
Cereal. Foto cortesía del Servicio de Investigación Agrícola, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Recientemente, un jurado decidió que la compañía Monsanto debía pagar $289 millones en daños y perjuicios a Dewayne “Lee” Johnson, por no haber etiquetado sus botellas de RoundUp® en torno a su probable genotoxicidad. Este resultado descabellado no se sostiene a nivel científico.
Hasta el mismo juez del caso reconoció que era floja la evidencia de que el glifosato estuviera ligado al linfoma no hodgkiano (NHL), según se presentaba en la monografía de la Agencia Internacional para la Investigación de Cáncer (IARC), una rama de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es más, ninguna otra agencia del mundo (¡ni una!) coincide con la posición de la IARC, ni tan siquiera su organismo madre, la OMS (WHO/FAO, 2016, pp. 19-28).
Pues, se le ha puesto la cereza al tope a todo este bizcocho con un estudio publicado recientemente por el Environmental Working Group (EWG) en torno a muestras de diversos productos de desayuno, vendidos en los supermercados, que contienen trazas de glifosato (Temkin, 2018). Veamos lo que encontraron:
- Se examinaron varias muestras, cada una de cereales de marcas distintas. Cuarenticinco de ellos, producidos convencionalmente, mientras que otros 16 eran orgánicos.
. - Se detectaron trazas de glifosato en 43 de los convencionales y 5 de los orgánicos.
. - Hubo casos en los que las trazas superaban los límites de seguridad estipulados por el EWG (160 ppb —es decir 160 partes por mil millones): 31 de los convencionales y 0 de los orgánicos.
Esta evidencia parece alarmante.
¡Oh no!

Rostro aterrorizado
Estamos ingiriendo más glifosato que debemos, en una dosis superior a la determinada por el EWG. ¡Corramos a las montañas! ¡Salvémonos!

Imagen gif, cortesía de Griphy.
¡Esperen! … ¡Témbol! … Antes de salir corriendo, tenemos que hacer unas preguntas pertinentes.
¿Qué significa que la dosis sea superior a la determinada como segura por el EWG?
¿Es el EWG una agencia de gobierno? No.
¿Es una agencia internacional de seguridad alimentaria? No.
¿Establece el EWG algún tipo de normativa nacional estadounidense o internacional que sea considerada por algún organismo salubrista o gobierno? No.
Entonces, ¿qué es ese organismo? El EWG es una entidad sin fines de lucro o una organización no gubernamental que aboga por mejorar la calidad del consumo, que sea más consistente con el bienestar del medio ambiente. El interés es, por supuesto, loable. Pero, como en el caso de Greenpeace, Friends of the Earth y otros, vale preguntarse si es un estudio serio o uno de carácter propagandístico. Su autora es una toxicóloga asociada a causas ambientales. En principio, no debemos poner en duda su integridad, sino que debemos tener en cuenta que hay científicos que trabajan para muchas de estas entidades. Sin embargo, en algunos casos, un número de ellos puede cegarse ideológicamente y llegar a conclusiones erradas. Veamos si este es uno de esos casos.
En primer lugar, el estudio no se publicó en ninguna revista académica respetada, sino en un portal. Segundo, no fue revisado por pares independientes para aumentar su grado de credibilidad. La revisión o arbitraje por pares no garantiza que lo que se diga sea infalible, pero sí es un paso muy importante a la hora de establecer un grado de credibilidad de lo que se publica. Claro, ahí no terminan los cuestionamientos, sino que siempre existe la posibilidad de debatir su contenido en esa revista o en otras.
Ahora bien, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha examinado todo un rango de aplicación de glifosato muy superior al límite de EWG, a saber, 0.1 a 310 ppm (partes por millón), un tanto inferior a la dosis que consume el ganado mediante su pienso (400 ppm), según la EPA y también según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) (Benbrook, 2016, p. 9; EFSA, 2018, pp. 4, 9, 12). Note el lector laico el cambio de unidades, de partes por mil millones (ppb) a partes por millón (ppm). La cifra de 310 ppm es muy superior a la de 160 ppb (=0.16 ppm).
En otras palabras, en general, las agencias internacionales han encontrado que aun en el caso del ganado, una dosis de 400 ppm al día no les perjudica en la salud. En el caso de los seres humanos, podríamos ingerir hasta 310 ppm de glifosato al día, sin que esto nos intoxique. De hecho, si vemos los resultados del EWG en cuanto a los productos en que encontraron trazas de glifosato superiores a 160 ppb, vemos que estas cantidades son muy inferiores a las que hemos visto. Veamos algunos ejemplos:
- Quaker Dinosaur Eggs, Brown Sugar, Instant Oatmeal contenían trazas de glifosato de 620 ppb (=0.62 ppm) y 780 ppb (=0.78 ppm).
. - Cheerios Toasted Whole Grain Oat Cereal tenía cantidades de 470 ppb (=0.47 ppm), 490 ppb (=0.49 ppm) y 530 ppb (=0.53 ppm).
. - Giant Instant Oatmeal, Original Flavor tenía una cantidad de 760 ppb (=0.76 ppm).
. - Quaker Old Fashioned Oats daba 390 ppb (=0.39 ppm), 1100 ppb (=1.1 ppm) y 1300 ppb (=1.3 ppm).
Los números nos muestran que la cantidad de glifosato en nuestros cereales es extremadamente insignificante para que nos intoxique. En ese sentido, es falso lo que afirma el EWG, a saber, que hay “demasiado glifosato” en los cereales de niños y que esto representa un problema de seguridad alimentaria.

