No hay nada más entretenido y, a la misma vez, frustrante que mirar a la gente postular teorías conspiranoicas donde no hacen falta para explicar la realidad. Es bien sabido por todo el mundo que el 99.99999999999% de los temblores y terremotos que ha habido en la historia de la humanidad se deben al movimiento de las placas tecnónicas. Aun así, hay gente que postula un supuesto fracking que se está llevando a cabo, de alguna manera, en el sur de Puerto Rico. ¿Por qué las autoridades están ocultando que se están llevando a cabo? … Porque genera “mucho dinero”. Esa es la supuesta explicación.
Aun así, cabe preguntarse:
- Como dijimos en una entrada anterior, la única manera en que un fracking generara temblores adyacente a la región sur de Puerto Rico, es si hubiera una torre de fracking a la vista de todo el mundo. En todos los lugares donde hay temblores por fracturación hidráulica, se puede constatar a simple vista su existencia. Ninguna de estas torres de fracking es secreta.
- ¿Cómo puede dar cuenta de que ningún científico ha podido rastrear el origen de estas explosiones a una torre de fracking? Se puede argumentar todo lo que quiera de que “alguien le paga a ellos para no hablar”. Sin embargo, la Red Sísmica de Puerto Rico es una entidad independiente cuyos fondos no proceden de las compañías petroleras. Si se postula que sí, le toca a esas personas demostrarlo. El Dr. José Molinelli también es una de las personas más pulcras del Sistema UPR y muy honesto con sus hallazgos. Él, más que nadie, ha sido una voz que clama en el desierto desde hace décadas en torno a la falta de preparación del gobierno ante la eventualidad de un terremoto. Muchas de sus “profecías” (advertencias) se han realizado.

Para continuar sosteniendo la hipótesis del fracking, continúan elaborando otras hipótesis más descabelladas para salvar la original. ¿No sería más sencillo y razonable atribuir los temblores a la Madre Naturaleza?
Otros no tienen que recurrir al fracking … sino a los Estados Unidos. Para algunos, es el HAARP de Alaska el que está provocando la actividad sísmica. ¿Con qué intención? … No sé. Ahora, el Presidente va a desembolsar fondos de emergencia para Puerto Rico, algo que a él personalmente no le gusta.
Otros van más allá … literalmente … al más allá: a la voluntad de Dios. Entonces citan la Biblia diciendo que “en los últimos tiempos” habrían terremotos. Dado el hecho de que han habido terremotos desde que el mundo es mundo, la supuesta profecía no podía ser más vaga. La cosa no mejora tampoco aludiendo a que “habrán guerras o rumores de guerra”. Si ese fuera el caso, mejor candidata para la señal del fin de los tiempos hubiera sido la Guerra de los Cien Años, que, por cierto, duró 116 años. (Mateo 24:6-7)
Otra gente quiere atribuir los sismos, o la falta de ellos, a los extraterrestres. Nótese que los avistamientos se centran, según Jorge Martín, en el área de La Parguera o la Laguna Cartagena.
¿Por qué la gente insiste en atribuir voluntad inteligente a los temblores (extraterrestres, “los americanos”, Dios, compañías de fracking) en vez de lo obvio y que puede ser fácilmente constatado histórica y geológicamente?
La verdad sobre los seres humanos

El científico naturalista Charles Darwin y, posteriormente y aparte, Alfred Russell Wallace formularon su teoría de descendencia con modificación, que, en su versión más reciente incluye la genética, es el modelo evolutivo que explica la aparición de distintas especies. Cuando uno piensa en el mecanismo de la selección natural, uno no deja de asombrarse de lo sencilla que es esta propuesta. Cuando leyó El origen de las especies, Thomas Huxley, el defensor más vocal de Darwin, exclamó: “Esto es demasiado sencillo, ¿cómo puede ser que no hubiera pensado en eso?” La propuesta es la siguiente:
A medida que transcurre el tiempo, ocurren unas transformaciones fenotípicas de ciertos miembros de una especie que les permite adaptarse mejor a su ambiente y esto se codifica en su genoma mediante selección natural. Los que carecen de esas características, tienen mayor propensidad a perecer, mientras que los que mejor se adaptan pasan sus genes a la próxima generación, así pasando la información que genera los fenotipos que permiten la supervivencia de esa especie. El cúmulo de estas variaciones posibilita la especiación, es decir, la bifurcación de una especie de su cepa original.
