Partes de la serie: 1, 2, 3, 4, 5, 6
¿Y qué es del la autoría de J?

Hemos aclarado durante esta discusión que los autores de varios textos son levitas.
- El autor o autores de E fueron probablemente levitas norteños que inicialmente se establecieron en Šiloh, centro religioso localizado en la tribu de Efraím, que participaron en la política del rey David, pero terminaron siendo exiliados por Salomón a ‘Ǎnatot.
- Hemos identificado también a D como probablemente un sacerdote levita en tiempos del rey Josías. Esta fue la casta sacerdotal que sin duda fue el sector más favorecido tanto por la legislación como por el texto deuteronómico —el Deuteronomio— y la historia deuteronómica. Debido a su marcada preferencia por los relatos de E, y su asociación literaria con el libro de Jeremías, sacerdote asentado ‘Ǎnatot, se piensa que pertenece a la rama levita que originalmente era de Šiloh. (Friedman Who Wrote caps. 6 y 7; Jeremías 1:1)
- Hemos identificado a P como probablemente levita, pero de un sector en particular: el aarónida. El texto P favorece de entre los levitas a los llamados descendientes de Aarón y se identificaban con Ṣadoq, el sacerdote aliado del rey David junto a ’Ebyatar, sacerdote de Šiloh.
¿Qué hay entonces de J, nuestra fuente más temprana?
Lo interesante de J es que cuando se le compara con las demás fuentes, es muy exótico. Por ejemplo, aunque E y P ciertamente hablan de los patriarcas, es J el que se extiende más sobre ellos. P solo menciona a Adán y Eva al igual que sus descendientes, pero J tiene toda una narrativa sobre ellos. E y P narran mucho más extensamente sobre Moisés, pero J no tanto. Varios estudiosos han concluido que toda la narrativa de J sobre el cruce de los israelitas por el Mar de las Cañas (o el Mar Rojo) se basa en el Himno del Mar. (Cross, Canaanite Myth 121-144; Halpern, “The Resourceful” 397) Hemos visto que si hubo alguna narrativa en torno a las plagas en J, fue totalmente omitido por el compilador del texto bíblico (tal vez en la etapa de la colección JE). Tampoco hay un relato en J de la llegada de Moisés al Sinaí, aunque el texto nos da a entender que estuvo ahí. Su decálogo es marcadamente distinto al que encontramos en los famosos diez mandamientos reproducidos —con modificaciones— por P y D. (Éxodo 20:2-27; Deuteronomio 5:1-21) El decálogo J nos propone estos mandamientos:
[1] … no te has de postrar ante otro ʼel (dios) porque Yahveh tiene por nombre, ‘Celoso’; un ʼel-Celoso es; no sea que pactes alianzas con los moradores del país: ¡ellos se postituyen tras sus ʼĕlohim (dioses), y ofrecen a sus dioses sacrificios! Se te invitaría y comerías de su sacrificio, y tomarías a sus hijas para tus hijos, y sus hijas se prostituirían tras de sus ʼĕlohim y harían prostituirse a sus hijos en pos de los mismos.
[2] No te fabricarás ʼĕlohim de fundición.
[3] Guardarás la fiesta de los ázimos; durante siete días comerás panes ázimos, según te ordené, en el tiempo señalado del mes de ʼAbib; pues en el mes de ʼAbib saliste de Egipto.
[4] Todo primer nacido es mío y toda primera cría macho de su ganado, ya mayor, ya menor; sin embargo, la cría primera de un asno la rescatarás mediante un cordero y si no la quieres rescatar, la desnucarás. Rescatarás todo primogénito de tus hijos, y no comparecerás ante Mí con las manos vacías.
[5] Seis días trabajarás, mas en el séptimo descansarás; incluso en la arada y en la siega has de descansar.
[6] Celebrarás la fiesta de las Semanas, de las primicias de la siega de trigo, y la fiesta de la Recolección al tornar el año.
[7] Tres veces al año comparecerá todo varón tuyo a presencia del Señor Yahveh, Dios de Israel; pues arrojaré a naciones de delante de ti y ensancharé tu frontera y nadie codiciará tu país cuando subas, tres veces al año, a contemplar la faz de Yahveh, tu Dios.
[8] No verterás junto al pan fermentado la sangre de mi víctima sacrificial, ni guardarás hasta la mañana siguiente la víctima de la fiesta de la Pascua.
[9] Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Yahveh, tu Dios.
[10] No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
Éxodo 34:14-26
Créanlo o no, ese es el grueso de la legislación que, según J, Moisés escribió en las Tablas de la Ley (no hubo episodio de becerro de oro en J, así que nunca las quebrantó). Es claro que las versiones D y P del decálogo se basan parcial y numéricamente en el de J. Fuera de este decálogo —que mucha gente no conoce— el resto de la legislación voluminosa que ustedes pueden leer en el Pentateuco proviene de E, D y P.
Contrario a las demás fuentes, no hay legislación alguna sobre la circuncisión. La primera alusión a esta práctica israelita ocurre en el caso del rapto de Dina, hija de Jacob, por parte de un tal Sikem. Nos dice J:
… Sikem le dijo al padre [Jacob] y a los hermanos de ella: “¡Logre yo hallar gracia a vuestros ojos y lo que me digáis daré! Recargadme mucho donación y regalos nupciales, que yo entregraré cuanto me indiquéis; pero dadme a la muchacha por esposa”.
