¿Fue el Éxodo un acontecimiento histórico? – 5

Partes de la serie: 12, 3, 4

El nombre de “Moisés”

Mujeres encuentran a Moisés en el Río Nilo.
Mujeres encuentran a Moisés en el Río Nilo. Grabado del siglo XVII por Bartolomeo Biscaino. Imagen cortesía del Museo Metropolitano de Arte en Nueva York.

Quisiera comenzar esta reflexión hablando de una figura insigne en la historia de la humanidad. Su madre le concibió en secreto para que nadie supiera de su embarazo y, cuando nació, ella no podía tener a su hijo consigo. Así que formó una canasta donde colocó a su bebé y le dejó flotando río abajo. Él fue recogido de las aguas por una mujer que le crió como si fuera suya propia. Eventualmente, este hombre creció para convertirse en príncipe y, mucho más tarde, llevaría a su propio pueblo a la gloria, a tal nivel que hoy todavía le recordamos y los textos acerca de él continúan estudiándose por expertos en la Antigüedad a nivel mundial. …

… Pero, ¡basta ya de hablar de Sargón de Acad! … el forjador del imperio mesopotámico más importante después del sumerio, el Imperio Acádico. (Rank 12-13; Westenholtz 36-49) ¡Hablemos de Moisés! Para eso es a lo que vinimos.

  • Tableta sobre el nacimiento de Sargón
  • Máscara de Sargón de Acad

El nombre de “Moisés” ha inquietado a los eruditos por siglos. Según el autor que compuso el relato, el nombre se explica de la siguiente manera tras narrarnos cómo un faraón “que no conoció a José” esclavizó a los hebreos y les obligó a construcciones forzosas, además de determinar el exterminio de todos los niños varones:

Un varón de la casa de Leví fue y tomó por esposa a la hija de un levita. La mujer concibió y parió un hijo, y viendo que era hermoso, le tuvo oculto tres meses. Como no pudiese ocultarle por más tiempo, cogió una cesta de papiro, le calafateó con betún y pez, puso en ella al niño y la colocó en el juncal, a la orilla del Nilo. La hermana del infantito apostóse a lo lejos para saber qué le sucedía. Ahora bien, bajo la hija del Faraón a bañarse al Nilo, mientras sus dos doncellas se paseaban por la orilla del río. Ella divisó la cesta en medio del juncal y envió a su sierva para que la cogiese. Abrióla, vio al niño y hete aquí era un infante que lloraba. Compadecióse de él y exclamó:

—¡Uno de los niños de los hebreos es este!

Entonces dijo la hermana de él a la ha de Faraón:

—¿Voy a llamarte a una nodriza de entre las hebreas para que te amamante al niño?

—¡Vete!— le contestó la hija del Faraón.

Fue, pues, la joven y llamó a la madre del niño. Dijole la hija de Faraón:

—Llévate este niño y amamántamelo, y yo te daré tu salario.

La mujer tomó al niño y le amamantó. Cuando el niño hubo crecido, llevóselo a la hija de Faraón, la cual le tuvo como hijo y púsole por nombre Moisés, pues dijo: “¡En verdad, que lo he sacado del agua!”

Éxodo 2:1-10

Para nosotros, los que hablamos español, esta explicación del nombre de Moisés (Mošeh) parecería razonable. Sin embargo, para los estudiosos del antiguo hebreo esto levanta más su ceja escéptica. En primer lugar, el relato tiene un parecido enorme al de lo que las leyendas milenarias dicen que le sucedió a Sargón de Acad después de nacer. Esto nos lleva a pensar que quien sea que haya escrito esta narración, utilizó la idea proveniente de ese mito o uno parecido cuyo motif haya ha sido el ancestro común de ambos. (Davies 1: 171-172) En segundo lugar, este tema del abandono por parte de la madre se repite con varias figuras míticas como Hércules o Edipo en la Antigua Grecia, o con el dios Horus cuando lo escondieron del dios Set. El patrón es muy conocido:

  1. Nace un héroe o el dios en una familia real o noble.
  2. Debido a alguna amenaza, se separa al héroe de su familia y es criado por alguien más, usualmente alguien de una clase inferior.
  3. El héroe recibe algún tipo de información, revelación o dote particular, para regresar de donde huyó y convertirse en jefe o líder en algún sentido. (Rank 13-15; Friedman, The Exodus cap. 4)

