
Una infección del virus del zika como aparece bajo un microscopio electrónico. Foto cortesía del CDC de Estados Unidos.
Desde hace un año, hemos informado al público en torno al virus del zika y su vínculo con la microcefalia, el Síndrome Guillain-Barré y otras enfermedades neurológicas. Noticias de estas asociaciones comenzaron en el 2015 y principios del 2016, especialmente tras noticias de una pandemia de esta enfermedad, lo que causó una alarma global a tal punto que varias revistas académicas hicieron visibles sus artículos relacionados con el tema. La Organización Mundial de la Salud se mantuvo al tanto de los datos recogidos en distintos países del mundo al respecto.
Este blog se mantuvo firme en cuanto a su armonía con el creciente consenso científico de que el virus del zika y la microcefalia estaban enlazados. De hecho, mostramos las razones principales por la que los científicos a nivel mundial lo establecían (véase esta entrada, esta, y esta). No obstante ello, brindamos un poco de espacio a explicaciones alternativas de ciertos científicos puertorriqueños en torno epidemia de microcefalia en Brasil, pero, por razones que se harán evidentes, estas apreciaciones no prosperaron en la comunidad científica dentro y fuera de Puerto Rico.
Por supuesto, no podían faltar las teorías alternativas diseminadas acríticamente por la prensa (escrita, radial y televisiva) como la fomentada por la organización Médicos de Pueblos Fumigados en Argentina que, basada en un informe de Abrasco, achacaba el mal al pesticida piriproxifen. En este blog le advertimos a la prensa y al público en cuanto a esta información que no era sostenida por evidencia científica alguna (véase nuestro artículo). Hasta donde sé, parece que nuestro portal fue la única fuente escrita en Puerto Rico que puso entre signos de interrogación lo que decía Médicos de Pueblos Fumigados (un grupo más activista que científico).
Otras especulaciones afirmaban falsamente que la Fundación Rockefeller había creado y patentado el virus del zika, una aserción ridícula a la luz de la “evidencia” que se intentó circular en las redes sociales para atemorizar al público. La noticia ha sido debidamente desmentida.
Además, activistas antivacunas contribuyeron a la histeria al indicar que probablemente las vacunas administradas a las mujeres embarazadas por parte del gobierno brasileño explicaba la epidemia. El temor infundido por tales noticias hizo que muchas embarazadas las rehusaran. Sin duda, como muchas veces ocurre, los antivacunas pudieron aportar su granito de arena para agravar el problema de salubridad que todavía atormenta a los pobres brasileños.
Pues, a nuestro juicio, todo esto llegó a su punto final. Para finales de marzo del 2016 ya los científicos a nivel mundial habían alcanzado un consenso de que el virus del zika causó los problemas neurológicos de bebés que habían nacido en Brasil. Dicho acuerdo de parecer se ha confirmado fuertemente tras la reciente publicación de un informe preliminar en torno a un estudio de control de casos. Allí se demuestra más allá de cualquier duda que la epidemia de microcefalia en fetos y recién nacidos en Brasil fue causada por el zika. He aquí la ficha:
Barreto de Araújo, T. V. et al. (11 de diciembre de 2017). Association between microcephaly, Zika virus infection, and other risk factors in Brazil: final report of a case-control study. The Lancet Infectious Diseases. doi: 10.1016/S1473-3099(17)30697-7.
El informe recoge los datos de ocho hospitales de maternidad en Recife, Brasil. Encontró que no se pudo vincular la epidemia de microcefalia con otros factores tales como el larvicida piriproxifen. Tampoco se encontró relación causal entre la vacunación de mujeres durante su embarazo y la condición de deformidad de los fetos y recién nacidos. El estudio controló para la vacuna de difteria, tétano y tos ferina (DTaP), la del sarampión y la rubéola y la triple vírica (MMR). Se demuestra en el escrito que el porcentaje de niños con zika que sufrían de microcefalia y problemas neurológicos era significativamente mayor que los del grupo control (es decir, los que no estaban infectados con zika).
El informe está acompañado de un comentario de Federico Costa y Albert I. Ko, donde se resalta la rigurosidad del estudio. También recalca que esto no explica la razón por la que la epidemia de microcefalia de fetos y recién nacidos fue tan severa. Ellos indican que probablemente se puedan encontrar respuestas en previas epidemias de dengue, tal como lo habían sugerido otros estudios.
Con este informe y sus resultados deberíamos ir cerrando ya el debate de si la epidemia de microcefalia en Brasil se debía a vacunas o al piriproxifen. Este informe refuta de manera contundente esa convicción. Al contrario, todo parece indicar que se debió al virus del zika.