Pero los hijos de Jacob respondieron a Sikem y su padre Ḥǎmor y les hablaron con falsía porque aquel había deshonrado a Dinah, hermana de ellos. Dijéronle, pues: “No podemos hacer tal cosa, entregando nuestra hermana a un hombre que es incircunciso, pues sería un oprobio para nosotros. Solo con esta condición convendremos con vosotros: si venís a ser como nosotros, haciendo circuncidar de entre vosotros a todo varón, entonces os daremos a nuestras hijas y tomaremos a vuestras hijas para nosotros y habitaremos con vosotros y constituiremos un solo pueblo. Pero si no nos escucháis, haciéndoos circuncidar, tomaremos a nuestra hija y nos marcharemos”.
Sus palabras parecieron bien a los ojos de Ḥǎmor, así como a los ojos de Sikem, el hijo de Ḥǎmor. El joven no tardó en realizar la cosa, porque estaba enamorado de la hija de Jacob, y él era el más honrado de toda la casa de su padre. Ḥǎmor y su hijo Sikem se dirigieron a la Puerta de la ciudad y hablaron a sus conciudadanos diciendo: “Estos hombres son pacíficos con nosotros; habiten, pues, en el país y recorranlo negociando. He aquí que el país se ofrece vasto ante ellos. Nos tomaremos a sus hijas por esposas y les daremos a nuestras hijas”. Pero sólo con esta condición nos concederán estos hombres habitar con nosotros y venir a ser un solo pueblo: haciendo circuncidar de entre nosotros a todo varón como ellos son circuncidados. Sus rebaños, su hacienda y todas sus bestias, ¿no serán nuestros? Solo porque les demos nuestro consentimiento habitarán con nosotros”.
Dieron oídos a Ḥǎmor y a su hijo Sikem todos los que salían por la puerta de la ciudad y fueron circuncidados todos los varones; cuantos salían por la Puerta de la ciudad. Pero sucedió que al tercer día, cuando más padecían, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dinah, tomaron sendas espadas y atacaron la ciudad a mansalva, matando a todos los varones.
También a Ḥǎmor y Sikem, su hijo, mataron a filo de espada; luego tomaron a Dinah de la casa de Sikem y se salieron. Los hijos de Jacob se lanzaron sobre los muertos y saquearon la ciudad porque se había deshonrado a su hermana. Además, cogiéronse loz rebaños, las vacadas y los asnos de aquellos, más lo que había en la ciudad y lo que había en el campo, y aprehendieron toda su fortuna, a todos sus pequeñuelos y sus mujeres y saquearon todo cuanto había en las casas.
Dijo entonces Jacob a Simeón y a Leví:
—Me habéis perturbado, haciéndome odioso a los habitantes del país, a los cananeos y a los perezeos. Yo cuento con corto número de hombres, y aquellos se congregarán contra mí, me desbaratarán y seré exterminado juntamente con mi casa.
Pero ellos respondieron:
¿Es que se podía tratar de nuestra hermana como una prostituta?
Génesis 34:13-31
Este tema del desprecio a un pueblo extranjero y el trato de Dinah como una prostituta nos recuerda mucho al primer mandamiento del decálogo de J. Aparentemente, Dinah no solo estaba siendo tratada como una prostituta porque Sikem disponía de su cuerpo, sino también porque estaba siendo deshonrada al cohabitar con alguien de un pueblo ajeno al de Jacob. Este relato que para todos los efectos un genocidio perpetrado por Simeón y Leví, contrasta marcadamente con la manera en que E nos relata cómo se conquistó a Sikem para que fuera parte de Israel:
… A su venida de Paddán ʼǍram, Jacob llegó incólume a la ciudad de Sikem, que está en el país de Canaán, y acampó enfrente de la ciudad. Luego compró la parcela de campo donde había desplegado su tienda, de mano de los hijos de Ḥǎmor, padre de sikem, por cien qeśiṭás. Allí erigió un altar, al cual denominó: ’El-’Ĕlohéy-Yiśra’el [i.e. ’El, Dios de Israel]
Génesis 33:16-19
¿Por qué esta discrepancia entre J y E? Es evidente que ya para el siglo X o el IX a.e.c., cuando se escribió el texto J, la la circuncisión había calado como señal de membresía de un pueblo, el de Israel, cuyo nombre precisamente proviene del que Yahveh le otorgó a Jacob. Sin duda, esto le hacía distinguirse de los pueblos gentiles a su alrededor. (Dozeman 296) Noten que en esta narración etiológica, el genocidio lo cometieron Simeón —el nombre del patriarca de una tribu sureña— y Leví —el supuesto ancestro de los levitas—. Veremos más adelante por qué este último detalle es importante. Sin embargo, Sikem era una ciudad norteña, establecida en el territorio de Manasés, en un lugar cercano a la frontera con el sur. Para E, relato creado por un sacerdocio norteño, Sikem fue obtenida mediante una compra de tierra y un acuerdo con la monarquía de la región. Sin embargo, J obtuvo a Sikem mediante una masacre. (Friedman, Who Wrote cap. 2)
La siguiente referencia de J a la circuncisión es extremadamente breve. (Davies 1:348-349) Después de que Yahveh reveló su nombre a Moisés y este se disponía a regresar a Egipto para cumplir con el mandato del dios, ocurrió un suceso bien extraño:
Acaeció que, en el camino, en una posada, hízosele Yahveh el encontradizo [a Moisés], e hizo ademán de matarle. Entonces Ṣipporah, cogió un sílex, cortó el prepucio de su hijo y, tocó [con él] sus pies, exclamando: “¡Realmente eres para mí un esposo de sangre!” [Yahveh] le dejó al tiempo que ella dijo: “esposo de sangre”, aludiendo a la circuncisión.
