La evolución literaria de un personaje: “Tan largo me lo fiais…”

Érase una vez un joven que andaba por ahí de “picaflor”, conquistando mujeres por su propio placer aun conociendo plenamente los efectos de esa actividad para la salvación de su alma. Don Juan confiaba en que podía hacer todas las fechorías habidas y por haber, pero que al final tendría tiempo para arrepentirse y morir en gracia. Sin embargo, la estatua de la tumba de don Gonzalo, padre de una de esas mujeres que engañó y “desfloró”, le visitó a una cena advirtiéndole las consecuencias que tendría don Juan en la próxima vida. Su respuesta fue, “¡Tan largo me lo fiais!”
A lo mejor esto les suene familiar, pero se refiere al famoso personaje ficticio de don Juan. La primera obra donde aparece es El burlador de Sevilla y el convidado de piedra (1630), un clásico de la literatura española. Fue escrita por un monje católico llamado Gabriel Téllez, bajo el pseudónimo “Tirso de Molina”. No hay duda que ha tenido un impacto cultural, no solo en el mundo hispano y tampoco únicamente en la esfera literaria. Otra joya del habla española es el Don Juan Tenorio de José Zorrilla (1844), se basaba ciertamente en la obra de Tirso de Molina. En el ámbito del habla francesa, Molière escribió Dom Juan ou le Festin de Pierre (1665). No solo eso, sino que el gran compositor Wolfgang Amadeus Mozart aprovechó la popularidad de la obra para escribir su famosa ópera Don Giovanni (1787). Por supuesto, ninguna de estas obras es un “clon” de la original, todas tienen modificaciones importantes en la narración. La versión que más me llama la atención es la de Lord Byron. En su obra, Don Juan (1819-1824), compone un poema en pentámetro yámbico, y narra cómo el protagonista se dejaba seducir por las mujeres. Claro, se me quedan muchos más autores, algunos contemporáneos, que han reinterpretado el don Juan Tenorio de muchas maneras.
No es difícil ver el enorme valor de todas estas obras. No solo la original revive con cada dramatización teatral a través del mundo, sino también se puede apreciar en la música (gracias a Mozart), en la poesía anglosajona (gracias a Lord Byron), en la sátira (gracias a Molière), etc.
Así es como florece la cultura
Esta conducta de tomar una obra y hacer otras derivadas no es algo del pasado, también ocurre en el presente. Tomen como ejemplo la obra Romeo y Julieta de William Shakespeare. Podemos verla reinterpretada en el clásico del teatro y del cine West Side Story. ¿Y qué tal la reinterpretación de Romeo + Juliet de Baz Luhrmann, con Leonardo di Caprio como Romeo y Claire Danes como Julieta? ¿O, pensando en el área de la comedia, la versión de Chespirito de Juleo y Rumieta?
Hay obras cuyas ideas y motifs originales datan de hace milenios, desde casi los comienzos de la humanidad. ¿No me creen? Piensen en lo siguiente:
- Los textos funerarios del Antiguo Egipto, tanto representaciones como encantos escritos en papiro, no tienen una visión uniforme de la vida después de la muerte. Algunos nos narran cómo será el viaje de los difuntos al Duat (al inframundo), cómo el dios Anubis nos conduciría en el camino hasta ser juzgados, para llegar a la presencia de familiares, amigos y hasta el mismo Osiris, el rey de esa región.
- La Odisea nos relata el viaje de Odiseo a su hogar, Ítaca y ver a su esposa Penélope y a su hijo Telémaco. En un momento dado, tuvo que bajar al frío inframundo para hablar con Tiresias. Este le orientó en torno a lo que ocurriría, mientras le dio consejos para poder regresar a su hogar. Odiseo también tuvo la oportunidad de hablar con otros muertos, tales como su propia madre, Agamenón, Ayante, Aquiles y Heracles.