En tercer lugar, lo que más choca es el nombre mismo Mošeh. La explicación que nos ofrece el autor del escrito es que se llama Mošeh por haber sido “sacado” (en hebreo, “meši-tihu“) del agua”. El problema identificado por casi todos los estudiosos en la etimología hebrea, es que es difícil derivar Mošeh de meši-tihu. Esta explicación es, a todas luces, una muy superficial. Se ha sabido desde hace algunos siglos se ha reconocido que el nombre “Mošeh” tiene mayor afinidad con el término egipciomśy” que significa “nacido de” o “hijo de”. Ejemplos del uso de este término en egipcio: Tutmose (hijo de Tut), Ramesés (o Ramsés, hijo de Ra). También se especifica que el nombre mośe se encuentra de forma abreviada o como una palabra que significa “niño recientemente nacido”. (Davies 1: 181) Así que el término Mošeh significa “hijo de”. ¿Hijo de quién? No sabemos.

Fotografía de Sigmund Freud
Fotografía del fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud (1921).

Esta observación se mencionaba en el siglo XIX esporádicamente, pero no muchos eruditos del tiempo le hicieron caso. No fue hasta Sigmund Freud que el tema empezó a discutirse en la academia y no de la mejor manera. En gran medida, los expertos en erudición bíblica reaccionaron airadamente contra su obra, Moisés y la religión monoteísta. Ahí él destacó estos puntos que acabamos de mencionar. El gran William Foxwell Albright decía que la obra de Freud carecía de toda metodología histórica y que era bastante descuidado con los datos que su supuesta psicología experimental. Hoy día, las observaciones de Freud, por más carentes de metodología histórica que fueran, han sido vistas con mayor aprecio desde hace algunas décadas. (Friedman, The Exodus cap. 4) Tenía razón cuando decía que ningún experto tenía una explicación racional de por qué el gran héroe hebreo tenía un nombre egipcio.

La mejor explicación para este fenómeno —decía él— se debe a que Moisés, no solo era un personaje probablemente histórico, sino que el hombre histórico, como tal, era originalmente egipcio. El relato mítico de “ser sacado del agua” no es otra cosa que una fabricación narrativa para explicar el nombre (torpemente) en términos hebreos y esconder así el verdadero origen egipcio del auténtico Moisés histórico. De hecho, en cuanto a la investigación como tal, Freud le dio crédito a otro psicoanalista Otto Rank por su investigación al respecto. (Freud 15-19)

Aun con todo, el mismo Freud notaba que había un detalle importante que no notó Rank. En el patrón antes señalado, hay algo que no se conforma en cuanto a lo que se refiere al patriarca hebreo. Según este tipo cultural, alguien es separado de su familia en un alto puesto para salvarlo, es criado por alguien más de más bajo estatus y regresa a reclamar su título o trono. Este patrón no es exactamente como el que vemos en Moisés, es al revés: Moisés comienza en un estatus social inferior, se mueve a la realeza y después termina en un estatus inferior. Para Freud, esto era señal de que quien sea que haya sido el autor de la leyenda etiológica, intentó acomodar los datos genuinamente históricos al tipo antiguo. (Assman 150; Freud 18-25; Friedman, The Exodus cap. 4)

Por supuesto, esto no quiere decir que el fundador del psicoanálisis tenía razón en todo. Por ejemplo, a él le inquietaba no solo el origen egipcio de Moisés, sino también el origen madianita según el famoso relato de la revelación de Yahveh. (Éxodo 3) De ahí, infirió, a nuestro juicio erradamente, que hubo dos Moisés, uno proveniente de Egipto y otro procedente de Madián. Asimismo, se fijó en el contenido de la llamada “Ley de Moisés” en el Pentateuco y resaltó el carácter marcadamente monolátrico del culto a Yahveh, algo que parecía basarse en el culto de Akenatón al dios Atón. En un artículo anterior de esta serie, explicamos por qué esta aproximación no funciona.

Por tanto, si queremos llegar al fondo de si hubo un Éxodo o no, tenemos que mirar más a fondo esta conexión de Moisés con Egipto o, más precisamente, la conexión entre los levitas y Egipto. No olvidemos que el relato etiológico que inventó la infancia de Moisés no deja de mencionar que él era hijo de levitas.

Una conexión entre los levitas y la cultura egipcia

Destrucción de ídolos por el rey Ezequías
Destrucción de ídolos por el rey Ezequías. Grabado de Matthäus Merian the Viejo (1625-30).