Logotipo del EWG
Este tipo de noticias no es nuevo, ya que hace algunos años se diseminó una información similar, de la que hablamos en otro lugar. Para darles una idea de cuan insignificantes son estas trazas, piense en lo siguiente: para empezar a sentir los efectos tóxicos del glifosato, un adulto debería haberse servido 1,270 platos al día y un niño 635 platos al día. Probablemente, en tal caso, ambos morirían de sobredosis de cereales ingeridos el primer día antes que de sobredosis de glifosato. Así que cuando las dos compañías, General Mills y Quaker, respondieron al EWG diciendo que sus productos están dentro de los parámetros de regulación alimentaria y que sus cereales son seguros, estaban diciendo la verdad.
Si este es el caso, ¿de dónde el EWG obtiene el número mágico de 160 ppb? Ellos lo explican. Utilizan una evaluación de riesgo de genotoxicidad para el glifosato propuesto por los científicos de California e incluye los factores de seguridad propuestos por la Ley de Protección de Calidad de Alimentos y, a partir de ahí, establecen un punto de seguridad de 0.01 mg/día (160 ppb al día). Admite el EWG, que esta cifra está muy por debajo que la determinada por la EPA.
Como es de esperarse, este tipo de manipulación de cifras de seguridad ha sido duramente criticada por expertos. Notorio es el hilo de tuits de Tamar Haspel. Pueden darle al siguiente tuit para verlo completo.
Haspel resalta varias cosas en sus tuits. En primer lugar, EGW comete el error de hacerle caso a una propuesta, no una regulación californiana. ¿Por qué escogió esa propuesta, que no es regulación? El EGW no justifica en absoluto esta medida, pero la impresión de ella es que se debe a que su número es bastante bajo. Esta propuesta surge a raíz de la aprobación de Proposición 65, en la que se requiere etiquetar una serie de sustancias para advertir que son posibles cancerígenas, entre ellas, el glifosato. Pues Science for Healthy California propuso un límite de riesgo no significativo de 1.1 mg al día, que es varias veces menos que lo permitido por la EPA para el consumo de un adulto (1.75 mg por kilogramo por día ≈ 140 mg al día).
Continúa Haspel diciéndonos que, después de obtener esa cifra de 1.1 mg al día, el EGW lo dividió por 10. Eso es debido a que algunas de las regulaciones reducen el número (como medida de seguridad) a 1 por 1,000,000, mientras que en california es 1 por 100,000. La división por 10 compensaba ese hecho. Esto no es suficiente, porque estas son cifras para adultos, hay que reducirla más para niños. Así que se dividís, de nuevo, entre 10. Sin embargo, nos dice Haspel, esto tampoco es satisfactorio. ¡Había que cambiar las unidades para que la cifra final se viera GRANDE! Así que en vez de hablar de miligramos o de partes por millón … iba a utilizar partes por mil millones. De todo esto, obtenemos “160 ppb”. No sé por qué no escogieron partes por billón (ppt), el número hubiera sido mucho más impresionante (160,000 ppt, ¡wow!) Por cierto, Maggie Fox y otros han descubierto también esta maña del EGW, vea el artículo de NBC aquí.
Este estudio del EWG no sirve para mucho, fuera de ofrecer algunos datos, y tiene un puro valor propagandístico, cuyo fin es el de atemorizar al público. La táctica ha dado resultado. Aunque los datos ofrecidos no son un problema en ellos mismos, la manera de presentarlos al público, lo es. Muy a pesar de lo que dice EGW, el eliminar el glifosato de la agricultura o cambiar alimentos convencionales por orgánicos no altera para nada los efectos toxicológicos de los alimentos a la salud de los consumidores (Winter & Katz, 2011).
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¿Por qué no debemos atemorizarnos por ingerir el glifosato en nuestra comida?
En cuanto a la famosa monografía de la IARC que designa al glifosato como “probable cancerígeno”, en particular, en relación con el NHL, hemos hecho nuestro análisis aquí. En resumen, esa rama de la OMS no tiene base para afirmar que la sustancia deba catalogarse de esa manera. Sin embargo, aquí me encantaría exponer las razones sencillas de por qué nadie debe preocuparse en cuanto a la ingestión del glifosato en nuestra comida y por qué nuestros hijos no se van a afectar.
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1. La IARC afirma que el riesgo de cáncer por glifosato en consumidores es minúsculo