Por ende, como argumenté en otro lugar, la evolución de los organismos no se parece a esto …

Sino a esto, más parecido a un arbusto …

No solo eso, sino en la obra El origen del hombre (The Descent of Man), Darwin llevó su teoría a su conclusión natural: el ser humano es también producto de la descendencia con modificación. Somos resultado de un proceso de millones de años en los que nuestros ancestros buscaban sobrevivir.
Todo esto es innegablemente sencillo, pero lo que la gente subestima es lo profunda que es la propuesta y lo abarcadora que son sus implicaciones. Una de ellas es que nuestro cerebro no es producto de una inteligencia que la diseñó con un designio en mente, sino más bien resultado de lo que el etólogo Richard Dawkins llamaba, “el relojero ciego” de los procesos naturales. Por ende, cuando miramos su estructura, vemos que se distribuye de acuerdo a diversas capas evolutivas. La siguiente imagen del cerebro cuatriuno es una sobresimplificación, pero nos da una idea de la distribución de sus partes funcionales:

Según el modelo, en el complejo-R (el área verde, complejo que hemos heredado de nuestros antepasados anfibios y reptiles) se concentran funciones instintivas básicas; el sistema límbico (el área gris, desarrollada por los primeros mamíferos) le da matices emocionales a estos instintos, el neocórtex (área marrón) (que a veces se le llama “el cerebro mono”) es donde se calculan los cursos de acción a nivel lógico y hay funciones emocionales de más alto nivel; y, finalmente, está la corteza prefrontal, distintiva del ser humano, donde se toman las decisiones ejecutivas del cerebro, hay un sentido de autoconciencia y proyección del futuro.
Cada una de estas partes del cerebro la componen interacciones de decenas de subpartes, cada una llevando funciones computacionales. A los neurólogos les encanta hablar del cerebro, no como una unidad, sino más bien como un interacción de miembros de un comité, con cada parte operando autónomamente, buscando de alguna forma la atención y “visto bueno” de otras partes y de la corteza ejecutiva.
La segunda consecuencia profunda de la propuesta neodarwiniana actual es que este diseño del “relojero ciego” que es el cerebro no está hecho para proveernos una percepción fiel del mundo, sino para que un organismo sobreviva en unos ambientes dados. Lo que percibimos no necesariamente corresponde al mundo real, sino de unos procesos de información provista por los sentidos, en los que el cerebro crea un modelo que le permite interactuar con el mundo externo. Bastante de este modelo tiene niveles de predisposiciones de acumulación de instintos y detección de “lo relevante” por parte de nuestros ancestros. Esto es algo que comprenden muy bien los escépticos y los científicos, razón por la que, cuando hacemos experimentos, tenemos que diseñar medidas que compensen por nuestros prejuicios cognitivos.
Uno de estos errores cognitivos, que revelan cómo el cerebro está diseñado para sobrevivir, se relaciona con el hecho de que nuestra mente —el producto computacional del cerebro— divide el mundo entre agentes y no agentes. Un agente es cualquier cosa que nuestra mente interpreta que tiene intención y voluntad propia. Un no agente es cualquier objeto que carece de esos dos elementos. Cuando miro a una persona o a un tigre, lo normal es que nuestra mente le atribuye agencia, mientras que no le atribuimos agencia a una piedra o un risco.