La hipótesis de que el nombre de Moisés era egipcio es aceptado actualmente virtualmente por casi todos los especialistas en la Biblia Hebrea y en la historia de la Antigua Israel. No solo eso, sino que esa convicción se refuerza con el hecho de que los nombres de la hermana y el hermano de Moisés, a saber Miriam (Miryām) y Aarón (’Ahărōn), también son nombres de origen egipcio. (Davies 1: 181; Friedman, The Exodus cap. 4)

Hay más misterio en todo esto. Como se puede ver en el relato, de Moisés, él era hijo de miembros de la tribu de Levi. Tanto él como sus hermanos, Aarón y Miriam tenían nombres egipcios. Como destacó Freud, hay un indicio de dificultad o incomodidad de parte de al menos uno de los autores bíblicos en torno al nombre de Moisés, a nivel de que inventó un folk tale sobre cómo terminó con ese nombre. Cuando se considera la totalidad de la evidencia arqueológica y la crítica bíblica, vemos unos patrones muy interesantes:

  • La evidencia arqueológica que hemos visto en esta serie llega inevitablemente a la conclusión de que la inmensa mayoría del pueblo de Israel durante la época de los jueces y de los primeros monarcas (Saúl, David y Salomón) eran politeístas. Ciertamente le rendían culto a Yahveh-’Ēl como el dios principal de su pueblo, pero también llevaban a cabo cultos a otros dioses: a su esposa ’Ašerâh y a sus hijos, las deidades de los demás pueblos.
  • Tanto la evidencia arqueológica como la crítica bíblica han llegado a la conclusión de que el culto a Yahveh estaba firmemente conectado a los intereses políticos de los monarcas de Judá y muy especialmente a los levitas. Sin embargo, a nivel popular, hasta las épocas de los reyes Ezequías y Josías, prevalecieron por toda la región de Israel y Judá cultos populares y sacerdocios al margen del culto levítico y del Templo de Jerusalén.
  • Cuando hubo unos momentos de crisis muy importantes, los levitas y monarcas de Judá llevaron a cabo unas reformas en detrimento de estos cultos populares y a favor de la centralización del culto en Jerusalén:
    • Durante la devastación del Reino de Israel (el Reino del Norte) por parte de los asirios, el rey Ezequías (ca. 715-686 a.e.c.) llevó a cabo una serie de reformas: limpió el Templo de cultos a otros dioses incluyendo a los de ’Ašerâh y los “altos”—hasta el punto de destruir la serpiente de bronce Neḥuštán, cuya creación se atribuía a Moisés—, reformó el liderato levítico, se establecieron días sagrados, la celebración de la Pascua (asociado al Éxodo), entre otras medidas. (2 Reyes 18-20; 2 Crónicas 29-32) Por cierto, en los textos bíblicos que acabamos de citar, se documenta también la resistencia que hubo por parte de la misma población a adaptarse a estas medidas político religiosas.
      .
    • Después del gobierno del rey Manasés, que restauró muchos de estos cultos populares en el Templo y en los altos, gracias a la llamada “Torah” que “accidentalmente” encontraron los mismos levitas, el rey Josías (640-609 a.e.c.) llevó a cabo unas reformas en particular que describimos en nuestro artículo anterior. Indicamos también que los levitas llevaron a cabo todo un programa de reescritura de la historia de Israel que hoy encontramos en los libros de la historia deuteronomista.
  • Llama la atención que en uno de los poemas más antiguos que testimonian la existencia de Israel, el Canto de Déborah (ca. XII-X a.e.c.), no se menciona a los levitas para nada, ni para alabarles o denunciarles. Esto puede indicar una de dos cosas: no se veía a la tribu levítica como guerrera sino exclusivamente sacerdotal o sencillamente estaba ausente.
  • Es más, a pesar de que el Canto de Déborah era un himno triunfal, en ningún momento hizo alusión alguna al Éxodo o hizo analogía alguna entre el triunfo de los israelitas sobre Yabín y Sísera —un rey vasallo de Egipto— con la liberación de los israelitas de Egipto.

Todo esto indica que hubo una época muy importante en que los levitas no tuvieron poder alguno a nivel religioso o estaban totalmente ausentes. Sin embargo, los reyes de Judá se aliaron a los levitas por razones de centralización político religiosa. También la evidencia nos sugiere fuertemente que ellos estaban detrás de todos estos esfuerzos y campañas para destruir todo tipo de culto religioso popular de los que ellos no participaran y que no se llevaran a cabo en su recinto, el Templo de Jerusalén. En todos estos casos, se resaltaba el sacerdocio levítico y su héroe, sin duda alguna, era Moisés y su llamada “Torah” (o Ley de Moisés).

