
Bayer y la Tuma de Monsanto / (c) 2018, Pedro M. Rosario Barbosa / CC-BY-SA 4.0
En el día 7 de junio de 2018, murió Monsanto de una vez “para siempre”. ¿Qué fue lo que sucedió? Aquí, ya lo habíamos discutido: Monsanto fue adquirido por la empresa Bayer, compañía farmacéutica, pero que a su vez ha penetrado el mercado de la agroindustria. De hecho, por años ha desarrollado productos que competían con los de Monsanto, el más notable es su producto basado en glifosato.
¿Por qué se da esto? Por varias razones. La principal es la fusión de diversas corporaciones agroindustriales y de ingeniería química a nivel mundial o por su adquisición por entidades con alto nivel de capital. Por ejemplo, Syngenta fue adquirido por el ChemChina, una corporación del gobierno chino y ahora es Syngenta Global. Por otro lado, Dow y Dupont se fusionaron por $130 mil millones en la empresa DowDupont, convirtiéndose en el 2017 en la empresa dominadora en ventas de productos agroindustriales. La gigante alemana BASF tenía unos activos valorados en € 79 mil millones (≈ $ 93 mil millones), mientras que decidió comprarle semillas y ciertos químicos a Bayer, que, a su vez, desarrolla semillas resistentes a la sequía.
Ante este nuevo panorama, Monsanto estuvo en unas serias desventajas. Contrario a lo que afirman muchos activistas, Monsanto no está metido en todos nuestros alimentos, apoderándose del universo. Al contrario, al lado de los monstruos corporativos que acabo de mencionar, en el 2017, Monsanto estaba en una situación bastante modesta. Por ejemplo, el total de activos de la compañía era de $21 mil millones con un ingreso anual de 2 mil millones. Para darles una idea del “dominio” de la empresa en el mercado, les muestro una ilustración que representa el tamaño de ingresos de la empresa en relación con otras corporaciones no agroindustriales.

Gráfica del ingreso bruto de varias compañías (en millardos). Fuente: Franklin Veaux en Quora.
Por otro lado, Bayer no solo se beneficia de la compra de semillas y otros productos por parte de BASF, sino que contaba con unos activos que totalizan los € 75 mil millones (≈ $ 88 mil millones), que es una baja si consideramos que el año anterior (2016) tenía un total de € 82 mil millones (≈ $ 96 mil millones). Los productos de Monsanto se venden bien. La marca Roundup® sigue dominando en el mundo de los herbicidas, un obstáculo que Bayer nunca pudo superar con sus productos. Las semillas resistentes a glifosato y Bt son muy populares entre los agricultores a nivel mundial, por lo que representaría, para su deño, una enorme ventaja en el contexto agrícola mundial.
La fusión finalmente se dio y todo lo relacionado con Monsanto es ahora de Bayer. Debido a la mala fama que tiene el nombre de “Monsanto” ante el público, se determinó sepultarla.
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Un poco de historia
La Monsanto que acaba de perecer no es la Monsanto original, sino otra compañía que asumió el nombre. Por lo tanto, hay que establecer ciertas distinciones a la hora de comprender su historia.
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El “antiguo” Monsanto (1901-2000)

Logotipo del “antiguo” Monsanto
Monsanto fue fundado en 1901 como una compañía de ingeniería química, en St. Louis, Misuri, los Estados Unidos, por John Francis Queeny. Años antes, había entrado a trabajar en una compañía de productos químicos en St. Louis. Allí, se casó con Olga Mendes Monsanto, hija de un hombre de negocios llamado Don Emmanuel Mendes Monsanto, quien llegó a trabajabar en la industria del azúcar en Vieques, St. Thomas y las Islas Vírgenes.

Olga Mendez Monsanto y John Francis Queeny.
Para 1902, Monsanto recibía ingresos sustanciales gracias a su producción de la sacarina, que había sido inventada y mercadeada solo en Alemania. Este es un endulzador que servía (y sirve todavía) como sustituto del azúcar. Su comprador principal fue la Coca-Cola, que en ese momento vendía el líquido como una especie de jarabe “milagroso” para la cura de ciertos males. Además, Monsanto solía producir la vanilina y cafeína para la Coca-Cola y otras empresas en el mercado.
