece en la Biblia quedaba verificada. Solo hay un pequeño problema. Años más adelante, la arqueóloga Katherine Kenyon sofisticó la investigación por estratificación, identificando las épocas en que se habían producido artefactos y vasijas de distintas épocas. Con base en la evidencia que había sido acumulada, Kenyon llegó a la conclusión que dichas murallas habían sido destruidas en el siglo XVI a.e.c., es decir, el siglo anterior a las fechas sugeridas por el Pentateuco y varios siglos antes de la fecha del Éxodo sugerida por los arqueólogos. Hasta hoy, este continúa siendo el consenso de los expertos en arqueología del Antiguo Israel. Para todos los efectos, si hubo un ejército israelita que invadió Jericó, lo encontró sin la muralla. Para empeorar el asunto, no hay señal alguna de invasión en el XIII a.e.c. (Ben-Tor 471-472; Dever, Beyond 64, 152, 185; Finkelstein y Silberman cap. 3; Kenyon, Digging Up; Kenyon, The Bible)

La cosa no mejora con otros lugares de los que se alega fueron atacados por Josué y sus soldados.

Lugares de la conquista de Canaán
Lugares principales de la conquista de Canaán. Basado en el mapa en Filkenstein y Silberman cap. 3 (Figura 9). Modificado por Pedro M. Rosario Barbosa. Razonamiento de uso legítimo (fair use): Cambio de nombre de los lugares a transliteraciones de hebreo antiguo o castellano. No hay equivalente en español.

En el mapa ilustrado tienen algunos (no todos) los territorios principales que han sido identificados por los arqueólogos como los lugares atacados por Moisés o por Josué, según alega la Biblia Hebrea. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos, no hay evidencia alguna de conquista. Tomen los siguientes casos:

  • Négueb (Números 21:1-3; área desértica al sur del territorio palestinense) : Durante el periodo de 1275 y 1208 a.e.c., no experimentó ocupación alguna hasta el siglo X a.e.c.
  • Sijón de Ḥešbón (Números 21:21-32; Ḥešbón): La ciudad no fue ocupada por los israelitas durante 1275 al 1208 a.e.c. Solo fue ocupada durante 1200-1000 a.e.c.
  • Ha‘ay (Josué 7-8): Sus ruinas datan del año 2200 a.e.c.
  • Alianza entre los reyes de Lakiš, Jerusalén, Gabaón y otros (Josué 10): En el área de Lakiš se ha podido identificar un asedio a algunas de estas regiones durante el siglo XII a.e.c. Sin embargo, no se ha podido determinar la identidad de los invasores.
  • Alianza de reyes liderados por Yabín, rey de Ḥaṣor (Josué 11): La ciudad fue destruida durante el siglo XIII a.e.c., pero la evidencia muestra que no parece haber sido por una invasión o conquista.

… Y así por el estilo. De todas las regiones que se han investigado y excavado, la mayoría de ellas parecen haber sido deshabitadas, fueron temporeramente ocupadas o no fueron devastadas para el periodo que nos concierne. Solo cuatro de ellas muestran alguna señal de destrucción del siglo XIII a principios del XII a.e.c., a saber: ’Afeq, Lakiš, Bet-’El y Ḥaṣor. En el caso de las tres primeras, parece que hubo invasiones y destrucción, pero no se puede saber a ciencia cierta la identidad de los destructores. En el caso específico de Ḥaṣor, hay señales de destrucción, pero no son consistentes con una invasión o conquista. Al contrario, la evidencia parece ser más bien consecuente con un modelo que supone un levantamiento del campesinado contra la nobleza y realeza vasalla de Egipto, que habitaba en las altas planicies. (Ben-Tor 91-128, 194-200, 206-208, 472-474; Dever, Beyond the Texts 95–97, 181-247; Finkelstein y Silberman cap. 3)

Para agravar la situación, el Libro de Jueces menciona algunos de estos lugares como cananeos, sin suponer la previa destrucción por parte de Josué y sus huestes. Es más, en algunos casos menciona a los mismos reyes que supuestamente fueron vencidos por Josué. Esta parte de la Biblia Hebrea es más consecuente con la evidencia arqueológica. He aquí algunos ejemplos:

  • Jerusalén (Josué 12:10; Jueces 1:8)
  • Ḥaṣor (Josué 11:10; 12:19; Jueces 4:2)
  • Las regiones de Négueb y Šefelah (Jueces 1)

Conclusiones de estas observaciones arqueológicas

El consenso de los arqueólogos es tan claro como la luz del día: no hubo ningún proceso de conquista de Canaán. Los relatos de un Éxodo masivo, y de las invasiones fuera y dentro de Canaán que nos narran el Pentateuco y el Libro de Josué son todos ficticios.

