No puedo dejar pasar un solo día más sin dedicarle al menos una breve expresión ante el reciente fallecimiento de uno de los más grandes expertos en torno al Jesús histórico, el sacerdote y gran erudito John P. Meier. Creo que hablo por todos (o mínimo, casi todos) los que hoy nos aproximamos al tema del Jesús histórico cuando digo que hemos tenido a Meier como referencia imprescindible para la comprensión de este complicado asunto. Mientras tanto, también le consideramos un gran maestro que ha legado una obra que, con sus virtudes y defectos, muestra una enorme profundidad de comprensión y análisis de los textos bíblicos para configurar el perfil del Jesús histórico, discutido todavía en la academia.

Nacido en Nueva York el 8 de agosto de 1942. Se graduó con bachillerato en filosofía en el St. Joseph Seminary. Luego se licenció en teología, doctorado summa cum laude de la Universidad Gregoriana en Roma. Laboró en St. Joseph Seminary, la Universidad Católica del Distrito de Columbia y en la Universidad de Notre Dame. Fue ordenado sacerdote en 1967. Más adelante se le otorgó el título honorífico de Prelado de Honor de Su Santidad, o Monseñor.

A él se le reconoce su expertise en una serie de temas, entre ellos, los evangelios de Mateo y Juan, cristología, el Testimonium Flavianum y, muy especialmente, el Jesús histórico. Una de las referencias más importantes para la comprensión de la Iglesia primitiva fue el libro que escribió con otra eminencia y miembro del clero, Raymond Brown, titulado Antioquía y Roma: La cuna neotestamentaria del cristianismo católico; escribió otros libros sobre el Evangelio de Mateo (e.g. Matthew y The Vision of Matthew). Sin embargo, la razón por la que mejor se le conoce es por sus cinco volúmenes de su serie en torno al Jesús histórico Un judío marginal, publicado originalmente en inglés por parte de Doubleday y en español por la Editorial Verbo Divino.

La obra puede ser criticada en varios niveles (y un servidor tiene unas críticas propias a esta obra). Pero, aun los más críticos de su aproximación no pueden evitar reconocer su labor. Por ejemplo, Fernando Bermejo Rubio le ha lanzado duros ataques algunos aspectos de su obra. No obstante afirma:

El valor del esfuerzo intelectual de Meier, así como la honradez de quien ha optado por trabajar con la paciencia y la lentitud requeridas por toda investigación cabal, nos parecen innegables. En este sentido, ciertos intentos de descalificación apriorística de su obra parecen responder únicamente a temores dictados por prejuicios ideológicos …. cuando no a una profunda incomprensión o a un grave desconocimiento de los métodos de investigación histórico-filológica, o incluso a una combinación de estos factores.

“La naturaleza del texto original del Testimonium Flavianum. Una crítica de la propuesta de John P. Meier,” Estudios bíblicos 72, 2014, p. 257.

Debido a su situación de sacerdocio, muchos esperaban que sus conclusiones se inclinaran mucho más hacia el catolicismo. Por ejemplo, en el mismo primer volumen de su opus mágnum, Meier reconocía que utilizando los instrumentos historiográficos, es imposible fundamentar que los hermanos de Jesús fueran primos de este. De esa manera, rechaza toda posibilidad de poder fundamentar históricamente el dogma de la virginidad perpetua mariana, aunque desde su fe no la negara. Parte de su segundo volumen dedicado al tema de los milagros, toma una posición decisivamente negativa a la historicidad de los prodigios individuales atribuidos a Jesús, aunque concluye bajo el criterio de múltiple testimonio que Jesús tenía fama de taumaturgo (aun cuando me parece que el de patrones recurrentes es mejor para llegar a esa conclusión). En el último volumen publicado, Meier sorprendió a sus lectores al concluir que, a pesar de que se pueden contar hasta treintaisiete parábolas en los evangelios, solamente cuatro pasan por los criterios de historicidad estipulados en cada volumen de su obra. Estas parábolas son:

• La parábola del grano de mostaza (Marcos 4:30-32), establecida como histórica bajo el criterio de múltiple testimonio.
• La parábola de los viñadores homicidas (Marcos 12:1-11), establecida como histórica bajo el criterio de dificultad.
• La parábola de la gran cena (Mateo 22:2-14 / Lucas 14:16-24), establecida como histórica bajo el criterio de múltiple testimonio.
• La parábola de los talentos o de las minas (Mateo 25:14-30 / Lucas 19:11-27), establecida como histórica bajo el criterio de múltiple testimonio.

Es más, en la llamada “tercera búsqueda” del Jesús histórico, se posicionó a favor de entender a Jesús plenamente en el ámbito judío. Esto le colocó en contra de la perspectiva usual tanto católica como protestante de localizar a Jesús como un fenómeno anormal dentro de esa sociedad. De esta manera, se unió a varios otros estudiosos de renombre que se enfocaron en ello: Geza Vermes, Dale C. Allison, Paula Fredriksen, E. P. Sanders, Bart D. Ehrman, Amy-Jill Levine, y más.

En cuanto al rechazo reciente a la criteriología, cada volumen no solo recordaba los criterios de historicidad, sino que daba ejemplos de ello, y les respondía a sus oponentes. Esta manera de defender la criteriología es muy peculiar, debido a que convertía a Un judío marginal, no en una obra estática y final, sino una obra dinámica que se insertaba en los debates en torno a los paradigmas y perspectivas que fundamentaban el uso de esos u otros criterios.

Por otro lado, algunos adversarios han señalado que, precisamente por su estatus en el clero, Meier no llegaba en su obra a la conclusión natural de sus hallazgos. A manera de ejemplo, estipula correctamente una relación peculiar entre Juan el Bautista y Jesús. Asimismo, afirma que para entender el mensaje de Jesús, hace falta comprender su procedencia de los grupos del Bautista. Sin embargo, llama la atención que no llega a la conclusión histórica natural de algunos de estos hechos: Jesús se dejó bautizar por el Bautista porque pensaba que había cometido pecados, se había arrepentido y quería ser su estudiante. Esto y otros factores han sido señalados por autores diversos, entre ellos, José Montserrat Torrents, Antonio Piñero y Fernando Bermejo en sus respectivas obras.

Aun con sus virtudes y defectos, Un judío marginal se ha convertido en un referente imprescindible para futuras generaciones, un vivo ejemplo del tipo de laboriosidad y, en ocasiones, extrema meticulosidad a la hora de entrar en cuestiones muy complejas. Al comienzo de esta empresa, Meier veía que su obra abarcaría un solo volumen. Para cuando fue a publicar su cuarto volumen, creyó que ese sería el que concluiría la obra. Por supuesto, sabemos que ese no fue el caso, sino que escribiría otros dos, a saber, el de las parábolas (volumen 5) y el de los títulos mesiánicos aplicados a Jesús (volumen 6). Fue este último el que no pudo ver la luz del día. El 18 de octubre de este año, falleció el distinguido estudioso. Dejó tras sí un legado que ha dejado una huella en el mundo de la historiografía e investigación de Jesús de Galilea y el Nuevo Testamento.

¡Que descanse en paz, Dr. John P. Meier!

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