Éxodo 4:24-26
¿Entendieron lo que ocurrió? Pues bien, yo tampoco. Los eruditos también se rascan la cabeza ante este suceso casi incomprensible. (Davies 1:360-362; Meyers 63-64) Así que no se sientan muy mal. De lo poco que se puede entender, la circuncisión parece ser un signo de la relación de Yahveh con el pueblo levítico (representado por Moisés y su hijo) utilizando una imagen matrimonial. (Dozeman 297)
El tercer suceso relacionado con la circuncisión en nel texto J no ocurre en el Pentateuco, sino en un relato del Libro de Josué, cuando este se preparaba para la guerra.
… En aquella sazón dijo Yahveh a Josué: “Hazte cuchillos de pedernal y circuncida a los hijos de Israel [
Josué 5:2-5,7-9por segunda vez]”. Hízose, pues, Josué cuchillos de pedernal y circuncidó a los israelitas en el collado de ’Ǎralot. Y la razón por la que Josué los circuncidó fue porque todo el pueblo salido de Egipto, los varones, la totalidad de los hombres de guerra habían muerto en el desierto, por el camino durante su salida de Egipto. Ahora bien, todo el pueblo que había salido estaba circuncidado, mientras que el nacido en el desierto, durante su salida de Egipto, no había sido circuncidado…. Pero a los hijos de aquellos [de los padres que habían visto las obras de Yahveh], que suscitó en su lugar, los circuncidó Josué, pues estaban incircuncisos, porque no los habían circuncidado durante el viaje. Y cuando acabó la gente toda de circuncidarse, permanecieron en su puesto, en el campamento, hasta su curación. Dijo entonces Yahveh a Josué: “¡Hoy he quitado (gal loti) de sobre vosotros el oprobio de Egipto!” Y se denominó a aquel lugar Gilgal hasta el día de hoy.
Esta circuncisión —que no es una medida muy sabia a la hora de prepararse para una guerra— era un preparativo para la Pascua celebrada por Josué y los israelitas, quienes estaban a punto de conquistar pueblos cananeos. El relato también nota una edición importante. Nos habla de una “segunda circuncisión”, pero la explicación posterior nos dice que estos israelitas no se habían circuncidado. Esto parece haber sido un del texto masorético para intentar armonizar el texto con los libros del Pentateuco. Esta convicción se reafirma en el hecho de que la frase “por segunda vez”, no se encuentra en un manuscrito importante, 4QJosha de Qumran, tampoco en la Septuaginta. Este episodio está vinculado al Arca de la Alianza y su cruce por el Jordán, cuando Yahveh “cortó” sus aguas para que pasara su pueblo. Este detalle no es poca cosa, porque como resaltaremos más abajo, el Arca era un objeto vinculado a los levitas. Puede ser que el autor de J haya añadido una explicación para llenar ese vacío del relato original etiológico que utilizó como base. Otros han pensado de que probablemente no se trate de un relato J sino P, pero como establecimos en nuestro artículo anterior, aquí seguimos el modelo de Friedman. (The Hidden; Dozeman 295-300)
En J podemos notar toda una serie de patrones consistentes. De todas las fuentes del Pentateuco, parecería que esta es la que menos le interesa todo lo relacionado a la Ley, los ritos —tales como la circuncisión— y muy especialmente a Moisés, la figura más importante en E, P y D. De hecho, Moisés no parece haber sido la figura más importante para J, aunque el Éxodo sí. El nombre de Yahveh le fue revelado a Moisés en E y P (asumido en D), pero en J, la humanidad lo conocía desde el mismo comienzo y la primera persona en mencionarlo fue Eva. (Génesis 4:1) Toda la Ley Moisaica se reduce al decálogo que ya discutimos. En J no se menciona para nada la Tienda del Encuentro (según E) o el Tabernáculo (según P), tal vez uno de los símbolos del Templo más importantes en la Biblia Hebrea. Según J, Rubén, el primogénito de Jacob (Israel) no se beneficia de su primogenitura, porque se acostó con las concubinas de su padre (Génesis 49:3-4); los siguientes dos, Simeón y Leví, tampoco heredaron el beneficio que le hubiera correspondido al primogénito porque masacraron a los varones de Sikem, pero Judá, su cuarto hijo, sí tuvo ese honor. (Génesis 49:3-8) Es Judá, no Leví, quien salvó a José de morir. (Génesis 3:26-27) La raíz del nombre Roboam, el rey de Judá cuando ocurrió la división de reinos, aparece seis veces en J. (Génesis 13:17; 16:2; 26:22; 35:21; Éxodo 3:8; 34:24) ¿Qué nos indica todo esto? Que el autor de J muy probablemente no fue levita, sino alguien que era escriba en la tribu sureña de Judá, la tribu de David, Salomón y Roboam.