- La Eneida, escrita por Virgilio, sin duda se inspira en La Odisea y otras fuentes cuyas ideas pueden ir tan atrás como la literatura referente a la noción egipcia del inframundo. Tras una conversación con Sibila (por quien Apolo hablaba), el héroe troyano Eneas le preguntó si es posible visitar a su padre Anquises en el inframundo. Tras cumplir algunas condiciones, Sibila conduce a Eneas en dirección al ámbito subterráneo donde se encontraba Caronte, quien le transportó al área de los muertos a través del río. La obra nos deja saber que hubo almas condenadas a no cruzar por no haber sido enterradas. Al otro lado, se encontraba Cerbero, el perro de tres cabeza que guardaba las puertas del inframundo. Finalmente, Eneas logró hablar con su padre Anquises, quien le reveló detalles de lo que ocurrirá cuando nuestro héroe llegara al Lacio.
- El Apocalipsis de Pedro, escrito para el siglo II, nos habla de cómo Pedro el Apóstol tuvo una aparición de su Maestro, Jesús, y le condujo por la otra vida: al cielo y al infierno. Mientras que en el cielo había paz, alegría, y todo el mundo alababa a Dios, en el infierno, las almas tenían que pasar por torturas. Por ejemplo, los blasfemos eran colgados por sus lenguas, a los injustos se les lanzaba a las llamas del fuego, a los adúlteros se les colgaba y atormentaba por sus genitales, a los fornicadores se les despedazaba la carne corporal, etc.
- La Divina comedia: Dante Alighieri nos escribe una historia de cómo fue guiado a la otra vida, primero por el poeta Virgilio (el autor de la Eneida). después por Beatriz y luego por Bernardo de Caraval. En esta travesía, Dante es testigo de lo que ocurría en los diversos círculos: las almas que quedaban en el limbo, las horrendas penas del infierno, los castigos del purgatorio y la inmensa alegría del cielo.
Personalmente, creo que la Divina comedia es la obra poética más importante de la historia. Les invito a que la lean completa.

Como podemos ver, la idea principal de alguien que visite el inframundo, contemple lo que hay allí, y hable con sus habitantes, no es terriblemente original. Sin embargo, con ideas que no son originales, surgen obras extraordinarias. La Divina comedia articula poética y metafóricamente el conocimiento occidental de la época de Dante. Encontramos ahí aspectos de soteriología, cristología, moral, filosofía, discusiones teológicas de la época, mitología grecorromana y judeocristiana, comentarios políticos, demonología, cosmología, ciencias, entre otros. Lo asombroso es que lo hace todo en verso y de una manera estéticamente extraordinaria. Tomen el caso del famoso letrero que avisa a las almas lo que ocurrirá después de pasar por las puertas del infierno:
Por mí se va a la ciudad doliente,
Canto III: 1-9.
por mí se va al eternal dolor
por mí se va con la perdida gente.
Fue la justicia quien movió a mi Autor.
El Divino Poder se unió al crearme
con el Sumo Saber y el Primo Amor.
En edad solo puede aventajarme
lo eterno, mas eternamente duro.
Perded toda esperanza al traspasarme.
En este pequeño pasaje, Dante nos habla de la Santísima Trinidad (sí … es mencionada explícitamente), el hecho de que el infierno fue creada por esta, la razón de su creación, lo que le espera a las almas, y cuánto tiempo estarán ahí (toda una eternidad). El infierno es la pérdida de toda esperanza. Ninguna de estas ideas es particularmente original de Dante, en fin, todas provienen del cristianismo medieval. Pero nadie antes de él las había presentado de una manera tan original, hermosa y a la vez terrible.
Por supuesto, no quiero agotar esta reflexión puramente en el personaje de don Juan, o la Divina comedia. Solo quería presentar dos casos en particular para llegar a la conclusión más importante: nada de esto es “plagio”. Esta es la manera en que la cultura se ha desarrollado desde que el ser humano es ser humano.
¿Por qué señalar negativamente a la Biblia por hacer lo mismo?
Comprendiendo el argumento de los ateos y librepensadores militantes

Ahora bien, para hacer una crítica justa, hay que poner en contexto la discusión del supuesto “plagio” bíblico.
Los ateos, humanistas, agnósticos y otros librepensadores frecuentemente se ven en la necesidad de interactuar con creyentes de todo tipo, especialmente algunos de un sector conservador con una perspectiva alta de la Biblia, es decir, desde el fundamentalismo bíblico o algo cercano a ello. Muchos de ellos suponen que la Biblia es un texto absolutamente único que revela las verdades fundamentales de la Palabra de Dios o, también, creen que la Biblia es la Palabra de Dios. Denominaciones cristianas de todo tipo tienden a fomentar lo que los críticos cristianos más moderados denominan “bibliolatría”, una exagerada aproximación al literalismo y una reverencia no debida a un conjunto de textos.