Más adelante, en 1919, Monsanto empieza a expandir sus operaciones hacia Gales, donde colaboró con otra compañía para continuar la producción de vanilina, sacarina y ácido salicílico, químico con el que llegó a sintetizar la aspirina (medicamento creado por primera vez el siglo anterior).
En la próxima década, compró un territorio en Illinois, fundó e incorporó un pueblo llamado precisamente “Monsanto” con el objetivo de minimizar el pago de impuestos y evitar regulaciones. Fue en esta década que la empresa empezó la producción de ácido sulfúrico y otro químico que se volvería un dolor de cabeza posteriormente, el policlorobifenilos (PCB).
En el año 1929, se vendieron las acciones de Monsanto como resultado de la baja estrepitosa de la bolsa. En 1935, fue adquirida por la Swann Chemical Company en Alabama (para mayor producción de PCBs) y, en 1936, por Thomas & Hochwalt Laboratories. La empresa se dedicó en gran medida a producir plástico y goma, además de los otros químicos. Vale añadir que, por esa adquisición, estuvo mucho más cerca de operaciones del ejército, tales como el Proyecto Manhattan y asistió de cierta manera en la fabricación de armas nucleares.
Durante los años 1944 a 1960, hubo un incremento de fabricación de químicos, entre ellos, el poliestireno y otros dos que llegarían a ser controversiales, el herbicida ácido 2,4-diclorofenoxiacético (2,4-D) y el dicloro difenil tricloroetano (DDT). Algunas de estos se utilizaron para fines militares, otros por razones de salubridad. El DDT era un excelente insecticida y bastante inocuo para los seres humanos si no estaban expuestos por un largo tiempo (Agarwal et al., 2012, p. 20). Sin embargo, afectaba a ciertos insectos, lo que repercutió en la población de pájaros. Como resultado de eso y la publicacion de Silent Spring de Rachel Carson, Monsanto y otras compañías tuvieron que finalizar con la producción del pesticida. Durante los años 70, se prohibió por completo. Más adelante, se conocieron los efectos adversos del PCB sobre la salud humana, por lo que Monsanto también dejó de fabricarlo a mediados de esa década. Finalmente, fue prohibido por el gobierno federal a finales de esos años.

Helicóptero Huey asperjando agente naranja durante la Guerra de Vietnam.
Como ya hemos indicado, durante los años 50 y 60, Monsanto, junto a otras compañías, estuvo estrechamente vinculado al ejército de Estados Unidos para la producción del agente naranja. Esta mezcla incluye el químico de 2,4-D y otro llamado 2,4,5-triclorofenoxiacético (2,4,5-T). Ambos herbicidas eran considerados relativamente inocuos, por lo que parecían ser ideales para la defoliación de los bosques de Vietnam. Sin embargo, en ese proceso, tan temprano como en 1952, Monsanto le dejó saber al ejército que en la fabricación de la mezcla, se estaba colando otro químico peligroso: el 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina (TCDD) y que usualmente acompañaba al 2,4,5-T, aun en cantidades ínfimas. Tras la presión de organizaciones científicas y pacifistas, cesó este tipo de operaciones en 1971 (Shuck, 1987, pp. 16-20).
Aun con todo, en la década del 60, científicos de Monsanto también descubrieron el proceso para sintetizar a nivel industrial L-Dopa, un aminoácido que se logró utilizar para tratar la enfermedad del Parkinson. Debido a este logro, dos miembros del equipo de químicos, William S. Knowles y Ryōji Noyori, ganaron el Premio Nóbel de Química en el 2001 junto a K. Barry Sharpless. Además, también aportó fondos de investigación para inventos que pudieran servir de tratamientos oncológicos.
Para los años 70 y 80, Monsanto estuvo interesado invertir en la agroindustria. En 1970, uno de sus científicos, Joseph E. Franz, descubrió que el glifosato (una sustancia que había sido descubierta hacía unos años) tenía propiedades importantes como herbicida. A partir de ese descubrimiento, en 1974, hizo disponible este químico bajo la marca de Roundup®. Al lograr comercializarlo, tras solicitar una patente sobre su proceso de sintetizarlo, el gobierno federal se la concedió.