¿Por qué estaban tan obsesionados con Moisés y el Éxodo? ¿Por qué no recurrieron o compusieron algún otro tipo de mito que fuera más afín con los ideales populares. Esta es la pregunta clave. Para poder responderla, tenemos que mirar la evidencia más antigua que tenemos disponible: el escrito más antiguo que encontramos de la Biblia, tal vez tan antiguo como el del Canto de Déborah.

El otro escrito más antiguo de la Biblia: El Himno del Mar (Éxodo 15)

Canto del Mar
El Himno del Mar cantado por Miriam, la hermana de Moisés. Pintura en óleo del siglo XVIII.

Aunque no lo parezca, el Himno del Mar (Éxodo 15, ver Apéndice) está fuertemente asociado de diversas maneras al Canto de Déborah. Ambas tienen la misma estructura de los poemas o cantos de antiguos cananeos, con ciertos rasgos semejantes a estos géneros en la Antigua Ugarit. Algunos de ellos se basan en el tipo de poemas que le atribuían triunfo a Ba’al, pero usados en esta ocasión es para alabar a Yahveh. En ambos casos, los himnos involucran de una u otra forma el canto de alguna mujer, en un caso por Déborah (y Baraq) y en el otro, por Miriam, la hermana de Moisés. Frank Moore Cross y David Noel Freedman sostenían que muy probablemente, originalmente este era el himno de Miriam, pero que se editó para atribuírselo a Moisés al comienzo. Las dos canciones ocurren literariamente después de un gran triunfo: en el primer caso, cuando los israelitas derrotaron las fuerzas de Sísera; en el segundo, después de que el ejército del faraón sucumbió en las aguas del Mar de las Cañas (¿o el Mar Rojo?). Puede ser que ambas se hayan utilizado durante celebraciones religiosas. (Gar; Cross y Freedman 31-45; Davies 2: 287-343)

Aun con todo, hay notables diferencias, no solo con el Canto de Déborah, sino con el relato principal del Éxodo. Vean las siguientes:

  • En el relato que vemos en el Éxodo, la meta era llegar y asentarse en toda la tierra de Canaán; en el Himno del Mar es llegar al “mikdaš” (un santuario) en un monte. Este es el lugar “para la morada de Yahveh”. En las fuentes más antiguas, los montes se asociaban a Yahveh. (Jueces 5:4-5; Salmos 18:7-15; 68:7-9, 15-17; Habacuc 3:3-15)
  • En el relato del Éxodo que nos muestra el Pentateuco, se nos dice que todas las tribus de Israel escaparon de Egipto; en el Himno del Mar no se menciona el escape de toda una población de millones de personas.
  • El relato del Pentateuco nos dice de cómo Yahveh creó el milagro de la partición del Mar Rojo; el Himno del Mar solo nos habla de un “soplido” de Yahveh que creó una onda que hundió a varios egipcios.
  • En el canto de Déborah, el nombre de Yahveh siempre estuvo vinculado al de ’Ĕlohim, nombre plural del dios ’Ēl. Sin embargo, en el Himno del Mar solo se enfatiza en el nombre de Yahveh. Cada vez que mencionaba la palabra “’ēlí” o “’ēlohé” , no fue en calidad de nombre propio, sino como sinónimo del sustantivo común “dios”. Asimismo, menciona a otros “dioses”, de los cuales Yahveh sobresale como superior.

El Himno del Mar también tenía lo que es casi equivalente a lo que hoy llamamos una “antífona” o un “coro” y que supuestamente fue cantado por Miriam. (Éxodo 15:21) Sin embargo, como señalaron Cross y Freedman, esta “antífona” tiene el mismo contenido de los primeros versos del Himno del Mar, que le siguen a la mención de Moisés y el pueblo. Para ellos, esto fue producto de una labor editorial que sacó a Miriam como autora del canto, la puso a responder y le atribuyó el Himno a Moisés.

Otro factor sumamente importante y que no debe subestimarse es la mención del mikdaš como la “maḵōn le-šiḇteḵā” (el lugar de tu [refiriéndose a Yahveh] morada). En toda la Biblia Hebrea, esta frase solo aparece en otro lugar: en la narración del momento de la consagración del Templo de Jerusalén, un lugar que queda en un monte.

