
Hoy, la presidenta de Humanistas Seculares de Puerto Rico (HUSE), Eva Quiñones, se expresó a nombre de la organización en torno al rechazo legislativo a enmendar el Código Civil de Puerto Rico para prohibir las llamadas “terapias de conversión” (terapias de reorientación sexual) en Puerto Rico. Aquí reproducimos su escrito:
Re: Terapias de “Conversión”

En tiempos recientes, se ha hablado mucho de este tema ya que unos buscan prohibirlas y otros buscan que se sigan permitiendo, como en la actualidad. La que lleva la voz cantante en este asunto es Zoé Laboy, y esto va de la mano con legislación similar que se ha aprobado en varios estados.
Veamos. Estas “terapias”, por su naturaleza misma, son secretas y ocultadas por los que las proponen y realizan. Es virtualmente imposible tener data de la ocurrencia de algo como esto, sin embargo, es un secreto a voces que no solo ocurren, sino que, específicamente, son promovidas desde las iglesias. Lo que no es secreto es que no funcionan, son traumatizantes, humillantes y muy dañinas a quienes se las dan, sobre todo si son menores de edad.
¿Por qué las iglesias (no todas, de seguro) promueven estas terapias? Porque ven esto de “hombre que yace con hombre, como si fuera mujer”, como una abominación, y aunque no veamos a ninguna iglesia en Puerto Rico buscando que el remedio a esta abominacion sea el que manda la Biblia, sabemos que la homosexualidad no es una enfermedad ni una patología sujeta a ser “curada”. De hecho, en ningún lugar de la Biblia vemos que puede ser curada, sino que al ordenar que sean matados, parten de la premisa de que no es curable, sino eliminable. ¿Qué dice la Biblia al respecto? En Levítico 20:13 tenemos la expresión mas clara, pero no única, en cuanto a la homosexualidad:
“Si alguien se acuesta con varón como los que se acuestan con mujer, los dos han cometido abominación; ciertamente han de morir. Su culpa de sangre sea sobre ellos.” [Nueva Biblia Latinoamericana].
Levitico 18:22 repite el sentimiento al decir
“No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación.”
De forma no menos dramática, en Romanos 1: 26,27 nos dicen:
“¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales”
Pero de aquí lo que podemos asumir es que si son dejados con vida, el castigo es que no heredarán algún pedazo de bienes raíces místico.
No vemos a ningún grupo religioso en la isla abogando por la inclusión de la homosexualidad como delito en nuestro Código Penal, cosa que el caso de Lawrence v. Texas, 539 U.S. 558 (2003) efectivamente abolió, ni a estatuir el castigo bíblico correspondiente, afortunadamente. Sin embargo, inventarse terapias seudocientíficas para lidiar con un problema que no existe nos parece absurdo. Es apliamente sabido que las organizaciones y grupos profesionales de la salud con base científica no tienen métodos reconocidos para curar la homosexualidad, principalmente porque no lo reconocen como una enfermedad ni patología. De existir alguno, estos no son avalados por la comunidad científica. En resumen, según la American Psychiatric Association Task Force on Appropriate Therapeutic Responses to Sexual Orientation,
“there are no studies of adequate scientific rigor to conclude whether or not such methods work to change sexual orientation. The longstanding consensus of the behavioral and social sciences, and the health and mental health professions is that homosexuality and bisexuality are per se normal and positive variations of human sexual orientation.” Research consistently failed to provide any empirical or scientific basis for regarding them as disorders or abnormalities.” {No existen estudios con la suficiente rigurosidad científica para concluir si estos métodos (las terapias de conversión) funcionan para cambiar la orientación sexual. El consenso de larga data de las ciencias del comportamiento y sociales, y de las profesiones de la salud y salud mental es que la homosexualidad y la bisexualidad son per se normales y son variantes positivas de la orientación sexual humana. Las investigaciones fallan consistentemente en encontar alguna base empírica o científica para considerarlas como desórdenes o anormalidades}.
Ante esta expresión tan contundente de la APA, solo nos queda resaltar que la data al respecto indica que las terapias de conversión reflejan un intento de los grupos, usualmente religiosos, de reparar y remover unas conductas sexuales que consideran como defectos morales o espirituales. La data también indica claramente que estos esfuerzos por cambiar la orientación sexual son infructuosos. Además, los individuos sometidos a terapias de conversión reportan angustias, sentimientos de culpabilidad, inadecuacidad, frustración, depresión, autoimagen negativa, entre otras.
La Organización Panamericana de la Salud (parte de la Organización Mundial de la Salud – World Health Organization) hace eco del consenso científico mundial de que la homosexualidad no es una patología, pero añade en el 2012 que
“The organization further called “on governments, academic institutions, professional associations and the media to expose these practices and to promote respect for diversity.” They further noted that adolescents have sometimes been forced to attend these therapies involuntarily, being deprived of their liberty and sometimes kept in isolation for several months, and that these findings were reported by several United Nations bodies. Additionally, the organization recommended that such malpractices be denounced and subject to sanctions and penalties under national legislation, as they constitute a violation of the ethical principles of health care and violate human rights that are protected by international and regional agreements. {La organización también llama a los gobiernos, instituciones académicas, asociaciones profesionales y a los medios a exponer estas prácticas y a promover el respeto por la diversidad. Además, notaron que los adolescentes han sido a veces forzados a asistir a estas terapias involuntariamente, han sido privados de su libertad y aislados en ocasiones por algunos meses, y que estos hallazgos han sido reportados por varios cuerpos de las Naciones Unidas. Adicionalmente, la organización recomienda que estas malas prácticas sean denunciadas y sujetas a sanciones y penalidades bajo la legislación nacional, porque constituyen violaciones a los principios éticos del cuidado de la salud y que violan los derechos humanos que son protegidos por acuerdos internacionales y regionales.}
Notamos el repudio y rechazo internacional a estas prácticas, no solo por no ser necesarias y sin base científica, sino porque son dañinas a las personas, sobre todo a los mas jóvenes, y porque constituyen violaciones a los derechos humanos de los que son sometidos a ellas. Como humanistas, repudiamos la existencia de estas seudoterapias y nos oponemos contundentemente a que sean permitidas en Puerto Rico. El consenso internacional nos puede informar de manera suficiente de la crueldad de estos tratamientos, y de su inefectividad, a falta de data local que por su naturaleza secretiva e ideológica es difícil pero no imposible de conseguir. Lo que no dudamos es que son terapias falsas promovidas por algunos grupos con base de fe, cosa que se demuestra al ver que son estos grupos los que mayormente las promueven y/o realizan, mediándose de profesionales o líderes religiosos inescrupulosos, y que NO FUNCIONAN.
Exhortamos, debido a la falta de acción de los cuerpos legislativos de nuestra isla, a que las organizaciones y grupos de profesionales de la salud monitoreen de cerca esta situación, y que sancionen a aquellos que ofrecen o promueven estas terapias dentro del ámbito de la salud de forma contundente. No tienen base ni origen salubrista alguno, por lo que no deben ser consideradas como prácticas aceptadas en nuestra sociedad. También exhortamos a aquellos que han sufrido estos tratamientos a que acusen y le reclamen públicamente a los que los han torturado con estas terapias malvadas, y que sepan que no estarán solos, que son seres humanos con derecho a vivir y amar consentidamente como su conciencia les dicte, y que desde el Humanismo, los apoyamos no solo en la búsqueda de la prohibición de estos tratamientos, sino también en la vindicación de todas las sexualidades libres y consentidas.