Como para este sector literalista y conservador la Biblia es un documento absolutamente único, frecuentemente les sorprende que se alegue, por ejemplo, que hay afinidad entre partes textuales de la Épica de Gilgamesh, donde se habla de una inundación exterminadora de la humanidad, con la narración del diluvio que encontramos en el Génesis. Vale recordar que la Épica de Gilgamesh que nos ha llegado hasta hoy, al igual que la Biblia, fue un relato que tuvo etapas ulteriores de añadidos. La historia de la inundación es universalmente reconocida entre los eruditos como un añadido en la etapa acadia de la Épica, que es posterior a la sumeria. De hecho, hablando de inspiraciones previas, este relato del diluvio se tiene textos e ideas obtenidas de la Épica de Atrahasis (acadio) y la Épica de Ziusudra (sumerio). Es más, como he explicado en unos artículos previos de este blog, “el” relato del diluvio en la Biblia no es uno, sino que es un compuesto de dos distintos (ver partes 1, 2 y 3 de la serie), uno cronológicamente anterior al otro.
Este no es el único caso. Los creyentes conservadores o fundamentalistas suelen responder negativamente ante el hecho de que el primer relato de la creación que aparece en el Génesis (cap. 1) parece basarse de alguna forma en la Enuma Elish, la historia de la creación mesopotámica. Por ejemplo, cuando el Génesis dice:
En el principio creó Elohim el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión; oscuridad cubría el abismo y un viento de Elohim aleteaba por encima de las aguas.
Génesis 1:1-2
La palabra hebrea que se traduce aquí por “el abismo” (es decir, profundidades de las aguas) es “tehom” (תְהוֹם), cuya raíz parece ser la misma del nombre Tiamat.
Para aquellos que no estén familiarizados con el Enuma Elish, los primeros dioses que emergieron de las aguas fueron Apsu y Tiamat, el primero era del agua dulce, la otra, su consorte, se identificaba con el agua salada. El que el viento de Yahveh (Elohim) estuviera sobre las aguas recuerda también a cómo Marduk, dios del viento, venció a Tiamat. En un momento dado, nos dice el Génesis:
Dijo Elohim: “Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las separe unas de otras.” E hizo Elohim el firmamento; separó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Llamó Elohim el firmamento “cielo”. Atardeció y amaneció: día segundo.
Dijo Elohim: “Acumúlense las aguas de debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco”; y así fue. Llamó Elohim a lo seco “tierra”, y al conjunto de las aguas lo llamó “mar”; y vio Elohim que estaba bien.
Génesis 1:9-10
Todo esto recuerda a cuando Tiamat se enfrentó a Marduk, la venció y la dividió en dos. Una parte de ella constituyó el firmamento, la otra parte, la tierra.

En ese sentido, la pretendida originalidad absoluta de la Biblia queda refutada. Sin embargo, en las acaloradas discusiones entre creyentes y no creyentes, los ateos y librepensadores se colocan en la posición embarazosa de argumentar contra ellos, muchas veces sin haber hecho la debida investigación. Es más, en muchas ocasiones, ni suelen leer los textos antiguos a los que hacen referencia.
Como consecuencia, empiezan a decir disparates. Uno de ellos: la Biblia es un “plagio” de textos antiguos.
¿Qué es plagio?
Plagio es tomar en parte o en todo las ideas o las expresiones de otra persona sin darle la debida atribución de autoría.
Nota técnica: Muchas veces se confunden el plagio y las violaciones a los derechos de autor (copyright). No es lo mismo. Digamos que yo presento la idea del “gen egoísta” en una labor académica, la discuto y la elaboro, pero omito decir que la idea es de Richard Dawkins. Como resultado, el público puede tener la idea errónea de que la expresión “gen egoísta” es mía, ya que no hice la debida aclaración. Eso podría cualificar como plagio.
