
La Torre Grenfell a las 4:37 am el 14 de junio de 2017. (Foto cortesía de Natalie Oxford).
Durante la madrugada del 14 de junio de 2016 ocurrió una desgracia en Londres que revela el problema de establecer prioridades inadecuadas por razones ideológicas, es decir, establecer una política “verde” sin velar por otras variables de la ecuación de la seguridad pública.
Poco antes de la 1:00 am se inició un fuego que cobró la vida de más de 30 personas (cifras de hoy). ¿Causa? Por ahora, todo parece indicar que se debe a una decisión de revestir el edificio con unos paneles compuestos de aluminio (ACP por sus siglas en inglés) y que tienen la siguiente estructura:
Estas son esencialmente dos capas de aluminio cuyo centro no está hecho de aluminio, sino de un producto llamado Reynobold, que viene en una variedad flamable. Si el interior es no es resistente al fuego, entonces representa sin dudas un peligro para los inquilinos del edificio. Según prácticamente todas las noticias que han salido, el interior de las placas tenían Reynobold flamable, por lo que pudo haber actuado como una chimenea que diseminaba el fuego por todo el exterior del edificio. No se sabe a ciencia cierta lo que inició el fuego, aunque parece que se originó en el cuarto piso. Esta no es la primera vez que ocurre un incidente como este, hay una larga historia de inseguridad de esta clase de placas de aluminio. El problema se agrava con el hecho de que por razones costoefectivas, se escogió a las placas flamables y no las que contenían Reynobold a prueba de fuego.
De hecho, esta fue una iniciativa tomada el año pasado debido a la política pública británica que le requiere a los edificios la adopción de medidas “verdes” o energéticamente “sostenibles” con el fin de ahorrar energía. El diseño de las placas permitían aislamiento térmico, permitiendo un uso más eficiente de energía. De acuerdo con las empresas que proveyeron e instalaron los paneles, todo había cumplido con los estándares de seguridad que se velan en el Reino Unido. En otros países, tales como Estados Unidos y Alemania, han prohibido este tipo de recurso de aislamiento térmico por ser inseguro y flamable. Además, por meses se había advertido que la estructura era esencialmente insegura. Ahora el temor se incrementa en el Reino Unido, ya que hay otros edificios que tomaron medidas similares.
Esto nos brinda (desgraciadamente) una lección bien dura cuando se toman medidas a las que se etiquetan “verdes” o “sostenibles” y no hay suficiente precaución. Como todo arquitecto sabe, ser “verde” o “sostenible” no puede ser la única variable que cuente a la hora tomar una decisión en torno al diseño de un edificio, sino que entran en consideración muchas otras variables, entre ellas la de seguridad. Alguna de la prensa derechista antiambientalista ha hecho fiesta con este incidente, pero debemos ser más cautelosos. No todo puede ser las políticas de “sostenibilidad”, se hicieron malísimas decisiones a la hora de seleccionar las placas para revestir el edificio.
La eficiencia energética es necesaria para reducir lo más que podamos las emisiones de gases de invernadero al medio ambiente. Sin embargo, tenemos que ser cautos y pensar bien cuando se nos vende una alternativa como “verde” o “sostenible”, ambos términos que en estos días se han convertido más para mercadotecnia de ciertos productos que alegan ser buenos para el medio ambiente. El acercamiento casuístico de cualquier decisión nos invita a mirar el contexto de los edificios en cuestión y las mejores medidas ambientales sin perder de vista la seguridad, el bienestar de los inquilinos, la mejor economía energética, entre otros factores. Cuando algún vendedor se les acerque para venderles productos etiquetados con estas palabras, siéntanse libres de ponerles un signo de interrogación e investigar si es verdad lo alegado. En este caso, había evidencia de sobra de que los paneles eran inseguros. En tal caso, ignorar su historial y poner lo “verde” o “sostenible” por delante de la seguridad produjo resultados que ni son verdes ni sostenibles.