Pues si ese es el caso, cabe la pregunta, ¿cómo surgió el “Israel” del que habla la Estela de Merneptah?

De eso nos ocuparemos en la próxima entrada de esta serie.

Aquí hay un adelanto: una de las primeras contribuciones de la identidad de este Israel no se le atribuye a Moisés, sino a una mujer.

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Muchas gracias.

Referencias

Ben-Tor, Amnon. La arqueología del Antiguo Israel. Cristiandad, 2004.

Cantera Burgos, Francisco y Manuel Iglesias González. Sagrada Biblia. Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego. Biblioteca de Autores Cristianos, 2019.

Colenso, John William. The Pentateuch and Book of Joshua Critically Examined. Longman, Green, Roberts & Green, 1865. https://archive.org/details/bub_gb_OJ0CAAAAQAAJ.

Dever, William G. Beyond the Texts. An Archaeological Portrait of Ancient Israel and Judah. SBL, 2017.

—. Who Were the Early Israelites and Where Did They Come From. William B. Eerdmans, 2003.

Finkelstein Israel y Neil Asher Silberman. The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts. Ed. Google Books, Simon & Schuster, 2001.

Friedman, Richard Elliott. The Exodus: How It Happened and Why It Matters. Ed. Google Books, HarperOne, 2017.

—. The Bible with Sources Revealed. A New View into the Five Books of Moses Ed. Google Books, HarperOne, 2003.

Kenyon, Kathleen. The Bible and Recent Archaeology. British Museum, 1978.

—. Digging Up Jericho. Praeger, 1957

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  5. Buenas, he estado buscando información acerca de algunas afirmaciones que hace el artículo con respecto a las ciudades relacionadas con la conquista y lo que he podido concluir es que hay información que debe estar en parte desfasada o en parte imprecisa o más bien simplificada. Señalo:

    – El desierto de Negev no estaba despoblado hasta tan tarde como el siglo X a. C. Los primeros asentamientos del sitio datan de hacia el 2000 a. C. por grupos cananeos, amonitas, etc… y desde el siglo XIV a. C. habían visto su economía impulsada por la introducción de la minería de cobre por los egipcios (VER: J. M. Tebes (2008) Centro y periferia en el mundo antiguo: el Negev y sus interacciones con Egipto, Asiria y el Levante en la Edad de Hierro (1200-586 a.C.).

    – De la ciudad de Ḥešbón lo de que no hay evidencias de asentamiento antes del 1200 a. C. se basa en unas excavaciones realizadas en 1968–1976 que llegaron a esa conclusión. Sin embargo, la excavaciones más recientes en el sitio indican periodos de ocupación anteriores. Ver arquí:
    https://madabaplains.org/hisban/excavations/hesban-in-global-history/

    – Respecto a la ciudad de Ḥaṣor resulta deshonesto decir de que la evidencia demuestre que no fue destruida por una invasión. No solo se ha descubierto que dicha ciudad fue destruida en el siglo XIII a. C. como habría que esperar cronológicamente hablando, sino que además se ha verificado que dicha destrucción se hizo por quema tal y como indica el texto bíblico. De hecho, resulta curioso que en el artículo se cite la opinión de Amnon Ben-Tor de 2004 como autoridad para establecer que la destrucción fue provocada por una revuelta interna cuando el mismo arqueólogo acabó cambiando de opinión en 2013 y acabó sosteniendo que sus descubrimientos apuntaban a la destrucción israelita de la ciudad (VER: Ben-tor, Amnon. «Who Destroyed Canaanite Hazor?». BAR.).

    En definitiva, téngase cuidado con realizar afirmaciones de ausencia de evidencia en arqueología cuando descubrimientos posteriores pueden acallar esas demandas. Hay mucho todavía por excavar antes de sacar conclusiones definitivas respecto al asunto de la historicidad de los texto bíblicos.