Supongamos ahora que no solo reconozco que la noción del “gen egoísta” es de Dawkins, aunque esta vez, lo que hago es reproducir los primeros tres capítulos de su libro El gen egoísta sin pedirle permiso. Esto no sería plagio, porque efectivamente reconozco la autoría de la noción y de esos tres capítulos, pero sí estaría violando los derechos de autor, ya que no le pedí permiso a su dueño, a saber, Dawkins para reproducir su obra.
Plagio tiene que ver con el asunto de autoría no debidamente reconocida, los derechos de autor tienen que ver con los derechos de reproducción de una obra.
El plagio es un fenómeno que se dio también en la antigüedad, no solo desde la modernidad. Al igual que hoy, era una acción despreciable, y considerada una forma de robo. Hoy día, el plagio es un delito académico, puesto que una persona se apropia de las ideas y expresiones particulares de otra. Es una forma de engañar al público y quitarle crédito a la persona que la ideó o la expresó. Una vez se demuestra que usted cometió plagio, eso va a figurar en su récord para el resto de su vida.
Ahora bien, cuando se trata de obras literarias u obras artísticas, siempre hay un enjambre de ideas que van pasando de generación en generación por miles de años, como vimos en el caso de las visitas y las guías a la “otra vida” o al inframundo. También, suele haber algunas ideas que permean la cultura completa, que se plasmen algunas de ellas en una obra y que la sociedad reconozca que ellas no son en sí mismas originales. Por ejemplo, si vemos la preciosa obra cinematográfica Spirited Away, es fácil para cualquiera reconocer ciertos temas y motifs provenientes de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Podría ser excesivo acusar a Hayao Miyazaki de haber cometido “plagio”. Al contrario, empleó unas ideas del escrito de Carroll, para hacer una obra cinematográfica extraordinaria.
Es más, aun si se utilizan de manera muy fuerte los personajes e ideas de otro autor sin darle la debida atribución, no necesariamente es plagio en ciertos casos específicos. Por ejemplo, tomemos el caso de Sherlock Holmes. Tenemos una enorme variedad de obras literarias, cómics, dibujos animados y películas del famoso detective. Como un acto de cortesía y de aclaración al público, usualmente se afirma que “se basa” en las novelas y narraciones de Sir Arthur Conan Doyle. Sin embargo, la alta popularidad del personaje a nivel mundial hace prácticamente imposible un plagio. Casi literalmente, todo el mundo lo conoce: reconocen que es un personaje ficticio de Conan Doyle. Si yo mañana escribiera una novela sobre Sherlock Holmes y la publico sin darle la debida atribución, ¿puede alguien en su sano juicio pensar que Holmes es un invento mío? En todo caso, la novela sí sería mía, pero todo el mundo sabría que lo que hago es darle un nuevo giro a un personaje que todo el mundo conoce. Sí cometería plagio si yo alegara que el personaje es original mío, en cuyo caso, el asunto sería fácilmente refutable nada más por consultar el ámbito cultural en que estamos insertos.
En otras ocasiones, obras dependen fuertemente de personajes semejantes a los de otras, pero, aun así, no es plagio. Ya que el mundo de los superhéroes continúa en boga con las películas y series de Marvel (¿aún no sabemos si DC?), utilicemos un caso en el que la obra derivada terminó siendo mucho más famosa que la original de su rival:

- Solomon Grundy – DC (1944): Originalmente un criminal (Cyrus Gold) que terminó muerto en un bosque, mas por magia volvió a la vida. Debido a que revivió un lunes, unos criminales le llamaron “Solomon Grundy”, recordando a una canción de cuna llamada “Solomon Grundy” cuyo protagonista había nacido un lunes. Supervillano zombi adversario de Batman (originalmente enemigo de Linterna Verde), sus expresiones (e.g. “Grundy crush!“) y su apariencia física son marcadamente semejantes a las de un antihéroe de Marvel.
- El increíble Hulk – Marvel (1962): Bruce Banner era un científico que fue víctima de la radiación de rayos gamma: cada vez que se enoja, se agita o se excita, se transforma en un monstruo, el Hulk. Inspirado no solo en Grundy de DC, sino en la obra clásica de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jerkyll y el señor Hyde, Hulk es un antihéroe que destruye todo a su paso y cuya expresión típica es “Hulk smash!“. Muchos pensarían que por la popularidad de Hulk, este es el original. Sin embargo, Hulk es derivado de la idea de Solomon Grundy de DC.