Nota interesante: Friedman nos sugiere de que el autor de dicho texto pudo haber sido autora. Es Eva la primera en mencionar el nombre de Yahveh. De hecho, contrario a la lectura cristiana del relato de Adán y Eva, fue ella la que le dio a la humanidad cualidades divinas, no fue propiamente una “caída”. (Génesis 3:4,6,22) Simeón y Leví masacraron a Sikem por su hermana. J le dedica una parte a hablarnos de Sara y Hágar, Rebeca, además de una parte sustancial a hablar de la situación particular de Tamar. (Génesis 38) Cuando la madre de Moisés quiso salvarle poniéndole en el río, era Miriam quien vigilaba por su bienestar y fue la hija del Faraón quien le sacó de las aguas. Fue Ṣipporah quien salvó a Moisés de haber sido ejecutado por Yahveh. Es J quien basa su relato en el Himno del Mar, que muy probablemente era originalmente el Canto de Miriam, un texto que tiene vínculos con el Canto de Déborah. No podemos saber a ciencia cierta que la autoría de J se deba a una mujer, pero el texto no nos puede cerrar a esa posibilidad. (Friedman, Who Wrote cap. 4; Friedman y Donlansky cap. 3)
Sin lugar a dudas, J se relaciona con los intereses de la corte davídica de Roboam, tiene un mínimo interés por Moisés, pero no tiene interés ritual alguno excepto el mencionado por su decálogo ni tampoco le importa los elementos particulares del Templo. Ahora bien, lo que sí podemos decir es que en los tres relatos yahvistas en torno a la circuncisión, los tres están relacionados con los levitas de una u otra forma: Leví masacró a Sikem, Moisés y su hijo (levitas) fueron circuncidados y la circuncisión de los israelitas bajo Josué ocurrió como acto asociado al cruce por el Jordán del Arca de la Alianza.
La circuncisión en E, P y D

¿Por qué es importante todo esto? Por una sencilla razón, para J la circuncisión no era tan importante que debiera convertirse en sí misma un signo de alianza con Yahveh, por eso su requerimiento no fue incluido en su decálogo. Al contrario, la circuncisión era una práctica con la que los israelitas se distinguían de otros pueblos incircuncisos de la época tales como los filisteos y los cananeos no israelitas.
P creó un texto paralelo al de J (Génesis 15) sobre la alianza de Yahveh con Abraham. (Génesis 17:1-27). Allí, P introdujo lo que se conoce hoy como la Alianza Abrahámica que aplica a los pueblos semitas —judíos y árabes— que reclaman su ascendencia a partir de este patriarca. En dicho texto, se establece la circuncisión como la base de esta alianza, algo que se reafirma una y otra vez en escritos de P a través del Pentateuco: Génesis 21:4; Levítico 12:1-3.
En las tradiciones P y D vemos una metáfora bien interesante utilizada a través de sus textos. He aquí lo que P y su profeta asociado Ezequiel, un aarónida, tuvieron que decir:
También yo procederé en oposición a ellos y los conduciré a país de sus enemigos. Pero entonces se humillará su corazón incircunciso y expiarán su iniquidad.
Levítico 26:41
… con vuestro introducir extranjeros, incircuncisos de corazón e incircuncisos de cuerpo, para que estén en mi Santuario [Templo] profanando mi Casa…. Así ha dicho ’Ǎdonay Yahveh: Ningún extranjero, incircunciso de corazón e incircunciso de carne, entrará en mi Santuario …
Ezequiel 44:7,9
Lo mismo ocurre con la fuente D y el profeta cercano a esta tradición, que casualmente vivía en ‘Ǎnatot, Jeremías:
Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón y no endurezcais más vuestra cerviz.
Deuteronomio 10:16
Yahveh, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tu prole, para que ames a Yahveh, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
Deuteronomio 30:6
Circuncidaos en honor a Yahveh y quitad los prepucios de vuestro corazón, ¡oh varones de Judá y moradores de Jerusalén! …
Jeremías 4:4
He aquí que vienen días —oráculo de Yahveh— en que tomaré cuentas a todo circuncidado como a incircunciso, a Egipto, a Judá, a ’Ĕdom, a los hijos de ‘Ammón, a Mo‘ab a todos los de rasuradas guedejas y que habitan en el desierto; pues todas las naciones son incircuncisas, y todos los de la casa de Israel, incircuncisos de corazón.
Jeremías 9:24-25
El sentido de todos estos pasajes es que para hacer valer la alianza con Yahveh, no hace falta la señal externa de la circuncisión sino la disposición interna de honrarla. Si esto no bastara, tanto P como D añaden otras metáforas bien particulares que se relaciona también con la circuncisión. He aquí la de P:
[Habla Moisés con Yahveh] Si los hijos de Israel no me han escuchado, ¿cómo me ha de escuchar Faraón, siendo yo incircunciso de labios?