Edificio del IARC en Francia. Foto cortesía de Rystheguy de Wikimedia Commons. CC-BY-SA 3.0.
Según los mismos científicos de la IARC, los consumidores no deben preocuparse en absoluto de la genotoxicidad del glifosato, ya que (como hemos visto) las cantidades de este en nuestros alimentos es extremadamente insignificante. Su preocupación principal es, más bien, la exposición de los agricultores, jardineros y otros a la sustancia. Dice Kate Guyton, una científica que dirigió los esfuerzos de la monografía:
“I don’t think home use is the issue … It’s agricultural use that will have the biggest impact. For the moment, it’s just something for people to be conscious of.”
Así que, aun si se pensara que las conclusiones de la IARC fueran correctas, a la organización no le preocupa el uso o el consumo cotidiano.
Recordemos también que la Sociedad Americana del Cáncer nos dice que no sería buena política pública la prohibición total del glifosato con base en lo dicho por la IARC.
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2. No hay aumento significativo de incidencias de cáncer en los Estados Unidos, aun cuando ha habido un incremento considerable del uso del glifosato
He aquí una gráfica que representa el aumento de la aplicación del glifosato en la agricultura en los Estados Unidos.

Aumento del uso del glifosato en Estados Unidos (Benbrook, 2016, p. 8).
He aquí la totalidad de incidencias y de mortandad por cáncer en Estados Unidos.

Las tendencias de incidencias y mortandad por cáncer por sexo (Siegel, Miller, & Jemal, 2017, p. 12).
Dado a que la mayoría de la población estadounidense consume productos en los que se encuentra la detestada sustancia, la gráfica de incidencias de cáncer debió haber incrementado. Ese no es el caso. Sencillamente, no hay asociación alguna entre la administración del glifosato y algún tipo particular de cáncer.
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3. El glifosato no está asociado al linfoma no-hodgkiano
Como hemos visto, ha habido un aumento considerable de la aplicación de glifosato en áreas agrícolas y muchos gobiernos, municipios y condados lo han adoptado como medida para lidiar con yerbas y malezas. Pues, la pregunta es, ¿ha habido un aumento sustancial de NHL?
Al contrario, el número de incidencias de NHL, es muy pequeño (4% de la totalidad de incidencias de cáncer), especialmente cuando se compara con otros tipos de cáncer.

Totalidad de incidencias de tipos de cáncer en hombres y mujeres (Siegel, Miller, & Jemal, 2017, p. 13).
En cuanto al NHL, sus casos ya habían dejado de aumentar a finales de los años noventa y se han mantenido estables, mientras que el número de muertes por NHL se ha reducido (Shiels et al. 2013).

Estadísticas de linfoma no hodgkiano. Datos de la National Cancer Institute, del National Institutes of Heatlh.
Si esto es así, entonces, ¿por qué la IARC y otros vinculan ciertas incidencias del glifosato con el NHL?
Andrew Kniss, profesor e investigador de la Universidad de Wyoming, nos explica muy bien este asunto. En el caso de la monografía de la IARC, él nos representa, de la siguiente manera, los datos de la relación entre el cáncer y el glifosato que allí aparecen.

La relación cáncer-glifosato. Imagen cortesía de Andrew Kniss, reproducido con su permiso. Gráfica original en esta página.
Para que entiendan la gráfica de bosque de datos preparado por Kniss, cada punto representa el riesgo relativo de obtener cáncer que tienen los expuestos al glifosato en relación con los que no. Aquellos puntos a la izquierda de la línea (1.0), significa que, en promedio, aquellos que han sido expuestos al químico tienen menos probabilidad de desarrollar cáncer que aquellos que no. Los que están a la derecha, quieren decir que, en promedio, aquellos que han sido expuestos tienen mayor probabilidad de desarrollar cáncer que aquellos que no. Sin embargo, esta gráfica muestra solo los puntos, pero no su rango de incertidumbre, por lo que es una sobresimplificación. Si la línea del rango de incertidumbre cruza la línea de 1.0, eso significa que la evidencia es demasiado débil como para vincular algún tipo de cáncer al glifosato. Eso es lo que ocurre en cada caso de los puntos que están a la derecha.
De todos estos casos, notamos los de NHL, que tienen una cantidad considerable de puntos a la derecha. Verlo así, a primera vista, sugeriría algún tipo de vinculación del glifosato con el NHL. Sin embargo, cuando tomamos estos puntos y buscamos su rango de incertidumbre, vemos que la evidencia de tal lazo es muy débil.