Es menester señalar que para nuestro cerebro, ser agente y ser vivo no es lo mismo. De hecho, una de las razones por las que gozamos de los dibujos animados o de 3D, es que les atribuimos agencia aunque sepamos que lo que vemos no son seres vivos.
Esto lo desarrollamos también en parte porque nuestra mente necesita una explicación para ciertos fenómenos, para entonces asignar causas. En la Antigüedad, donde no teníamos idea alguna del origen del universo, del funcionamiento de los vientos, de los rayos y truenos, de las lluvias o los movimientos del sol, la tendencia de las civilizaciones era la de personificar las potencias naturales. De allí que se buscaba la voluntad de los dioses que se hallaba detrás de los eventos naturales. Los antiguos etruscos y romanos tenían augures que interpretaban el vuelo de los pájaros u otros tipos de acontecimientos naturales. Otro ejemplo, es asignar una plaga que aqueja a una población a ciertas personas, por ejemplo, las brujas. Por ende, nuestro mecanismo para identificar causas falla mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir. Es por ello, que cuando se diseñan estudios para establecer causa y efecto, no es meramente encontrar correlación entre ellos, sino que deben evaluarse otras variables potencialmente causales.
¿Por qué desarrollamos esta capacidad de percibir agencias y causas donde no las hay? Porque, como regla general, eso permitió nuestra supervivencia. El ser humano podía ser víctima de animales que se escondían tras rocas o árboles. Sin no se detenía a pensar en por qué se movía un arbusto (ser inanimado) de una manera inesperada, no podía postular una intención de algún animal depredador que podía ser un potencial peligro para su vida. No solo eso, nuestros ancestros, como animales sociales, tenían amigos y enemigos. En tales casos, se podía notar una conducta social de su grupo, dentro de ambientes de competencia y cooperación, que podía conllevar consecuencias a su persona, fuera a favor o en contra.
Esto se puede combinar con una serie de otros sesgos cognitivos: nos gusta siempre estar en lo cierto, nunca corregirnos; queremos que la información que se nos brinde sea casi 100% certera, sin equivocación alguna; somos excepcionalmente propensos al engaño; somos mucho más emocionales que racionales, por lo que estamos propensos a comprometernos emocionalmente a una perspectiva en vez de admitir un error; buscamos salvar nuestra perspectiva cuando nos encontramos con evidencia que nos causa disonancia cognitiva; queremos sentirnos reivindicados; prestamos atención a lo que confirma nuestras convicciones, no la que nos refuta, etc. Esto no es algo que le pasa solo a los conspiracionistas, sino a todos los seres humanos, la diferencia es solo en grado.
Sin los instrumentos intelectuales y racionales para identificar nuestras debilidades cognitivas, lo usual es que sucumbimos en ellas y obtenemos una cosmovisión bien distante de la realidad.
Las teorías conspiratorias

¿Por qué la gente está tan dispuestas a creer en las teorías de conspiración? Además de lo ya explicado, la respuesta debe ser evidente a todos: las conspiraciones ocurren. En ese sentido, los conspiracionistas no son usualmente una partida de locos que viven en la pura paranoia. Al contrario, lo que les lleva a creer en conspiraciones es porque en muchas ocasiones pasadas han habido instancias de conspiraciones. Aquí menciono solo una gotita de todo el océano de ejemplos que podríamos dar:
- La conspiración de Catilina contra la nobleza romana y que fue denunciada por Cicerón.
- La conspiración encabezada por Bruto y Casio para asesinar a Julio César.
- La conspiración de funcionarios estadounidenses para invadir a territorios españoles tras la explosión del U.S.S. Maine.
- Las conspiraciones de agentes del gobierno de Puerto Rico y de Estados Unidos para perseguir a independentistas: entre ellos, la confección de la infame Ley de la Mordaza y el asesinato de dos jóvenes en el Cerro Maravilla.
