Recientemente, se acaba de terminar una serie en torno a la vida y doctrina de Pablo de Tarso. Esta consiste en unas entrevistas del filósofo venezolano Gabriel Andrade al filólogo español Antonio Piñero.
Gabriel Andrade Campo-Rendondo ha producido una serie de vídeos y podcasts que hemos añadido en nuestro blog desde el mismo comienzo. Considero que es uno de esos pocos filósofos que, mientras busca el pensamiento riguroso con valores progresistas, ha mostrado una extraordinaria labor divulgativa en torno a temas de filosofía, ciencia, política y religión. Él es graduado de maestría en Filosofía y de doctorado en Ciencias Humanas de la Universidad de Zulia. Es colaborador del blog Filosofía en la Red y mantiene el blog Opiniones de Gabriel Andrade. Como este servidor, también Andrade ha estado estudiando muy a fondo distintos aspectos de los orígenes del cristianismo. Entre los libros que ha escrito, se pueden destacar: Breve historia de Satanás y Filosofía para Victoria. De Buda a Bunge. También ha escrito varios textos para la serie “¡Vaya timo!” de la Editorial Laetoli, entre ellas: La Biblia, ¡vaya timo!, El islam, ¡vaya timo!, Jesucristo, ¡vaya timo!, La teología, ¡vaya timo!, Las razas humanas, ¡vaya timo!, El posmodernismo, ¡vaya timo!
Antonio Piñero Sáenz es filólogo, profesor en la Universidad Complutense en Madrid. Es Licenciado en Filología Pura (Universidad Complutense), Filología Clásica (Universidad de Salamanca), Filología Bíblica Trilingüe (Universidad Pontificia en Salamanca) y Doctor en Filología Clásica (Universidad Complutense). No me pondré a mencionar todos los libros y artículos que ha escrito, porque la lista extensa. Me limitaré a mencionar unos cuantos muy recientes, entre los que se destacan: Los Hechos Apócrifos de los Apóstoles (coautor, labor de traducción y comentario), Los cristianismos derrotados, La verdadera historia de la Pasión (coautor), El juicio final, Todos los evangelios (coautor), Año 1. Israel y su mundo cuando nació Jesús, Textos gnósticos (coautor), Jesús y las mujeres, Guía para entender el Nuevo Testamento, Guía para entender a Pablo de Tarso y Aproximación al Jesús histórico. Este año, ha estado elaborando junto a otros eruditos el volumen del Nuevo Testamento de la Biblia Trotta, que sostendrá una perspectiva puramente no confesional de los textos neotestamentarios. Piñero también mantiene un blog publicado en el portal de Tendencias 21 titulado Cristianismo e historia.

La entrevista en torno al tema de Pablo de Tarso se dio en el canal de YouTube de Gabriel Andrade, al que le sugiero a todos los lectores que se suscriban. Aquí les he preparado una lista de vídeos para que vean la serie completa.
Para aquellos que deseen ver los vídeos individualmente, aquí tengo los enlaces a cada uno de ellos:
Observaciones y críticas

Una de las observaciones más importantes discutidas este diálogo tiene que ver con varios asuntos en los que Piñero ha cambiado su opinión recientemente. En estos últimos años, él ha estado suscribiendo la tesis de Richard I. Pervo de que probablemente Hechos de los Apóstoles se escribió muy tardíamente, probablemente alrededor del 110 al 130 EC. Además, también ha estado atento a alguna información en torno a comparaciones estilísticas hechas a computadora que parecen indicar que el autor de Hechos es distinto al del Evangelio de Lucas.
De ser esto cierto, las consecuencias tienen ramificaciones bien interesantes. Por ejemplo, pienso en los primeros dos capítulos del Evangelio de Lucas, que consisten de la versión lucana de los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesús. Hemos discutido ese asunto en esta entrada del blog. Como allí indicamos, hay temas y rasgos que son más afines a Hechos que al Evangelio de Lucas. La pregunta que me hago es, ¿puede ser posible que el autor de Hechos haya revisado el Evangelio de Lucas componiendo y añadiendo los dos capítulos en cuestión y, tal vez, modificando un poco el texto principal? En fin, según algunos eruditos, los dos capítulos se pudieron haber sido escritos después de Hechos.
Lo bueno del diálogo entre Andrade y Piñero es que utilizan como guía de discusión el orden cronológico que aparece en Hechos, pero a la luz de las cartas auténticas paulinas. A la misma vez, Andrade le hacía preguntas sobre cuestiones que suelen emerger a nivel popular y algunas tesis especulativas de ciertos autores, particularmente de Jerome Murphy O’Connor, Hyam Maccoby, entre otros. Es bien interesante ver cómo Piñero, gran admirador de Maccoby, rechaza muchas de sus hipótesis más descabelladas. Por otro lado, él ha acogido de Maccoby su teoría de que la versión de la última cena que aparece en 1 Corintios es fundamentalmente paulina, debido a su forma grecorromana y, de cierta manera, muy afín a los cultos de misterios. Asimismo, recuerda Piñero la afinidad de esta noción eucarística con la manera grecorromana, particularmente estoica, con la que Pablo entiende las congregaciones cristianas. Además, acoge las observaciones de Maccoby sobre las diferencias importantes entre el típico razonamiento fariseo y la doctrina paulina.
Durante la discusión, se resaltaba una y otra vez el hecho de que Pablo nunca abandonó el judaísmo y que jamás dejó de practicar las prescripciones de la Torá. Es más, era a los gentiles, y solamente a los gentiles, que se les eximía de la observancia de algunas de las prescripciones de la Ley de Moisés. Solo se les requería el cumplimiento del contenido moral del decálogo.
Durante la discusión, se presentó brevemente el tema de los gnósticos, un asunto en el que los eruditos todavía debaten. En un momento dado, se dijo que la manera en que se sepultaron los libros de la biblioteca de Nag Hammadi probablemente se debía a que en el siglo IV EC se estaban quemando libros y su dueño quería salvarlos. Quiero señalar que hoy día eso se ha puesto en duda y el problema requiere más investigación.
La única diferencia que tengo con Piñero en toda la discusión sería su convicción en torno a que las cartas seudopaulinas (y otras en el Nuevo Testamento) sean producto de profetas cristianos. No excluyo esta posibilidad totalmente, pero lo tomo cum grano salis. Según su Guía para el Nuevo Testamento, en la Antigüedad, las escrituras seudónimas se veían de una manera distinta a la actualidad y que atribuir las escrituras de un discípulo para atribuírselo a un maestro era bien visto en esa época. Con el respeto que ciertamente se merece Piñero, difiero.