Estudios de casos controlados de NHL. Imagen cortesía de Andrew Kniss, reproducido con su permiso. Gráfica original en esta página.
Como pueden ver, en la mayoría de los casos, los rangos de incertidumbre son cercanos al 1.0 o cruzan la línea. Sin embargo, el hecho de tanto puntos se hallen a la derecha, sin duda, requiere algún tipo de estudio mucho más riguroso y de mayor calidad, como un estudio de cohorte. Este fue el caso del estudio llevado a cabo por el Agricultural Health Study (Andreotti et al., 2018). Veamos su gráfica:

Bosque de datos de la relación NHL-glifosato según el Agricultural Health Study. Imagen cortesía de Andrew Kniss, reproducido con su permiso. Gráfica original en esta página.
¿Que es un estudio de cohorte? Es un estudio epidemiológico y, en este caso, toxicológico, que busca establecer relación causal entre variables de poblaciones de individuos que comparten determinados atributos o exposición. El estudio siguió a un total de 54,251 agricultores que asperjaron herbicidas, de los cuales 44,932 utilizaron glifosato. En el texto se distinguieron cuatro subgrupos por grado de exposición (Q1 son los menos expuestos y Q4 los más). La gráfica nos muestra, más allá de toda duda, que en todos los casos, en promedio, aquellos que aplicaron glifosato a cualquier grado de exposición, tuvieron menos probabilidad de desarrollar NHL que aquellos que no lo rociaron.
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¿Qué quiere decir todo esto?
Todo lo anterior significa dos cosas: primero, que un jurado hizo una malísima decisión con base en una monografía cuyas conclusiones han sido muy cuestionadas, además de estudios de pobre calidad; segundo, que usted ni sus niños obtendrán NHL ni ningún otro tipo de cáncer comiendo Cheerios con trazas insignificantes de glifosato.
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Referencias
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Benbrook, C. (2 de febrero de 2016). Trends in glyphosate herbicide use in the United States and globally. Environmental Sciences Europe, 28(3). doi: 10.1186/s12302-016-0070-0.
European Food Safety Authority (EFSA). (17 de mayo de 2018). Evaluation of the impact of glyphosate and its residues in feed on animal health. EFSA Journal, 16(5), e05283. doi: https://doi.org/10.2903/j.efsa.2018.5283.
IARC. (2017). IARC Monographs on the Evaluation of Carcinogenic Risks to Humans. Vol. 112: Some Organophosphate Insecticides and Herbicides. IARC. Recuperado de https://monographs.iarc.fr/wp-content/uploads/2018/07/mono112.pdf.
Kniss, Andrew. (11 de agosto de 2018). Glyphosate and cancer – revisited. A plant out of place [Entrada en blog]. Recuperdado de https://plantoutofplace.com/2018/08/glyphosate-and-cancer-revisited/.
Shiels, M. S., Engels, E. A., Linet, M. S., Clarke, C. A., Li, J., Hall, H. I., … Morton, L. M. (junio de 2013). The epidemic of Non-Hodgkin Lymphoma in the United States: Disentangling the effect of HIV, 1992–2009. Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, 22(6), 1069–1078. doi: 10.1158/1055-9965.EPI-13-0040.
Siegel, R. L., Miller, K. D., & Jemal, A. (enero/febrero 2017). Cancer statistics, 2017. CA. Cancer Journal for Clinicians, 67(1), 7–30. doi: 10.3322/caac.21387.
Temkin, A. (15 de agosto de 2018). Breakfast with a dose of Roundup?
Weed killer in $289 million cancer verdict found in oat cereal and granola bars. Environmental Working Group. Recuperado de https://www.ewg.org/childrenshealth/glyphosateincereal/.
Winter, C. K. & Katz, J. M. (2011). Dietary exposure to pesticide residues from commodities alleged to contain the highest contamination levels. Journal of Toxicology, 2011. doi: 10.1155/2011/589674.
World Health Organization (WHO)/Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO). (2016). Pesticide residues in food 2016 -Report: 2016— Special Session of the Joint FAO/WHO Meeting on Pesticide Residues. Rome: World Health Organization and Food and Agriculture Organization of the United Nations. Recuperado de http://www.fao.org/3/a-i5693e.pdf.
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