Cada personaje tiene su propia historia de origen, su propia conducta, pero los parecidos en cuanto a su apariencia y actividades son muy cercanas. Esta no fue la única ocasión en que Marvel copió de DC, también Visión ser derivó de Tornado Rojo, Moon Knight se derivó de Batman, Thanos se basó en Darseid, Dr. Strange se copió de Dr. Fate, y así por el estilo. Por otro lado, algunos personajes de DC se basaron en los de Marvel: Bucky se basó en la idea de Robin, la idea de los Vengadores se basó en la Liga de la Justicia, Whizzer se copió de Flash, etc. Esta llamada “copiadera” no consiste en crear personajes como “copias al carbón de otros”, sino que son personajes tomados de ideas de otros, pero creando relatos totalmente nuevos. Nada de esto constituye “plagio”.
Como pueden ver, la industria misma se nutre de este entrecruce cultural histórico que nos permite a todos gozar de nuevas historias de los personajes en cómics, novelas gráficas, películas y juegos.
Precisamente esto es lo que permite que la cultura florezca.
¿Por qué la Biblia no comete plagio?
En el mismo espíritu de lo que hemos argumentado, podemos discutir por qué la Biblia no está “plagiando” relatos y goza de bastante originalidad, aun cuando utilizaba elementos de otras historias mitológicas de otros pueblos, sea de Egipto o de distintas culturas mesopotámicas.
Comencemos por un examen de la realidad geográfica y política de aquella época. Para los arqueólogos y los estudiosos de la Biblia hebrea, hay pocas dudas de que los nombres para referirse a Dios (El, Elohim, Yah, Yahveh y otros) no son originales del Antiguo Israel, sino que preceden de una u otra forma de la formación de dicha población. En el norte, especialmente en el Antiguo Ugarit, hubo cultos centrados en el dios El, la cabeza de un panteón de dioses ugaríticos. Por el otro lado, se habla del culto a Yah, o Yaju, probablemente una deidad a la que se le rendía culto en el sur, quizá en la región de Madián. Probablemente, estén ligados a los levitas, quienes no solo tenían esa influencia, sino que muestran fuertes rasgos culturales muy parecidos a los egipcios (incluyendo los nombres de algunos de sus sacerdotes). Otros aspectos culturales parecen proceder del mundo egeo, especialmente en el área asociado a la tribu de Dan. Estos pueblos nunca permanecieron aislados de su contexto geográfico y político del Mediterráneo durante los siglos XIII a.e.c. al VIII a.e.c., y estuvieron por mucho tiempo bajo la influencia de Egipto.
Aun así, también tenían contacto con otros pueblos. Pertenecientes a la llamada Media Luna Fértil, como los diversos imperios mesopotámicos. La mitología de los primeros patriarcas (Abraham, Isaac, etc.) establece su origen mítico en Ur de Caldea. Durante el siglo VIII a.e.c. hasta el VI a.e.c., una serie de acontecimientos afectaron culturalmente al pueblo judío, a saber: el exterminio del Reino del Norte (Israel) por parte de los Asirios, llevando a bastante de su élite y población a establecerse en Judá (el Reino del Sur). Posteriormente, se establece la reforma de Josías, en gran medida movida por el “descubrimiento” de una Torah (una ley mosaica) durante la renovación del primer Templo de Jerusalén. Poco después, hubo una invasión de los Babilonios que destruyó a Jerusalén, deportando a algunos elementos de la población, incluyendo la élite, a esa importante potencia. Finalmente, al prevalecer los persas —bajo Ciro— sobre los babilonios, la élite y otros sectores judíos regresaron a su tierra, construyeron el segundo Templo de Jerusalén y se forja la Torah más o menos como la conocemos hoy.
Nota importante: Es relevante destacar que el texto masorético no es exactamente la Torah como fue formada tras el regreso de la deportación a Babilonia. La versión masorética, que es la base de muchas de las biblias empleadas con fines litúrgicos, es solo una variante de otras versiones de la Torah que conocemos que circulaban desde hace tiempo. Lo mismo puede decirse de los libros históricos, proféticos, poéticos y sapienciales. Sin embargo, se piensa que fue al regreso de la deportación que se fija una estructura y unos textos fundamentales que serían referencia para la religión judea.