- La conspiración de falsos reportes de un incidente del Golfo de Tonkin para justificar la Guerra de Vietnam
- La conspiración para prevenir que los afroamericanos de Tuskegee obtuvieran penicilina para remediar su problema de sífilis.
- La conspiración para infectar a guatemaltecos con sífilis
- La conspiración del Caso Irán Contra.
- La conspiración de los funcionarios del gobierno de Bush (hijo) para entrar en una guerra no justificada en Iraq
- La conspiración de varias farmacéuticas para subirle el precio a varios medicamentos, incluyendo la insulina
Podría continuar un listado, pero ya tienen la idea. El problema es que, aunque las conspiraciones ocurren, a veces percibimos conspiraciones donde no las hay. De hecho, habiendo visto unos cuantos casos de evidente conspiración, cometemos la falacia de la generalización y extendemos indebidamente nuestras hipótesis conspiratorias a fenómenos que realmente ocurren con normalidad.
Ahora bien, ¿cómo distinguimos el grano de la paja? Hay veces que, a partir de unas conductas particulares, podemos inferir razonablemente que puede haber una conspiración gubernamental detrás. Por ejemplo, en el Caso de Watergate, que parecía inicialmente un caso aislado, el cúmulo de evidencia fue apuntando gradualmente cada vez más al Presidente Nixon y ciertos allegados. Por otro lado, siempre puede ser que lo que se percibe como “conducta rara” puede ser resultado de varios factores de los que no tenemos en cuenta, pero que nuestro cerebro conspiranoico interpreta como producto de un tenebroso complot.
Por otro lado, hay casos que cuando uno lo piensa, las propuestas son descabelladas. ¿Cómo saber cuáles son las descabelladas?
- Casos en los que ejecutar lo que hipotetizan los conspiracionistas sería más difícil, sumamente costoso y tecnológicamente inasequible que la versión oficial de los hechos. Por ejemplo, un cierto sector del público no especialista afirma que la tripulación del Apolo 11 nunca fue a la luna. Sin embargo, lo que se propone como alternativa (que fue todo creado en un estudio de filmación) hubiera sido mucho más difícil hacer las imágenes que el público vio.
- Casos en los que formular una conspiración conlleva formular cada vez más hipótesis fantásticas, algunas que exceden la realidad y se sumergen en la fantasía. Ese es el caso de algunas hipótesis en torno al ataque terroristas a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.
- Si la teoría conspiratoria contradice las leyes de la física, además si involucra la complicidad de un enorme número de personas. Mientras más personas, más alguna de ellas puede delatar y denunciar a las demás. Frecuentemente, se nos dice que hay una gran conspiración por las compañías petroleras de prevenir la creación de máquinas de movimiento perpetuo. Esto sucede porque si se revela “la verdad” de la existencia de estas máquinas, entonces esa sería la debacle de toda la industria petrolera. Obviamente, el problema con esto es que eso implicaría la complicidad de toda la facultad de física y los físicos del mundo (incluyendo a aquellos que odian la industria petrolera), debido a que todos los ellos piensan que tales máquinas son imposibles. ¿La razón? La segunda ley de la termodinámica imposibilita una máquina de movimiento perpetuo para generar energía perpetuamente.
- Otro indicador de una teoría conspiranoica descabellada es precisamente que contradice los hechos que conocemos a nivel histórico, pero sin evidencia adicional alguna. Por ejemplo, recientemente Richard Dawkins, en su libro Outgrowing God, hizo eco de una famosa teoría conspiratoria moderna de que la Iglesia escogió los libros del Nuevo Testamento en el Concilio de Nicea (325 EC), algo que los historiadores han dicho que es falso desde hace siglos. Esta es una falsedad zombi que se niega a morir.