Yahveh dijo que habitaba en la tiniebla
he construido, cierto, Casa de residencia para ti [Yahveh],
un lugar para tu morada [maḵōn le-šiḇteḵā] siempre.

1 Reyes 8:12-13

¿Y quiénes aspiraban a ser los sacerdotes del Templo de Jerusalén? Los levitas. Para todos los efectos, quien haya compuesto este Himno del Mar, fue probablemente un levita. Ya hemos visto en nuestro artículo anterior, que el deuteronomista intentó diluir el rol de Déborah como “Madre de Israel” y de Ya‘el como ejecutora de Sísara. No es extraño, pues, encontrar que probablemente también intentó diluir el rol de Miriam para realzar el de Moisés. Esto indica fuertemente que el Canto del Mar probablemente date para el siglo X a.e.c., durante la época del rey Salomón, cuando se construyó el primer Templo. Sin embargo, hay otros expertos que afirman que es aún más antiguo, del siglo XII a.e.c., debido a que el equivalente a la frase “maḵōn le-šiḇteḵā” y otros arcaísmos empleados aparecen en fuentes cananeas mucho más antiguas. (Cross y Freedman 33, 45; Davies 2: 287-343)

Otros factores interesantes sobre los levitas

No solo es un misterio hablar de los orígenes del nombre de Moisés. Es interesante saber que también hay otros levitas que tenían nombres egipcios: Ḥur, Merarí, Muší, Ḥofní, dos Pašḥur y dos Pinḥás. (Éxodo 17:10; Números 3:17,20; 1 Samuel 1:4; Jeremías 20:1; 21:1; Nehemías 10:3; 12:2) Este fenómeno de los nombres egipcios no ocurre en ningún otro caso de miembros de otras tribus, solo ocurre con los levitas. (Friedman, The Exodus cap. 4) Esto es algo notablamente muy extraño.

De hecho, como veremos más tarde en esta serie, los levitas en general estaban mucho más inmersos en la cultura egipcia de lo que previamente se creía, sin embargo, era una cultura también inmersa en el culto religioso madianita yahvista, que, como veremos, ellos intentaron negar. El hecho de que el culto en Jerusalén estuviera aparentemente influenciado por el culto a Yahveh en el sur, más cercano a Madián, explica este énfasis en el Himno del Mar. Por el otro lado, el Canto de Déborah se concentra en las tribus norteñas, más enraizadas en el culto cananeo a ’Ēl, lo que explica la mención del nombre de ’Ĕlohim para designar Yahveh. Han habido estudios recientes en torno al tema que sustancian estos datos y que veremos en futuros artículos.

Ahora bien, todo esto necesita una explicación. ¿Por qué estaban los levitas tan influenciados por la cultura egipcia? ¿No habrán sido solamente ellos los cananeos que escaparon de Egipto? Esto reduciría enormemente el número de supuestos esclavos —veremos que este punto no es del todo claro— que se adentraron al desierto en un camino hacia el Levante.

Si esto es así, ¿cómo el relato del Éxodo terminó siendo de todas las doce tribus de Israel? Esto se responde parcialmente por el patrón que ya hemos indicado: fueron los levitas quienes solían imponerle a la población a la trágala su propio ideal de lo que debía ser el culto religioso ¿No habrá sido que vía su coerción religiosa por las reformas monárquicas en Judá y su reescritura de la historia sagrada, lo que llevó a que se convencieran posteriormente a los judíos a integrar a Moisés como su patriarca o héroe y que el Éxodo llegara a considerarse como el pasado de las 12 tribus?

En nuestros próximos artículos le prestaremos mayor atención a nuestras fuentes y los objetos religiosos asociados a los cultos levíticos.

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Muchas gracias.

Apéndice: El Himno del Mar (El Canto de Miriam)

Miriam Cantando el Himno del Mar
Miriam Cantando el Himno del Mar, obra de Anselm Feuerbach quien vivió en el siglo XIX.

[Versión Cantera-Iglesias]

A Yahveh cantaré,
pues se ha henchido de gloria;
el caballo y su jinete
precipitó en el mar.
Es Yah[veh] mi fuerza y mi canción,
ha sido para mí la salvación.

Él es mi dios y he de encomiarle;
el dios de mi padre, y he de enzalzarle.
Es Yahveh un luchador;
Yahveh es su nombre.