En cada una de estas etapas, los judíos absorbieron en su cultura las de los pueblos que habitaban, e innovaban en las mismas líneas que ya hemos visto en las secciones anteriores. Cuando uno mira objetivamente la manera en que ellos nos narraron sus versiones de los relatos, algo asombroso ocurre, al menos desde un punto de vista artístico y literario: se nos dice algo nuevo.
El mito de la creación del Génesis 1: lo novel en el judaísmo
Para ilustrar este punto, tomemos el relato de la creación del Génesis 1. En secciones anteriores, habíamos concluido que la Biblia no era 100 % original en este aspecto. En cambio, sí es original en otro muy importante. Consideren estas narraciones de otros pueblos:
- En la Enuma Elish, se nos narra cómo hubo una agua originaria de la que emergieron los primeros dioses: Apsu y Tiamat. De ellos procedieron toda una serie de dioses. Hubo distintas batallas entre ellos que llevaron eventualmente a la confrontación de Marduk y Tiamat. La última es aniquilada por Marduk, quien la divide en dos. Parte de su cuerpo se utilizó para formar el firmamento, mientras que la otra parte, la tierra.
- En la Antigua Grecia, según la Teogonía de Hesíodo, originalmente era el “caos”, que en esa época era asociado a un espacio o vacío. De ahí procedieron los primeros dioses, Gaia, Tártaro y Eros. De allí comienza toda una genealogía de los dioses. Sin embargo, cuando consultamos los relatos mitológicos, estos dioses batallaron unos con otros y con sus padres, explicando también el origen del universo en el proceso, al igual que la condición humana, las estaciones del año, etc.
- En el Antiguo Egipto hubo una variedad de mitos teogónicos y cosmogónicos. En algunos, el dios Ra (y Atón, en ocasiones identificados como el mismo dios, en otras, dioses distintos) emergió del “caos”. Este (o estos) a su vez hicieron que surgieran Shu y Tefnut, y de la generación de dioses procedió la Eneada. Estos dioses tenían conflictos unos con otros. El mejor conocido fue la trama entre Osiris, Set, Isis y Horus, que fue relatado también por Plutarco.
Hay alusión al caos, a las aguas, al vacío, de donde procedieron los dioses. Estos a su vez tuvieron su propio drama “familiar” por decirlo de alguna manera, los hijos batallaron contra los hijos y viceversa, y otros dioses de próximas generaciones añadieron más a estos conflictos. Es menester señalar que cada uno de estos dioses asume algún tipo de potencia cósmica: unos son dioses del océano, o del aire, o de la tierra, o de la guerra, etc.

En Génesis 1, tenemos un panorama muy distinto a lo descrito.
En el principio creó Elohim el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión: oscuridad cubría el abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
Dijo Elohim: “Haya luz”, y hubo luz. Vio Elohim que la luz estaba bien, y separó Elohim la luz de la oscuridad; llamó Elohim a la luz “día”, y a la oscuridad llamó “noche”. Atardeció y amaneció: día primero.
Dijo Elohim: “Haya un firmamento por en medio de las aguas que las separe unas de otras.” E hizo Elohim el firmamento; separó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Llamó Elohim al firmamento “cielo”. Atardeció y amaneció: día segundo.
Dijo Elohim: “Acumúlense las aguas de debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco”, y así fue. Llamó Elohim a lo seco “tierra”, y al conjunto de las aguas lo llamó “mar”; y vio Elohim que estaba bien.
Dijo Elohim: “Produzca tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto según su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.” Y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla según sus especies y árboles que dan fruto con la semilla dentro según sus especies; y vio Elohim que estaba bien. Atardeció y amaneció: día tercero.
Dijo Elohim: “Haya luceros en el firmamento celeste, para separar el día de la noche, y sirvan de señales para solemnidades, días y años; sirvan también de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue.
Hizo Elohim los dos luceros mayores: el lucero grande para regir el día y el lucero pequeño para regir la noche, y las estrellas; y los puso Elohim en el firmamento celeste para alumbrar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la oscuridad; y vio Elohim que estaba bien. Atardeció y amaneció el día cuarto.