- Si proviene de fuentes altamente cuestionables y que viven de sembrar terror en la gente, probablemente la información provista o su teoría conspiratoria no es fidedigna. Aunque tiene una historia larga, eventualmente, fue objeto de “investigación de Alex Jones, quien ha tenido que pagar $100,000 por difamar padres de las víctimas de la masacre de Sandy Hook. Jones es un reaccionario de extrema derecha que, cuando Barack Obama fue electo, comenzó a diseminar unos supuestos planes de utilizar a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) para crear campos de concentración. Para ello utilizó una serie de fotos y vídeos de los supuestos campos de concentración. La mala información ha sido desmentida de manera sencilla en esta página de Popular Mechanics. Una variante de esta conspiración dice que FEMA construyó unas barcazas que servirían de potenciales prisiones.
- No deben ser fiables documentos o fotografías que den señal de ser falsificadas. En el caso de las imágenes, hay que tener mucho cuidado con las que se vean borrosas, ya que esta es la medida más efectiva de falsear su contenido y respaldar la narrativa conspiracionista. Este fue el caso de la famosa fotografía de una gárgola en Guánica, que luego se demostró que era una falsificación. Otro caso notable fue de la alegada creación del grupo Majestic 12 bajo el Presidente Truman, tras el llamado “Incidente de Roswell”. Los supuestos documentos secretos que se dio a conocer bajo los grupos aficionados a los ovnis, resultaron posteriormente tener visos de falsificación. El estándar para evitar caer en este tipo de contenido descabellado, debe buscarse siempre las fuentes de donde provienen y su credibilidad.
- Finalmente, si el alegato parece demasiado fantástico, probablemente no es cierto. Usen el sentido común: hagan un mínimo de examen racional de lo que se alega. Muchos de los que hipotetizan que los temblores recientes que ha sufrido Puerto Rico se deben a fracking, se fajan mostrando documentos de potencial exploración del subsuelo oceánico por petróleo y gas, y reportajes de temblores (menores) en áreas cercanas en donde se puede constatar que se llevan a cabo. Sin embargo, en lo que concierne a Puerto Rico, si no aparece alguna plataforma para hacer fracking en algún área adyacente a los eventos sísmicos recientes, sencillamente esa hipótesis no vale. Puede alegarse todo lo que se quiera, innumerables veces, que estas operaciones de fracking se dan “en secreto”. El problema es que para que se lleve a cabo dicha actividad, se necesita una infraestructura pesada, con una torre alta encima de las aguas. En otras palabras, “el secreto” no puede ser tan secreto porque estaría a la vista de todos. Fuera de las fotos borrosas que se han presentado, que se han constatado que son viejas (del 2013 al 2016) y que se tomaron en Roosevelt Rhoads, Ceiba, ¿hay algún pescador, marino mercante, guardia costanero, crucero, noticiero, dueño de yate, etc. que haya visto dicha estructura y tomado fotos o vídeos de ella? La respuesta sencilla es no. Evidencia de ello es WAPA-TV, que estuvo volando sobre las aguas del suroeste de Puerto Rico, entrevistando a la gente que suele navegar por allí, sin hallar absolutamente nada.
Ergo NO es razonable pensar que los temblores se debieron a fracking. Al contrario, es muchísimo más razonable pensar que los temblores los llevaron a cabo los que han sido, en la historia de la humanidad, causantes del 99.999999999999999999% de ellos … los movimientos y colisiones de las placas tectónicas. Mi pregunta a los conspiracionistas es, ¿por qué esta NO puede ser la explicación más razonable?
Una vez más, nos acogemos a la Navaja de Hitchens: aquello que se afirma sin evidencia, puede descartarse sin evidencia.
A estas alturas, pretender que la interacción entre placas tectónicas no es la explicación más razonable, me parece que hace de esa persona sea presa de sus propios prejuicios cognitivos, producto de millones de años de ancestros que deseaban sobrevivir. Solo los instruentos racionales de las ciencias, la filosofía y el escepticismo liberan la mente lo suficiente para poder captar la realidad.
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