Éxodo 6:12
Pero Moisés respondió ante Yahveh:
—He aquí que soy incircunciso de labios. ¿Cómo, pues, me ha de escuchar Faraón?
Éxodo 6:30
He aquí lo que tiene que decir Jeremías con una metáfora nueva:
—¿A quién deberé hablar y amonestar para que escuche? He aquí el oído está incircunciso y no pueden prestar atención….
Jeremías 6:10
Contrario al autor o autora de J, los levitas, fueran aarónidas o no, estaban obsesionados con el tema de la circuncisión. Y, como ya indicamos, nuestra única fuente que no es levítica vincula a Leví inequívocamente con el tema de la circuncisión.
¿Por qué es esto importante? Aunque aparentemente la circuncisión era una práctica común entre los israelitas y continúa vigente en el judaísmo, no era tan excepcional. Se practicaba por pueblos tan diversos como los fenicios, los sirios y el Antiguo Egipto. De esto último tenemos constancia gracias a un relieve de una tumba egipcia del siglo XXI a.e.c. Para el siglo V a.e.c. el famoso historiador griego Herodoto documenta la práctica en el Antiguo Egipto, señal de que tal costumbre había perdurado por milenios.
El Arca de la Alianza

El Arca de la Alianza es tal vez uno de los objetos más misteriosos de toda la Biblia Hebrea. Este es uno de los temas de los que torrentes de tinta se han derramado al respecto. Este es nada más ni nada menos que la representación visible de la presencia de Yahveh en su pueblo.
El Arca consiste de una caja de madera recubierta de oro con un volumen aproximado de 114 cm. x 69 cm. x 69 cm. (o 47″ x 27″ x 27″), que tenía una tapa y sobre ella, unos querubines recubiertos de oro al tope que simbolizaban el trono de Yahveh. Además, tenía unos aros donde irían unas barras que le permitían a los judíos cargar el artefacto. Supuestamente, contenía en sí tres objetos: la vara de Aarón que milagrosamente Yahveh hizo florecer para indicar a los levitas como el sector sacerdotal, las Tablas de la Ley y maná. (Éxodo 16:33-34; 25:10-22; 37:1-9; Números 17:1-11) Este objeto se halla vinculado a los levitas desde el mismo comienzo, tanto mítico en torno a Moisés y el Éxodo, como histórico.
Hoy día, los eruditos sostienen que el texto más antiguo en torno al Arca se encuentra en Números 10:35-36, que dice:
¡Levántate, Yahveh
sean dispersados tus enemigos;
y huyan quienes te aborrecen
de ante tu rostro!“¡Vuélvete, Yahveh, hacia las miríadas de los millares de Israel!”
Números 10:35-36
A este himno se le conoce como la Canción del Arca, recogida por la tradición J, por ende, anterior al siglo X a.e.c. Esto ilustra al artefacto, no solo como instrumento religioso, sino uno de guerra. (Freedman, “Ark of the Covenant”)
En la historia deuteronomista, la primera vez que aparece el Arca fue en Šiloh, donde estaba el sacerdocio que precisamente era autor de E. (1 Samuel 4:3) Cuando David decidió unificar los territorios del norte y el sur bajo su poder, no solo mantuvo como aliados a los sacerdotes de Šiloh y los aarónidas del sur, sino que también llevó el Arca de la Alianza a Jerusalén. (2 Samuel 6) Se convirtió eventualmente en el objeto sagrado que habitó el Templo de Jerusalén bajo Salomón. (1 Reyes 6:23-28; 8:6-7) Después de haber sido removido del Santo de los Santos posteriormente, el rey Josías lo volvió a colocar en ese lugar durante el proceso de reforma. (2 Reyes 21-23; 2 Crónicas 33-35)
Lo que ha causado cierta consternación en todo el mundo, no solo los estudiosos, es su repentina y misteriosa desaparición. La última referencia que tenemos al Arca fue en relación con Josías y cuando volvió a convertirla en centro de culto yahvista. (2 Crónicas 35:3) La fuente D atestigua su existencia en sus tiempos. La evidencia que tenemos a partir de los textos bíblicos, al menos de su desaparición, indican fuertemente que fue destruida de alguna forma por los babilonios.
Ahora bien, si existió el Arca de la Alianza y fue atestiguada por documentos creados presumiblemente durante la época de su existencia, ¿qué inspiró su creación? ¿Por qué fue un objeto tan importante en el judaísmo por tantos siglos? ¿Hay algún artefacto semejante en el Mundo Antiguo? Estas preguntas son difíciles de responder, debido a que su origen se ha perdido en la oscuridad de la historia, dado que la narración de su construcción durante el Éxodo proviene de fuentes escritas siglos después del supuesto acontecimiento.
Aun con todo, sí podemos mirar artefactos que sean semejantes al Arca que se utilizaban en la Antigüedad. Por ejemplo, algunos eruditos han propuesto lo que se conoce como una palanquina divina, como las que se ven en relieves asirios del siglo VIII a.e.c. En cierto sentido, una palanquina transportaba a una representación de la divinidad de la misma manera que se hacía con el Arca de la Alianza. Sin embargo, la palanquina asiria no utilizaba barras y no se utilizaban cajas o tapas. Tampoco parece que existiera restricción alguna en cuanto a quién podía tocarlas. (Noegel 325)
Otro objeto asociado al Arca es un ‘uṭfa beduino.