Dijo Elohim: “Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste.” Creó Elohim los grandes monstruos marinos y todo animal viviente que repta y que hacen bullir las aguas según sus especies, y todas las aves aladas según sus especies; y vio Elohim que estaba bien. Elohim los bendijo diciendo: “Sed fecundos, multiplicaos y henchid las aguas de los mares; y que las aves crezcan en la tierra.” Atardeció y amaneció: día quinto.
Dijo Elohim: “Produzca la tierra animales vivientes según su especie: bestias reptiles y alimañas terrestres según su especie.” Y así fue. Hizo Elohim las alimañas terrestres según su especie, las bestias según su especie y los reptiles del suelo según su especia; y vio Elohim que estaba bien.
Dijo Elohim: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra; que manden en los peces del mar y en las aves del cielo, en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra.”
Creó pues, Elohim al ser humano a imagen suya,
a imagen de Elohim lo creó,
macho y hembra los creó.Después los bendijo Elohim con estas palabras: “Sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra.”
Dijo Elohim: “Ved que os he dado toda hierba y semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla. Todo ello os servirá de alimento.
“A todos los animales terrestres, a todas las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento.” Y así fue. Vio Elohim cuando había hecho, y todo estaba muy bien. Atardeció y amaneció: día sexto.
Concluyose, pues, el cielo y la tierra con todo su aparato. El séptimo día Elohim dio por concluida la labor que había hecho, puso fin el día séptimo a toda la labor que había hecho. Después bendijo Elohim el día séptimo y lo santificó; porque en él puso fin Elohim a toda la obra creadora que había hecho.
Estos fueron los orígenes del cielo y la tierra, cuando fueron creados.
Génesis 1:1-2:4a (trad. de la Biblia de Jerusalén)
Una característica de este relato es cuan repetitivo es —un rasgo típico de los autores sacerdotales (P) detrás del texto—. A nosotros, esto nos parece tremendamente aburrido. Sin embargo, lo que ocurre aquí es más profundo: esta es una literatura poética que descansa en la correspondencia de unidades de idea, las palabras que menciona Dios y su efectiva ejecución: “Elohim dijo que haya luz … hubo luz”, “Elohim dijo que haya luceros celestes, el sol, la luna … y hubo el sol y la luna.” Es más, a nivel macro, cuando pensamos en la estructura de los seis días de la creación, hay una “rima” (por así decirlo) de ideas de unos días que se asocian a otros. Siempre ha habido una queja de parte de los no creyentes de cómo es posible que Dios creara el sol y la luna después del día y la noche. Les invito a hacerle un paréntesis a esa contradicción y echémosla a un lado por el momento. Miren cómo se estructura el texto:
- 1: Los primeros tres días de la creación
- A. Primer día: Creó Dios (Elohim) el día y la noche.
- B. Segundo día: Creación del firmamento (cielo) que mantiene las aguas “de arriba” separadas de las “de abajo”.
- C. Tercer día: Se formó la tierra, que se emergió del mar. Una vez fueron creados, surgieron los vegetales.
- 2: Los otros tres días de la creación
- A. Cuarto día: Se crean los luceros del firmamento: el sol, la luna y las estrellas. Se establecen las estaciones del año.
- B. Quinto día: Se crean las criaturas del mar y las aves del firmamento.
- C. Sexto día: Aparecieron criaturas terrestres y el ser humano.
- 3. Conclusión – El séptimo día: el sábado
Como pueden ver, hay una hermosa correspondencia de 1A con 2A, 1B con 2B, y 1C con 2C; los días cuarto, quinto y sexto, sin duda aluden y se asocian poéticamente a los días primero, segundo y tercero, en ese orden.