Logotipo del yerbicida Roundup
Durante la década del 80, también descubrieron que ciertas bacterias descomponían el glifosato una vez llegaba al suelo y eque ran resistente al herbicida. Tras un examen atento, se dieron cuenta de que el origen de este atributo era genético. Mediante experimentos, la empresa logró, para 1983, crear la primera planta transgénica resistente a glifosato. Esto fue ideal para los agricultores, porque ahora podían deshacerse de las malezas con el glifosato sin arruinar los cultivos que querían comercializar. Simultáneamente, tenían el beneficio de que este nuevo pesticida era inocuo en relación con otros utilizados en la industria.
También, en los años 80, Monsanto compró G. D. Searle & Company, la empresa que sintetizó el aspartame y comenzó a mercadear la sustancia bajo la subsidiaria, Nutrasweet Company.
Finalmente, para los años 90, empezó a producir hormonas tales como somatotropina bovina (BST), también llamada hormona del crecimiento bovina (rBGH). Así, las vendió bajo la marca comercial POSILAC®. Esta es la época en que comenzó modestamente un movimiento de demonización a Monsanto. En esta etapa embrionaria, los grupos de derechos de animales y de consumidores plantearon, correctamente, que esta hormona creaba distress a las vacas. La hormona les hacía producir más leche de lo usual, hasta el punto de lastimar sus ubres y producirles mastitis (inflamación e infección de las ubres). En Europa, el Comité Científico sobre la Salud y Bienestar de los Animales concluyó en un informe que las vacas sufrían tremendamente con la administración de la hormona, algo que no se debía exclusivamente a la mastitis, sino también a otros problemas fisiológicos que causaba.
Esto llevaba a otras preocupaciones para los científicos, defensores de los consumidores y el público en general. Para evitar que estas infecciones, se les administraba antibióticos. Como la evolución de las bacterias no se detiene, había una posibilidad real de que el público ingiriera esos antibióticos y ser víctimas de bacterias resistentes a estos. De hecho, cuando un equipo del noticiero FOX quiso investigar en torno a este tema, aparentemente Monsanto los acosó hasta el punto en que no se les renovó el contrato y quedaran fuera de la estación. Finalmente, demandaron a FOX por los sucesos ocurridos.
Aun con todo, Akre y Wilson no son exactamente santos. Durante esa década del 90 y la siguiente, los dos reporteros fueron algo así como un misterio, tanto en su trasfondo personal como su relación. Probablemente, pensaban incluir una mezcla de detalles genuinamente científicos, pero mezclados con sensacionalismo. A pesar del mal de la mastitis generadas a las vacas, los “investigadores” no tenían evidencia alguna (fuera de unos estudios mal leídos) de que la hormona fuera genotóxica o que esta o los antibióticos pasaban a la leche humana. En tales casos, Monsanto se preocupaba por los efectos que eso tendría sobre su negocio y usó todos los medios posibles (rayando en el acoso) para que Akre y Wilson no publicaran su noticia. Así que, hay que tomar su testimonio con pinzas. A fin de cuentas, FOX procedió a hablar del problema de todas formas, pero sin Akre ni Wilson. Finalmente, la pareja no pudo persuadir al jurado (el mismo que les premió los $450,000) del resto de lo que alegaban. Solo les concedió el dinero por su estatus de “whistleblowers” y ya saben lo que sucedió después.
En su última etapa, en 1999, Monsanto fue adquirida por la compañía Pharmacia & Upjohn, y ahí terminó.
Solo estaba interesada en integrar toda una variedad de productos químicos concernientes a la síntesis de medicinas. Nutrasweet fue vendida y Pharmacia decidió que todo lo concerniente a la agroindustria fuera una compañía nueva que heredaría el nombre.