Los ‘uṭfa acompañaban a las tribus en las batallas debido a que representaban la presencia de lo divino. Sin embargo, hasta ahí terminan las semejanzas con el Arca de la Alianza. No hay caja, ni barras para cargarlas, ni tapa, ni querubines. Asimismo, no estaban están recubiertas de oro y eran los camellos los que las cargaban.
Sin embargo, los objetos más parecidos al Arca en el Medio Oriente … se encuentran en Egipto. Enn un importante artículo, Scott B. Noegel ha elaborado un argumento muy persuasivo de que las barcas egipcias eran objetos muy parecidos al Arca de la Alianza en casi todos sus aspectos, mucho más que los demás artefactos que acabamos de mencionar.

Estas no eran barcas que se colocaban en las aguas del Nilo, sino que más bien se cargaban. Las que fueran para transportar a alguna imagen de la deidad, se le cubría a la naos de oro y su figura se colocaba sobre un trono en forma de bloque. Cuando se transportaba un sarcófago, se le llevaba con un catafalco envuelto de oro. En el caso de la Barca de Amón, de Seti I, y el de Horus estaban adornados con seres alados protectores, muy parecidos a los querubines. Estas barcas eran transportadas por sacerdotes purificados utilizando unas barras. No solo eso, sino que las barcas también cumplían casi las mismas funciones que el Arca de la Alianza: consulta a la divinidad, procesión, augurios, entre otros. Los israelitas le llamaron al Arca un ʼaron, palabra que parece querer decir “sarcófago”. (2 Reyes 12:9-16 / 2 Crónicas 24:8-12) (Noegel 226-235)
Este no es el único objeto en Egipto parecido al Arca, Lord Carnavon y Howard Carter fueron testigos de las riquezas que se hallaban en la tumba del faraón Tutankamón. Entre ellas, se vio el siguiente objeto:

El artefacto de por sí impactó la imaginación popular hasta el punto de que algunos decían de que el Santuario de Anubis se trataba efectivamente del Arca de la Alianza. Hoy día, la mayoría de los expertos no cree eso, pero definitivamente tiene características muy semejantes al Arca y las barcas. Este artefacto es literalmente una caja de madera pintada con partes doradas, con una tapa y una deidad al tope. Además, probablemente fue cargado en una procesión por sacerdotes purificados y colocado ahí para que sirviera, de alguna manera, como guardián de la tumba del joven rey. La caja significaba el sarcófago que estaba siendo protegido por Anubis y tenía un compartimento que contenía bandejas con pequeñas figuras o imágenes, joyas y objetos religiosos de diversos tipos.
Este no fue el único objeto que recuerda mucho un objeto bíblico. Hubo otro que evocaba la imagen de otro más.
La Tienda del Encuentro (o el Tabernáculo)

Cuando Howard Carter y Lord Carnavon lograron entrar a la tumba del rey Tut, vieron la siguiente interesante estructura.

Lo que ven es una carpa de una tienda y bajo ella hay una estructura de madera cubierta en oro. Michael Homan, un erudito de Xavier University en Lusiana, señala que esta estructura coincide en parte con lo que la Biblia Hebrea llama Tienda del Encuentro (’ohel mo‘êd según E) o el Tabernáculo (mishkān según P). No solo este descubrimiento llama la atención, Homan también destaca otras tiendas similares, tales como una tienda construida a la diosa Hathor. Desde décadas antes, el arqueólogo Frank Moore Cross ya había indicado que la Tienda del Encuentro no difería mucho de otros objetos semejantes que se encontraban en el mundo antiguo tales como Fenicia, el Antiguo Ugarit o el antiguo mundo mesopotámico.
Aun con todo, Homan enfatiza que el parecido mayor se encuentra en Egipto. Ramsés II —al que suele llamársele “el faraón del Éxodo”— para propósitos de Batalla de Quadeš, construyó el Campamento de Guerra de Ramsés II. He aquí el relieve y una representación más precisa abajo:

En la tienda misma encontramos a personas adorando al faraón Ramsés que estaba representado pictóricamente por un cartucho con su nombre y estaba siendo protegido por dos deidades aladas, que nos recuerdan, una vez más, a los querubines del Arca de la Alianza.
Por otro lado, Moisés creó un Tabernáculo rodeado con una estructura muy semejante a la de este Campamento. Este quedaba dentro de un espacio amurallado y que delante de la entrada se encontraba un altar.

De acuerdo con la Biblia Hebrea, el Tabernáculo le sirvió de santuario para el Arca de la Alianza. Según el texto, el Tabernáculo acompañaba a los israelitas en el desierto hasta que finalmente se estableció en Šiloh. (Josué 18:1; Salmo 78:60) Más adelante, el Arca y el Tabernáculo se moverían a Jerusalén, hasta que finalmente ambos encontraron su hogar final en el Templo de Jerusalén. Nótese que el “lugar santo” era el sitio donde solo los sacerdotes podían entrar. En los Santos de los Santos, se colocó el Arca de la Alianza, donde Moisés —alguien con un nombre egipcio— y su hermano Aarón —también con un nombre egipcio— se comunicaban con Yahveh.