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    • Hola Alex:

      Usted dice: “El desierto de Negev no estaba despoblado hasta tan tarde como el siglo X a. C.” Sobre Négueb, solo dije dos cosas: que estaba en el desierto y que no experimentó *ocupación* alguna (en el sentido de *ocupación militar*, que de eso es que se trata los libros de Números, Deuteronomio y de Josué) hasta el siglo X a.e.c. Nunca dije que estaba despoblado.

      Usted dice: “De la ciudad de Ḥešbón lo de que no hay evidencias de asentamiento antes del 1200 a. C. se basa en unas excavaciones realizadas en 1968–1976 que llegaron a esa conclusión. Sin embargo, la excavaciones más recientes en el sitio indican periodos de ocupación anteriores.

      He aquí mi alegato, y cito del mismo artículo: “Sijón de Ḥešbón (Números 21:21-32; Ḥešbón): La ciudad no fue ocupada por los israelitas durante 1275 al 1208 a.e.c. Solo fue ocupada durante 1200-1000 a.e.c.” Note que nunca dije que no fue ocupada antes de 1200 a.e.c., dije que no fue ocupada por israelitas durante el periodo que nos incumbe. He aquí lo que la fuente que usted provee dice de este periodo:

      “Polity and Dates: Amorite | Epicenter: Heshbon/Madaba Plains | Written Sources: Num 20:14-21: 30; 33:37-49; Dt 1-3, 29; Luke (1983); Jahn (2007) [Note que cubre el mismo periodo del pasaje bíblico] | Archaeological Sources: Unidentifiable | Hesban Architectural and Ceramic Evidence: Arch. Evidence: None; Ceramic Evidence: None | Hesban Iconographic and Epigraphic Evidence: None

      “Polity and Dates: Hittite / Late Bronze Age | Epicenter: Hattusas | Written Sources: Num 13:29; Josh 1:4; 11:3 [Note una vez más que cubre el mismo periodo bíblico que nos concierne] | Archaeological Sources: Unidentifiable | Hesban Architectural and Ceramic Evidence: Arch. Evidence: None; Ceramic Evidence: None

      Hasta aquí la evidencia arqueológica del periodo que nos concierne, de la Edad de Bronce Tardía (1550-1200 a.e.c.). De acuerdo con la propia fuente que usted proveyó, por ahora, todo lo que dije está en orden. ¿Y cuándo hay una invasión u ocupación cananea del área de acuerdo con su fuente? En el periodo de la Edad de Hierro I-IIB (1200-925 a.e.c.)

      Es más, una de las cosas que hago, especialmente cuando se trata de un tema tan exótico para mí como lo es la arqueología es intentar cotejar lo mejor que pueda con la información que esté lo más al día posible. Por eso, utilicé también el libro de William Dever, Beyond the Texts publicado en el 2017 y cuyos datos estaban más al día. Dice él:

      The biblical texts dealing with the itinerary of the Israelites byond the Sinai, in the Negev and Transjordan, are closer to home. We have already surveyed most of the archaeological sites of the thirteenth-twelfth century there, noting that the principal Israelite victories claimed at Dibon and Hesbon have no archaeological support whatsoever, the sites having been mostly uninhabited in the thirteenth century. Further, if Arad is biblical Hormah, it has no Late Bronze occupation or destruction.

      Almost none of the other sites named in Numbers, Deuteronomy, Joshua, and Judges have been positively identified and excavated. Two possible exceptions would be Deir`Alla (possibly biblical Succoth; not the same as the Succoth in Egypt) and Tall as Sa`idiyeh (possibly Zaphon). At Deir ‘Alla we have a destruction of STratum E circa 1200, followed by a sort of squatter occupation, which could be seen as evidence of an Israelite conquest. Succoth is said to have been given to the tribe of Reuben, but no conquest is mentioned (Joshua 13:27). At Tall as Sa idiyeh, the Late Bronze occupation in Stratum XII ends with a destruction circa 1150, followed by a gap in occupation. Zaphon is also assigned to the tribe of Reuben (Josh 13:27). Tell el- Umeiri has already been discussed, but it cannot be identified with any biblical site. (p. 183)

      De paso aclara Dever que nada de esto significa que no haya habido algún tipo de invasión u ocupación militar que haya pasado inadvertido por la arqueología, pero sí significa que el historiador no tiene evidencia empírica para corroborarlo. Por tanto, en mi caso particular, me dejo llevar por la evidencia disponible. En el caso de Ḥešbón, sería ninguna.