Los carros de Faraón y su ejército
precipitó en el mar;
la flor de sus adalides
fue tragada en el Mar de las Cañas [¿Mar Rojo?].
Lo cubrieron los abismos,
bajaron como piedra a lo profundo.

Es tu diestra, Yahveh
admirable en potencia;
tu diestra, Yahveh
tritura al enemigo,
y por la magnitud de tu gloria
derruecas a tus adversarios;
das suelta a tu furor,
que cual rastrojo los devora.

Al soplo de tu cólera;
se agolparon las aguas,
se irguieron las ondas como un dique;
que congelaron los abismos
en el corazón del mar.

Había dicho el enemigo
“Perseguiré, daré alcance,
repartiré el botín,
en ellos se saciará mi alma
desenvainaré mi espada,
los disipará mi mano.”

Soplaste con tu viento;
los recubrió el mar;
hundiéndose como plomo
en las aguas impetuosas.

¿Quién como tú
entre los dioses, oh Yahveh?
¿Quién como tú,
magnífico en santidad,
terrible en hazañas,
obrador de maravillas?

Guiaste con tu gracia
a este pueblo que redimieras;
lo condujiste con poder
hacia tu morada santa.

Oyéronlo los pueblos, se estremecieron,
conmoción se apoderó de los moradores de Filistea.
Conturbáronse entonces
los caudillos de Edom,
el temblor se apoderó
de los príncipes de Mo’ab;
todos los habitantes de Canaán quedaron desmayados.

Espanto y terror
cayeron sobre ellos;
el sentir de tu brazo la grandeza
enmudecieron cual piedra;
hasta que pasara tu pueblo, [oh Yahveh],
hasta que pasara el pueblo que adquiriste.

Los introducirás y los plantarás
en la montaña de tu heredad,
en el lugar que para tu morada
preparaste, Yahveh,
el santuario, ’Adonay,
que tus manos fundaron.

¡Ha de reinar Yahveh
para siempre jamás! (Éxodo 15:1-18)

Referencias

Assman, Jan. Moses the Egyptian. Harvard UP, 1997.

Baden, Joel S. The Composition of the Pentateuch. Renewing the Documentary Hypothesis. Edición de Google Books, Yale UP, 2012.

Cantera Burgos, Francisco y Manuel Iglesias González. Sagrada Biblia. Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego. Biblioteca de Autores Cristianos, 2019.

Collins, John J. Introduction to the Hebrew Bible. 3ra. ed., Edición de Kindle, Fortress, 2018.

Coogan, Michael. The Bible. What Everyone Needs to Know. Edición de Kindle, Oxford UP, 2021.

Cross, Frank Moore y David Noel Freedman. Studies in Ancient Yahwistic Poetry. William B. Eerdmans, 1975.

Davies, G. I. Exodus 1-18. T & T Clark, 2020, 2 vols.

Dever, William G. Beyond the Texts. An Archaeological Portrait of Ancient Israel and Judah. SBL, 2017.

Dozeman, Thomas B. Exodus. Wm. B. Eerdmans, 2009.

Finkelstein, Israel y Neil Asher Silberman. The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts. Ed. Google Books, Simon & Schuster, 2001.

Freud, Sigmund. Moses and Monotheism. Traducido por Katherine Jones, Hogarth & Institute of Psycho-Analysis, 1939. https://archive.org/details/mosesandmonothei032233mbp.

Friedman, Richard E. The Exodus. How It Happened and Why It Matters. HarperOne, 2017.

—. Who Wrote the Bible? 2da. ed. con epílogo, edición de Kindle, Simon & Schuster, 2019.

Friedman, Richard E. y Shawna Dolansky. The Bible Now. Oxford UP, 2011.

Garr, W. Randall y Steven E. Fassberg, editores. A Handbook of Biblical Hebrew. Eisenbrauns, 2016. doi: 10.5325/j.ctv18r6rnv.

Gianto, Agustinus. “Archaic Biblical Hebrew.” En Garr, pp. 19-30. doi: 10.5325/j.ctv18r6rnv.5.

Hayes, Christine. Introduction to the Bible. Edición de Google Books, Yale UP, 2012.

Rank, Otto. The Myth of the Birth of the Hero: A Psychological Interpretation of Mythology. The Journal of Nervous and Mental Disease, 1914. https://archive.org/details/mythofbirthofher1914rank.

Westenholz, Joan Goodnick. Legends of the Kings of Akkade: The Texts. Eisenbrauns, 1997.

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