Según Homan, tanto el Campamento de Ramsés II como el Tabernáculo fueron edificaciones que de alguna manera reflejaban el orden del universo.

El espacio de las dos estructuras, el Campamento de Ramsés II y la Tienda del Encuentro (incluyendo su espacio), estaban orientados hacia el este —por donde sale el sol—, fueron el doble de largo que de ancho y tuvieron una pequeña entrada al patio. Los respectivos tabernáculos fueron de proporción de 3:1, compuestos de una recepción con una proporción de 2:1 en relación con la recámara del faraón (en el caso del Campamento) o con el Santo de los Santos (en el caso del Tabernáculo).
En el lugar sagrado del Tabernáculo, hubo tres objetos:
- Un altar incensario (Éxodo 30:1-10)
- Un candelabro de siete brazos (Éxodo 25:31-39)
- Una mesa para el pan de la proposición (Éxodo 25:23-30)
Homan señala que estos artefactos pueden entenderse a la luz de tabernáculos semejantes de la época si suponemos que son un reflejo del universo. El candelabro tenía siete brazos probablemente porque aludía a los siete astros dominantes del firmamento: el sol, la luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Este objeto se colocaba al sur del Tabernáculo, porque era en esa dirección donde se podía contemplar el paso de la mayoría de estos fenómenos celestes. Los doce panes en la mesa de la propopsición pudo simbolizar originalmente los doce ciclos lunares al año. Homan recuerda que en el caso del culto a la diosa Ishtar, se solía colocar doce panes ante ella como parte del culto. Sin embargo, una vez más, destaca el mayor paralelo con Egipto con la iconografía de las tumbas egipcias donde se solían ilustrar doce panes.
Tampoco se debe perder de perspectiva que el Tabernáculo no era meramente un recinto de culto religioso. De acuerdo con el Pentateuco, también tenía una función militar. Tanto el Tabernáculo como el Arca se encontraban presentes en toda la narración hasta el periodo de la llamada “Conquista” de la “Tierra Prometida”. Aunque estos acontecimientos son considerados ficticios, no podemos perder de vista que en la narración, era desde ahí que Yahveh daba sus instrucciones para la guerra. También sirvió de lugar para que David escondiera sus armas de guerra. (1 Samuel 17:54)
Muchas veces, se ha supuesto que no existió el Tabernáculo, debido a que el texto bíblico nos da a entender de que se guardó el Tabernáculo dentro del Templo de Jerusalén, cuando en realidad el artefacto se contemplaba como un símbolo del Templo mismo. (1 Reyes 8:3-4; 2 Crónicas 5:4-5) Sin embargo, Homan reconoce el trabajo de Friedman cuando pudo demostrar que era perfectamente posible que cupiera tal objeto dentro del Templo. (Who Wrote cap. 10)
Finalmente, el relato J que habla de cómo Yahveh guiaba a los israelitas mediante una columna de nube o una columna de fuego, ambos fenómenos son rememorados con el altar externo al Tabernáculo cuando se quemaban sacrificios e indicaban precisamente la presencia de Yahveh.
Evidencia acumulada hasta ahora y la hipótesis controversial
El vínculo de los levitas con Egipto es innegable:
- Solo los levitas tienen nombres de origen egipcio, comenzando por Moisés.
- Los levitas tenían una obsesión por la circuncisión ritual, parecidas a las que se hacían en Egipto. En el caso de J, nuestra única fuente no levita, vincula a los levitas con la circuncisión.
- Los levitas transportaban un artefacto, el Tabernáculo, como habitación de Yahveh. De entre objetos semejantes que encontramos en el Medio Oriente, su parecido mayor es con los de Egipto.
- Los levitas también llevaban otro objeto religioso, el Arca de la Alianza, que parece ser una adaptación con el mismo tipo de las barcas egipcias —aunque no era propiamente una barca—.
- Los levitas fueron quienes escribieron y reescribieron la mayoría de la historia de Israel, y la vinculó con Moisés y con Egipto.
- Fueron los levitas los que prescribieron las leyes que después regirían las vidas de los judeos y, posteriormente, los judíos.
- La tribu de Leví fue la única que no tuvo territorio alguno.
- El Canto de Déborah, la canción israelita más antigua que nosotros tenemos, no nos relata nada sobre los levitas —ni para alabarles ni para denunciarles—, mientras que el Himno del Mar, nuestra fuente más temprana del Éxodo, no menciona para nada a Israel.
Recordemos que la evidencia arqueológica nos ha mostrado de manera contundente que la inmensa mayoría del Antiguo Israel, especialmente durante la época de los jueces y siglos más tarde, llevaba a cabo cultos ajenos al Templo y al levítico. De hecho, hay denuncias expresas en el Pentateuco y en la historia deuteronomista de este fenómeno en particular. Es casi como si por siglos, los levitas y los israelitas vivieran en dos mundos distintos con cosmovisiones diferentes en un mismo territorio.