      Usted dice: “Respecto a la ciudad de Ḥaṣor resulta deshonesto decir de que la evidencia demuestre que no fue destruida por una invasión. No solo se ha descubierto que dicha ciudad fue destruida en el siglo XIII a. C. como habría que esperar cronológicamente hablando, sino que además se ha verificado que dicha destrucción se hizo por quema tal y como indica el texto bíblico. De hecho, resulta curioso que en el artículo se cite la opinión de Amnon Ben-Tor de 2004 como autoridad para establecer que la destrucción fue provocada por una revuelta interna cuando el mismo arqueólogo acabó cambiando de opinión en 2013 y acabó sosteniendo que sus descubrimientos apuntaban a la destrucción israelita de la ciudad (VER: Ben-tor, Amnon. «Who Destroyed Canaanite Hazor?». BAR.)

      Lo que yo dije fue lo siguiente: “’Afeq, Lakiš, Bet-’El y Ḥaṣor. En el caso de las tres primeras, parece que hubo invasiones y destrucción, pero no se puede saber a ciencia cierta la identidad de los destructores. En el caso específico de Ḥaṣor, hay señales de destrucción, pero no son consistentes con una invasión o conquista. Al contrario, la evidencia parece ser más bien consecuente con un modelo que supone un levantamiento del campesinado contra la nobleza y realeza vasalla de Egipto, que habitaba en las altas planicies.” Esta es una actitud, a mi juicio, mucho más humilde que la que usted me atribuye. No digo que Ḥaṣor no fue invadido por israelitas en una ocupación. Lo que dije es que no es consistente con una invasión o conquista, sino más bien con un levantamiento interno de las gentes más humildes contra la nobleza de las altas planicies. Note que hablo de modelos. No es un acto de deshonestidad decirlo, más aun cuando menciono mis fuentes para sustentarlo. Solo me baso en lo que dice el consenso de arqueólogos en relación con el tema.

      En cuanto a Amnón Ben-Tor, es una persona que respeto y que ha hecho valiosísimas contribuciones al campo de la arqueología del Levante. Sin embargo, la posición de Ben-Tor no es la de la mayoría de los arqueólogos, quienes ven en los datos otra interpretación. Su razonamiento no es del todo insensato: lo que busca es cualquier otra potencia que se atribuyera la destrucción de Ḥaṣor. Además, cuestiona la interpretación de Zuckerman, En ausencia de reclamo alguno de la destrucción del reino por parte de potencias extranjeras, y el hecho de que el único que reclamaba la destrucción eran los israelitas en las escrituras, entonces lo más probable es que la destrucción fuera de los israelitas. Dada la fragilidad de la credibilidad de Números, Deuteronomio y Josué a la luz de la evidencia arqueológica, la mayoría de los demás arqueólogos son más cautos (con mucha razón). En fin, el consenso casi universal tanto de los arqueólogos como de los críticos de la Biblia Hebrea es que la etnia israelita no provino de una invasión sino que emergió de entre los cananeos.

      Usted dice: “En definitiva, téngase cuidado con realizar afirmaciones de ausencia de evidencia en arqueología cuando descubrimientos posteriores pueden acallar esas demandas. Hay mucho todavía por excavar antes de sacar conclusiones definitivas respecto al asunto de la historicidad de los texto bíblicos..”

      Como usted puede ver, yo tengo sumo cuidado con mis expresiones. Como no soy arqueólogo y menos conozco el asunto demasiado de cerca, estoy propenso a cometer errores. Cuando uno se expresa sobre un campo totalmente ajeno al campo que uno profesa, siempre se puede caer en error. En tales casos, siempre estoy abierto a la crítica hecha de buena fe. Desgraciadamente, ese no es su caso. Usted dice que actúo con “deshonestidad” a la hora de expresarme, aun proveyendo mis fuentes de reputación. Al contrario, es usted quien demuestra que no lee bien, ni el contenido del artículo que escribí ni las fuentes que usted provee. Las puertas del blog están abiertas a que usted critique y (si es pertinente), me corrija. Sin embargo, el blog no está abierto a mala fe. Otro comentario de mala fe de parte suya, y se le cerrará las puertas.

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