El crítico biblista Bart D. Ehrman escribió dos libros en cuanto a este tema, uno para el público en general llamado Forged y otro a nivel académico llamado Forgery and Counterforgery. Ehrman llevó a cabo un estudio bien minucioso del tema y demuestra —a mi entender, sólidamente— que es exactamente lo opuesto: la seudonimia, o más bien una suerte de la seudoepigrafía, el que un autor se hiciera pasar por otro, era muy mal vista en la Antigüedad. No existía la costumbre (ni tan siquiera entre los pitagóricos) de que un discípulo escribiera a nombre de su maestro. Los antiguos le tenían varios términos para todo tipo de obras de este tipo: “ψεῦδος” (mentira), “κίβδηλος” (adulterado, falsificado), “νόθος” (bastardo). En la documentación disponible, cada vez que se descubría a alguien escribiendo a nombre de otra persona, se condenaba al falsificador. En algunos casos en particular, le costaba la vida. Según Ehrman, no hay evidencia alguna de que era bien vista la costumbre de escribir a nombre de su maestro o de otra persona.
Ahora bien, sabemos que hubo profetas en la Antigüedad y que atribuyeron sus palabras a Jesús. De hecho, varios estudiosos se han dedicado a señalar ciertos de estos dichos de Jesús en el Nuevo Testamento como dichos de profetas cristianos atribuidos a él. Igualmente, puede ser que los profetas se sintieran invadidos por el espíritu de su maestro (e.g. Pablo) y escribieran a su nombre. Hasta aquí, creo que esta visión de los primeros cristianos es razonable. Sin embargo, ¿quiere esto decir que era bien visto en las comunidades cristianas que alguien escribiera todo un libro o toda una carta a nombre de otra persona, aun si fuera un maestro? Quisiera recordar dos cosas al respecto.
- En 2 Tesalonicenses, una carta seudopaulina, parece que se desautorizaba una carta auténtica paulina, a saber 1 Tesalonicenses, implicando que era falsa. y que nadie debía hacerle caso (2 Tes. 2:2)
. - En las Constituciones Apostólicas, hay una condena explícita a textos cristianos que han sido falsamente atribuidos a los apóstoles.
Este último caso es el caso más gracioso, dado que las Constituciones Apostólicas era una falsificación que atribuía bastante de su texto a los apóstoles. Parafraseando a Ehrman, ¿cuán malas eran las falsificaciones en la Antigüedad? Sencillo: las falsificaciones en la época eran tan malas que eran condenadas por otras falsificaciones.
Ahora bien, si los cristianos antiguos sostuvieron algo semejante a la creencia de que ellos pudieran escribir algo a nombre de los maestros, 2 Tesalonicenses nos deja claro que ese hábito no era aceptado por todos ellos. Irónicamente, esta carta es una falsificación (según Ehrman, una contrafalsificación) que acusaba a una auténtica epístola de ser falsa. Si algún cristiano utilizó el pretexto de que alguna carta fuera escrita por él “bajo el espíritu de Pablo”, hay buenas bases para creer que otros cristianos la rechazaban por eso mismo, especialmente los adversarios de la posición teológica defendida en el escrito. Esto explica a su vez por qué, por ejemplo, las epístolas pastorales no formaron parte del corpus paulinum hasta varios siglos después de que algún autor desconocido las escribiera a nombre de Pablo.
Al terminar el diálogo, tanto Andrade como Piñero afirman que de una u otra forma los dos aprendieron del proceso. De hecho, el último decía que con las preguntas del primero, le había hecho reflexionar sobre una serie de cosas. También Piñero sugirió que se hiciera una transcripción de la entrevista para publicar. Me uno a ese sentir.
Espero que mis lectores encuentren en estos vídeos un motivo para aprender más del cristianismo antiguo.
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Muchas gracias.
Me pregunto si has leído el libro de Norman DeWitt “St Paul and Epicurus”, donde se argumenta que Pablo había estudiado epicureísmo y/o sido epicúreo antes de su “obra” cristiana, y que copió o apropió muchas cosas de los epicúreos (incluyendo el estilo epistolar de escrituras didácticas y los modelos comunitarios).
https://newepicurean.com/st-paul-vs-epicurus/
https://www.amazon.com/Paul-Epicurus-Minnesota-Archive-Editions/dp/0816657467
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No solamente lo he leído, sino que lo he criticado en mi libro sobre Pablo. He hecho el PDF de la sección donde hablo del tema para que lo puedas descargar. Desde el día uno (leí el libro en mis años de estudiante universitario), me pareció que la tesis de DeWitt no es viable. Hoy día nadie en la academia la defiende. Pablo era más afín a los estoicistas que a los epicureístas. De hecho, me parece que es muy, muy lejano de los epicureístas.
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