En el texto, hay muchas ideas reminiscentes a elementos de otras cosmogonías. Ya hablamos del uso del término “tehom” y su vinculación lingüística con Tiamat. La traducción del comienzo del texto es hoy debatida entre algunos expertos, ya que es muy semejante a la manera en que empiezan otras cosmogonías. Algunos sugieren: “En el comienzo de la creación de Elohim del cielo y la tierra …” Se ha sugerido que una traducción más fidedigna del hebreo es: “Cuando Elohim comenzó creando el cielo y la tierra …”, de manera muy parecida al Enuma Elish (cuyo título significa “cuando arriba”). Hay una alusión a la noción de caos en el verso 2 cuando se refiere al “tohu vabohu” que aquí se traduce por “caos y confusión”. Las dos nociones, “tohu” y “bohu” se tratan como sinónimos. Según algunos autores, puede significar algo “informe” (sin forma) o “sin figura” o “sin patrón”. El viento (a veces traducido por “espíritu”) de Dios “aleteaba sobre las aguas”. Aquí hay una alusión a dioses acadios, en este caso, un dios del viento: Marduk que estaba encima de las aguas, que nos recuerdan a Tiamat —Marduk venció a esta diosa—. Cuando llegó el séptimo día, Dios “puso fin a su labor” (a veces, se traduce erradamente por “descansó”). Sin embargo, esto recuerda fuertemente al Enuma Elish, cuando los dioses menores empezaron a trabajar la tierra, y terminaron protestando con sus labores, y así, “pusieron fin a su labor”. Por eso, los seres humanos fueron creados, para sustituir a los dioses y proveerles alimentos. La asociación del séptimo día de la creación con el sábado solo se establece más adelante con la versión P del Decálogo (Éxodo 20:8-11).
Al igual que DC y Marvel, y José Zorrilla, Molière, Mozart, Lord Byron, entre muchos otros autores que han enriquecido la cultura, el autor sacerdotal del Génesis 1 no hace absolutamente nada distinto a ellos. Al contrario, recoge términos, patrones e ideas de su matriz cultural. Sin embargo, al igual que ellos, hace algo nuevo. ¿No se han fijado que en otros mitos el caos o el agua precede a la existencia de los dioses? ¿O que usualmente la configuración del universo se dio como resultado de algún conflicto? ¿O que el cosmos se forma mediante el esfuerzo humano? No es así en el Génesis. La existencia de Yahveh (Elohim) precede a la existencia del mundo. No hubo batalla alguna que determinara la manera en que se configuraría el universo. Solamente Elohim hablaba y el caos se reconfiguraba de acuerdo a sus instrucciones. De esta manera, en vez de que distintos dioses tengan diferentes potencias, es en Elohim (nombre propio que literalmente quiere decir “dioses”) que asume todas las potencias divinas. Esto no es todo, sino que a nivel poético literario, no tenemos registro de literatura semejante previa al Génesis 1 (aproximadamente para el siglo VI a.e.c.) que sea como esta. Y, considerado en sí mismo, el relato es precioso.
Igual podemos decir de las semejanzas entre La épica de Gilgamesh y el relato de Noé, o el relato del juez Sansón y el de héroe griego Heracles, o el nacimiento de Jesús según el Evangelio de Mateo con los midrashim en torno al nacimiento de Moisés.
Para reflexionar …

Esto no se trata de plagio, sino del desarrollo cultural de la Antigüedad.
Como tal, debe ser valorado.
Esto no impide en absoluto continuar criticando a creyentes que continúan promoviendo el creacionismo con base a textos antiguos. Sin embargo, nuestra inversión emocional en esa actividad no debe desembocar en la degradación literaria de la obra que, para bien o para mal, ha sido una piedra importante en la construcción de la civilización occidental.
Posdata …

Mientras estaba escribiendo este artículo, el conocido erudito agnóstico Joshua Bowen publicó el segundo volumen de su fabulosa obra The Atheist Handbook to the Old Testament. Esta labor extraordinaria se dirige a ateos que desean instruirse mejor en relación con el tema del Antiguo Testamento (o Biblia Hebrea). El primer volumen de la obra trata magistralmente los relatos de la creación, su relación con las culturas del Mediterráneo, entre otros temas. El segundo volumen discute en sus últimos capítulos precisamente el alegato de los ateos de que la Biblia “plagia” otras obras (entre otros asuntos de interés). Es más, trata el asunto con mucho más detalle de lo que este servidor podría escribir en este blog.
No puedo dejar de recomendar ambos volúmenes. Cualquier persona que sea no creyente debería informarse bien en torno a estas cuestiones según lo que nos dejan saber la evidencia arqueológica y la crítica literaria. Estas obras son una lumbrera, no solo para los no creyentes, sino para cualquier persona que se interese en el tema.
Vean también la excelente discusión de este tema en el siguiente vídeo de DragonArt666:
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Muchas gracias.
Referencias
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