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El segundo Monsanto (2000-2018)

Logotipo de Monsanto del segundo Monsanto
El segundo Monsanto se estableció como una compañía exclusivamente de la agroindustria. A partir del 2000, ya la patente sobre la síntesis de glifosato había expirado en el 2000 y, en ese sentido, no podía seguir teniendo el monopolio sobre el químico, por lo que se vio en la situación de que su producto, Roundup® compitiera con otros en el mercado. Sin embargo, sí sostenía las patentes relacionadas con la producción de semillas transgénicas resistentes a glifosato o que generen el insecticida Bt para la protección de la planta. En ese sentido, Monsanto ponía a la venta de los agricultores los siguientes productos en su versión transgénica:
- maíz
- canola
- algodón
- soya
- alfalfa
- remolacha
- sorgo
- trigo (todavía no disponible en el mercado)
Durante la década del 2000, Monsanto continuó comprando algunas otras compañías para hacer más eficiente su productividad y expandir el mercado de sus productos. En el 2005 compró Emergent Genetics, en el 2007, Delta and Pine Land Company y en el 2008, De Ruiter. Fue en este último año que Monsanto decidió vender su producción de hormona bovina y marca POSILAC® a Elli Lilly.

Logotipo del maíz Roundup Ready, distribuido por la compañía Monsanto.
Desafortunadamente, por el nombre, esta nueva Monsanto llevaba consigo una mala reputación creada por parte de varios grupos que lo pintan como la gran bestia del Apocalipsis que lleva sobre sí la gran ramera que se embriagaba de la sangre de los agricultores. En algunos círculos, se llegó a alegar que “Monsanto era la dueña” de los alimentos del mundo. Cuando se mira la lista, es obvio que Monsanto solo se lucraba de la venta de los cultivos más atractivos económicamente para los agricultores (en inglés “cash crops“). Lo mismo hacían competidores tales como Syngenta, Bayer, Dow, Dupont y otros más. Su negocio tampoco se limitó a los transgénicos, sino también a otras semillas convencionales no transgénicas y hasta semillas orgánicas. De hecho, en un momento dado, Greenpeace vendía semillas orgánicas de Monsanto.
Durante sus operaciones hasta el 2018, se fue montando toda una campaña en contra de la compañía, lo que limitó su acceso a Europa. Los partidos verdes lo hicieron, de tal manera, que se estableció una moratoria a la producción de todos los alimentos transgénicos en el continente. Esto es algo que benefició mucho a las desventajadas BASF, Bayer, Syngenta y otros, ante la entrada de productos transgénicos de Monsanto. Lo malo en todo este caso, es que, años después, algunas de ellas también tuvieron que sufrir la campaña en contra de los productos transgénicos de las corporaciones europeas (véase el caso de la papa Amflora®). BASF en particular tuvo que mover sus operaciones a Estados Unidos para continuar sus investigaciones con transgénicos. Por hoy, España es la única productora de transgénicos en Europa.

Foto cortesía de Jan Satyagraha (2012), GFDL.
El experimento de Gilles-Eric Séralini le echó más gasolina a toda la condenación irracional a la compañía, muy a pesar de que fue rechazado virtualmente por todo el mundo en la comunidad científica por su paupérrimo diseño y su fin propagandístico. También habían empezado a surgir voces en India contra el algodón Bt transgénico, supuestamente porque había estimulado el suicidio masivo de agricultores indios, debido a los altos costos de las semillas. Aun cuando hubo organizaciones internacionales serias que desmintieron esta leyenda urbana y, aun cuando un escéptico respetado de la propaganda a favor de los transgénicos desmintió este asunto, la falsedad de esta tesis todavía perdura. A pesar de ello, se ha documentado los dos más grandes beneficios de los transgénicos a los indios: la reducción drástica de la administración de insecticidas para las cosechas de algodón y su aumento de ingresos y calidad de vida.
Por otro lado, la inversión en el desarrollo de cultivos resistentes a glifosato, ha ayudado a reducir sustancialmente el uso de pesticidas más tóxicos para el medio ambiente y los seres humanos. Además, el uso eficiente del glifosato y el uso del Bt para evitar el uso de insecticidas ha logrado sacar del medio ambiente, no solo los tóxicos y la contaminación que eran usuales en la agricultura, sino también la reducción sustancial de emisión de bióxido de carbono. Para el 2016, los transgénicos removían el equivalente a las emisiones de CO2 que hubieran hecho 16.7 millones de carros en la carretera en un año (Brookes & Barfoot, 2018).