Esto nos lleva a nuestra hipótesis, no es exclusiva mía, sino que muchos estudiosos la han estado considerando y poniendo a prueba por años:
Hipótesis: Probablemente hubo un Éxodo, pero no de todo Israel, sino solamente de un grupo en particular: los levitas. Por cierto, este no fue un Éxodo masivo, sino de un pequeño grupo (¿de cananeos?, ¿de šasu?) que salió de Egipto, se asentó temporeramente en Madián donde asumió el culto a Yahveh hasta integrarse posteriormente a la vida religiosa de Israel con su aportación del yahvismo y su normativa religiosa. No hubo un proceso de conquista, sino un entramado de voluntades político religiosas que colocaron a los levitas en una posición privilegiada en relación con diversos monarcas de Judá.
Aclaro que esta hipótesis no representa el consenso de la mayoría de los expertos en el tema, pero se considera defendible y algunos la defienden.
En nuestro próximo y último artículo justificaremos esta posición.
Este blog se mantiene por el administrador, pero también se sostiene, en parte, gracias a las donaciones de sus lectores. Si le gusta el contenido y desea ayudar, en la medida que se pueda, done con Paypal. Puede también comprarme un café usando PayPal o Stripe. O pueden enviar dinero usando cualquiera de las siguientes criptomonedas:
Bitcoin: 1MLP6kxvE3vNsNcv91BPT3zDd86eMyk9UN
Ethereum: 0xd90DCCbf29A9723594d00b7aE454aD6Af1b4E7B8
Litecoin: LN4gPjGF9cKRJfcVZaTfTvkEnRae4AfAyk
Basic Attention Token (BAT): 0xbFb99452c5558145FF5b3a25129B42f1e03Ae83F
Muchas gracias.
Referencias
Baden, Joel S. The Composition of the Pentateuch. Renewing the Documentary Hypothesis. Edición de Google Books, Yale UP, 2012.
—. The Historical David: The Real Life of an Invented Hero. HarperOne, 2013.
Cantera Burgos, Francisco y Manuel Iglesias González. Sagrada Biblia. Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego. Biblioteca de Autores Cristianos, 2019.
Carter, Howard. The Tomb of Tut-ankh-amen II. Doran, 1927.
Collins, John J. Introduction to the Hebrew Bible. 3ra. ed., Edición de Kindle, Fortress, 2018.
Coogan, Michael. The Bible. What Everyone Needs to Know. Edición de Kindle, Oxford UP, 2021.
Cross, Frank Moore. Canaanite Myth and Hebrew Epic. Essays in the History of the Religion of Israel. Harvard UP, 1997.
—. “The Priestly Tabernacle in the Light of Recent Research.” The Temple in Antiquity. Ancient Records and Modern Perspectives, editado por Truman G. Madsen, Religious Studies Center, Brigham Young University, 1984, pp. 91-105.
—. “The Tabernacle: A Study from an Archaeological and Historical Approach.” The Biblical Archaeologist, vol. 10, núm. 3, septiembre de 1947, pp. 45-68. doi: 10.2307/3209346.
Davies, G. I. Exodus 1-18. T & T Clark, 2020, 2 vols.
Dozeman, Thomas D. Joshua 1-12. Yale UP, 2015.
Finkelstein, Israel y Neil Asher Silberman. The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts. Ed. Google Books, Simon & Schuster, 2001.
Freedman, David Noel. Eerdmans Dictionary of the Bible. Edición de Kindle, Eerdmans, 2019.
Friedman, Richard Elliott. Commentary on the Torah. HarperSanFrancisco, 2001.
—. The Hidden Book of the Bible. HarperCollins, 1998.
—. The Bible with Sources Revealed. A New View into the Five Books of Moses. HarperOne, 2003.
—. Who Wrote the Bible? 2da. ed. con epílogo, edición de Kindle, Simon & Schuster, 2019.
Halpern, Baruch. The Emergence of Israel in Canaan. Scholars, 1983.
—. “The Resourceful Israelite Historian: The Song of Deborah and Israelite Historiography.” The Harvard Theological Review, vol. 76, núm. 4, octubre de 1983, pp. 379-401. doi:
Hayes, Christine. Introduction to the Bible. Edición de Google Books, Yale UP, 2012.
Homan, Michael M. “The Tabernacle and the Temple in Ancient Israel.” Religion Compass, vol. 1, núm. 1, enero de 2007, pp. 38-49. doi: 10.1111/j.1749-8171.2006.00006.x.
—-. 2002. To Your Tents, O Israel! The Terminology, Function, Form, and Symbolism of Tents in the Hebrew Bible and the Ancient Near East, Culture and History of the Ancient Near East. Brill, 2002.
Leuchter, Mark. The Levites and the Boundaries of Israelite Identity. Oxford UP, 2017.
Meyers, Carol. Exodus. Cambridge UP, 2005.
Noegel, Scott B. “The Egyptian Origin of the Ark of the Covenant.” Israel’s Exodus in Transdisciplinary Perspective. Taxt Archaeology, Culture, and Geoscience, editados por Thomas E. Levy, Thomas Schneider y William H. C. Propp, Springer, 2015, pp. 223-242.
Seligman, B. Z. “Sacred Litters Among the Semites with Reference to the Utfa of the Kababish.” Sudan Notes and Records, vol. 1, núm. 4, 1918, pp. 268-282.
Pingback: ¿Fue él Éxodo un acontecimiento histórico? – 8 | Razón y política pública