En varios artículos de este blog (incluyendo uno de nuestra serie sobre los OGMs), hemos tratado ad nauseam el tema de cómo en general el movimiento antitransgénico descansa casi exclusivamente en revistas predatorias, de muy bajo impacto o de muy mala reputación.
Hace algunos días se llegó a aprobar para publicación un artículo revisado por pares al respecto, aunque todavía no se ha publicado en la revista en cuestión. Este artículo no es independiente, pero su revisión científica ha sido respaldada por los expertos en el campo de la biotecnología. He aquí su ficha:
Sánchez, M. A., Parrott, W. A. (15 de julio de 2017). Characterization of scientific studies usually cited as evidence of adverse effects of GM food/feed. Plant Biotechnology Journal (publicado en línea). doi: 10.1111/pbi.12798.
El primer autor, M. A. Sánchez, es miembro de la Asociación Gremial ChileBio CropLife, organización chilena financiada por compañías que trabajan en biotecnología. El segundo autor trabaja en el sector público, en el Departamento de Ciencias de Cultivo y Suelos de la Universidad de Georgia e invierte parte de su tiempo para la divulgación científica junto a las organizaciones International Food Biotechnology Committee y CropLife International.

Estudio de G. E. Séralini retirado (2012).
En este artículo se expone el hecho de que de todas las publicaciones que concluyen daños por parte de los cultivos OGMs constituyen cerca del 5% de lo publicado en este área. Los autores cuestionan el hecho de que en la opinión pública se echa una sombra sobre todos los OGMs en general, aunque sean muy pocos estudios. Ese bajo porcentaje se publica usualmente en revistas fraudulentas o de muy bajo impacto (ocasionalmente sin ningún impacto) y en general con errores metodológicos que descalifican la validez de su texto. Varios escritos también se publican informalmente en línea sin arbitraje por pares. En otras ocasiones no se han podido reproducir los resultados. En unos casos en que sí se han publicado artículos desfavorables a los OGMs en revistas serias, un buen número de ellas los han retirado. En contraste con ese 5%, el otro 95% constituye el corazón del consenso científico en cuanto a los OGMs. Esto significa que después de más de 20 años de siembra de este tipo de cultivos, no hay literatura que realmente refute el hecho de que son tan seguros como los convencionales.
Para ambos autores, el seudodebate en torno a los OGMs está guiado más bien por consideraciones ideológicas y políticas que genuinamente científicas. En general, la discusión hace un juicio sobre todos los OGMs en vez de un acercamiento más racional, el casuístico, es decir, debe verse por caso. Al final, mencionan los artículos más citados en el seudodebate y el problema científico que tiene cada uno.
He aquí otros problemas comunes con los escritos:
- Usualmente los escriben los mismos autores y utilizan como pilar aquellos estudios del mismo círculo antiOGM.
. - Algunos reclamaban no tener conflictos de intereses, aunque un vistazo a sus credenciales o su trasfondo los delataba.
. - Algunos no mencionaban sus fuentes de financiación.
. - Aquellos que sí lo hacían, estaban siendo sufragados por organizaciones notorias por su oposición a los OGMs.
, - Los errores metodológicos no son meros accidentes de ciertos estudios, sino que violan la normativa o la convención más elemental para mantener la calidad de los estudios.
. - Algunos de los más citados no hicieron experimento alguno, sino que especulan.
. - Algunos no aclaran cuáles variedades de cultivo OGM se están examinando.
. - Usualmente los experimentos no están debidamente controlados y tampoco hay un buen uso de razonamiento estadístico.
Estos y otros errores más nos dan una idea de por qué no debemos tomar seriamente los estudios emblemáticos del movimiento antiOGM.