No obstante ello, no toda la represalia por la mala fama fue suficiente. La Agencia Internacional para la Investigación de Cáncer (IARC), una rama de la Organización Mundial de la Salud (OMS) radicó un informe que catalogaba al glifosato 2A (probable cancerígeno). La monografía fue rechazada por las agencias reguladoras más importantes de Europa, Asia y Estados Unidos, incluyendo a la misma OMS.
Aunque su evaluación de la evidencia de genotoxicidad del glifosato ha sido seriamente cuestionada por expertos por múltiples fallas, la monografía sentó las bases para ciertas demandas. La organización US Right to Know logró publicar unos documentos conocidos como los “Monsanto Papers“, en los que se descubren algunas movidas éticamente cuestionables de la compañía. Los documentos revelan que los empleados de la empresa sí pensaban que el glifosato no era cancerígeno y que los sulfactantes, aunque no sean biodegradables, eran inofensivos para los seres humanos o el medio ambiente en las dosis que se administraban. El problema no era la ciencia del glifosato, eso estaba bastante bien establecido. El asunto candente era que las conversaciones descubiertas indicaban que Monsanto estaba escribiéndole artículos a ciertos científicos para que los publicaran bajo sus nombres (ghostwriting). A pesar de que no es delito, sí es un escándalo ético importante. Varios de los implicados han negado que esto sea cierto. No obstante, uno de ellos apareció en los e-mails solicitandole un artículo a Monsanto cuya base fuera escrita por la empresa,. Por ello, su blog fue removido de Forbes.
Por otro lado, también revelan los documentos que Monsanto ayudó a coordinar una respuesta de los científicos atacando el trabajo de Séralini. Sin lugar a dudas, hubo tal coordinación, pero eso no quiere decir que esa no fuera la opinión genuina de los científicos. El trabajo de Séralini raya en “ciencia basura”. Sin embargo, esto se propagandizó en las redes como “evidencia” de que la compañía estaba tratando de ocultad “la verdad sobre el glifosato”.
Todo esto finalmente desembocó en una serie de demandas de víctimas del limfoma no hodgkiano que, en parte gracias a la monografía de la IARC, responsabilizaban al PCB y al glifosato por su enfermedad. En uno de los casos, Monsanto tuvo que pagar $46.5 millones. El que evalúa la relación causal con el glifosato tendrá bajo consideración ciertos experimentos recientes que desmienten al de Séralini (uno de ellos, comisionado por la Unión Europea) y un estudio de cohorte.
Aunque las ventas de sus semillas iban bastante bien en Estados Unidos, Suramérica y Asia. La empresa se vio en aprietos en el campo de sus ventas en India. Estaban apareciendo cada vez más orugas rosadas, resistentes al algodón Bt y empezaron a perderse algunas de las cosechas. Monsanto, vía la subsidiaria Mahyco, quería proveerle mejores semillas para que fueran más efectivas, pero a un precio más caro. En abril de este año (2018), un tribunal de Delhi determinó que se prohibirían las patentes para las semillas y que su precio sería determinado por el ministro de agricultura. Esto representa un golpe duro para Monsanto.

Logotipo de la soya transgénica Roundup Ready 2 Xtend
Por otro lado, Monsanto enfrentó problemas debido a que había hecho disponible un transgénico resistente a un herbicida conocido como dicamba. Aunque el glifosato continúa siendo exitoso, su uso extenso ha conllevado la aparición de 38 especies nuevas de malezas resistentes a glifosato. Desde esa perspectiva, hacían falta cultivos resistentes a otros herbicidas, tales como el dicamba y el 2,4-D. El problema es que el transgénico resistente a dicamba se hizo disponible antes de la fórmula de dicamba preparada por Monsanto para reducir el nivel de volatilidad (“vapor grip“). Debido a esto, muchos agricultores empezaron a utilizar el dicamba normal, y otros cultivos vecinos se vieron afectados. Aunque Monsanto argumentaba que su fórmula especial (Roundup Xtend®), parte de un sistema de cultivos Xtend®, prevenía la volatilidad hasta un 90%, la comunidad científica y los agricultores le respondían diciendo que el problema era precisamente el otro 10%. La naturaleza privativa y propietaria de la fórmula de Monsanto les impide a los científicos investigar más al respecto. Como resultado, los estados de Misuri, Arkansas y Tenesí restringieron el uso de dicamba. Surgieron cuatro nuevas demandas contra la corporación para restituir los cultivos perdidos. Monsanto cometió el error de descartar demasiado rápido la queja de los agricultores, mientras que BASF y DuPont estuvieron en la disposición de trabajar al respecto con sus respectivas fórmulas de dicamba. Para más sobre este asunto, escuchen este podcast.
Este mal paso, combinado con la mala reputación a nivel público, combinada con la mala fama inmerecida por ciertas teorías conspiratorias descabelladas (e.g. que Monsanto derivó el glifosato del agente naranja para limpiar tuberías; que se dedica a demandar a agricultores, que es dueña de toda la base alimentaria del mundo; que quiere exterminar la humanidad, etc.) y otras que sí son merecidas, por sus dificultades en India y Argentina, entre otros factores, lo prundente era poner la compañía a la venta. En un momento dado, Monsanto intentó comprar a Syngenta sin éxito.
Luego apareció Bayer, interesado en comprar a Monsanto. El proceso de fusión con Bayer comenzó el año pasado y concluyó este 7 de junio. De ahora en adelante, Bayer asumirá las ventas de transgénicos y otros productos de Monsanto, mientras que desaparece el tan repudiado nombre.
Reflexiones
Evidentemente, esta no es toda la historia de los dos Monsantos. Sin embargo, de aquí se puede hacer la pregunta: ¿fueron algunos de los Monsantos “la corporación criminal más grande que ha existido en la historia de la humanidad”? Difícilmente. Estas no pasaron de ser corporaciones promedio. Tuvieron ambas sus luces y sus sombras. Entre las luces, podemos mencionar:
- La fabricación de la sacarina,
- la aspirina, que ha salvado vidas
- el aspartamo (que, junto a la sacarina, no constituye peligro alguno)
- la aportación financiera para fines de remedios oncológicos
- la producción de glifosato
- transgénicos resistentes a glifosato
- transgénicos Bt
- vías químicas para hacer posibles tratamientos para la enfermedad del Párkinson
- otras más que no hemos discutido…
Otras cosas que han hecho, son sombras:
- La síntesis de PCB y contaminación de las aguas por ello,
- la participación en la creación de bombas nucleares
- la asistencia en la síntesis del agente naranja, a pesar de la toxina que le acompañaba,
- la hormona bovina,
- la manera inicial en que impidieron que dos reporteros hablaran del tema
- la aparete práctica de escribirle artículos a científicos,
- hacer disponibles transgénicos resistentes a dicamba antes de tiempo,
- malas respuestas de Monsanto a quejas de agricultores y científicos
- … otras más que no hemos discutido
Para bien o para mal, los dos Monsantos hicieron su aportación (buena y mala), y, para fines de la historia, se cerró ese capítulo en el siglo XXI.
Ahora bien, este final no es uno que deseaban sus oponentes. Ellos no querían que Monsanto contribuyera a que otra corporación se hiciera más grande. Además, los activistas perdieron el nombre “Monsanto” para sus campañas, por lo que ahora van a intentar convertir a Bayer en la nueva cara del “enemigo”. Ya comenzaron a hacerlo. Como es empresa alemana, ya están asociándolo a los nazis (especialmente a su pasado oscuro con ese partido nefasto). Este sector reaccionario siempre necesitará algún “enemigo”.
Irónicamente, me imagino que muchos de ellos estarán utilizando clones de IBM (computadoras Dell, HP, Lenovo, etc.) para interactuar con la red y escribir sus artículos. IBM fue una empresa que también cooperó con los nazis (especialmente con los campos de concentración), pero sospecho que, en ese caso, a ellos no les importará usar clones de su tecnología. Ni tan siquiera les moverá a ello el hecho de que los materiales para crear sus ordenadores contaminan mucho más el ambiente que todo el glifosato administrado en 1000 hectáreas de cultivos. Who cares?!
Veremos cómo se va a restructurar la empresa Bayer a partir de esta fusión y todo lo bueno (y malo) que tenga que brindarnos en el futuro.
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