¿Sucedió realmente el diluvio universal como nos lo relata la Biblia? Lo dudamos mucho. Todos los estudios que se han llevado a cabo han determinado que es una imposibilidad arqueológica, genética, climática, física en todos los sentidos posibles. El National Center for Science Education ha publicado un artículo, una selección de lectura de un texto sobre el tema, que provee más allá de toda duda la ahistoricidad de tal acontecimiento.
A pesar de ello, Ken Ham, el pastor literalista que mantiene el portal creacionista de Answers in Genesis, recientemente fabricó su versión del arca de Noé en Estados Unidos con el objetivo de convencer a la gente de que una embarcación como esa pudo haber sido real. Sin embargo, el arca como tal no flotaría nunca (es más un museo que un arca( y no podría enjaular a dinosaurios. Sí, él presenta figuras de dinosaurios enjaulados en el arca. Para estas y otras observaciones, lean este artículo por Erik Ortiz y vean los vídeos correspondientes.
Lo que sí quiero hacer aquí es otra aproximación al problema del relato bíblico, específicamente su origen y cómo puede dar cuenta del relato del diluvio en el libro del Génesis. Como cualquiera puede darse cuenta de una lectura cuidadosa del texto, no todos los detalles del relato cuadran bien. A prima facie nos encontramos a veces con dos notorias contradicciones, por ejemplo (los textos citados son de la Biblia de Jerusalén del 2009):
- No estamos seguros cuántas parejas de animales entraron al arca de Noé:
Dijo, pues, Dios a Noé: “… Meterás en el arca una pareja de cada ser viviente para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra. De cada especie de aves, de cada especie de ganados y de cada especie de reptiles entrarán contigo sendas parejas para sobrevivir” (Gén. 5:13a,19-20).
Yahveh dijo a Noé: “… De todos los animales puros tomarás para ti siete parejas, macho y hembra, y de todos los animales que no son puros, una pareja, macho y hembra. Asimismo de las aves del cielo, siete parejas, machos y hembras para que sobreviva su casta sobre la faz de la tierra” (Gén. 7:1a,2-3)
- No se sabe el número de días que duró el diluvio.
El diluvio descargó sobre la tierra durante cuarenta días (Gén. 7:17).
Las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días (Gén 7:24).
Poco a poco retrocedieron las aguas sobre la tierra. Al cabo de ciento cincuenta días, las aguas habían menguado (Gén. 8:3).
Al cabo de cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca … (Gén. 8:9).
Usualmente los no creyentes se burlan de las contradicciones bíblicas, pero lo que resulta más fascinante es descubrir por qué están allí. ¿Por qué razón aparecen esas contradicciones en el relato del diluvio?
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La creación del Pentateuco (la Torah)
El Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia Hebrea: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) no fue escrito por un solo autor ni en una sola época. Es en realidad un cúmulo de tradiciones que se fueron forjando a medida que avanzaba el tiempo. Veamos cada una de ellas brevemente:
- Tradición yahvista (J): Parece haberse originado entre los siglos X y IX a.C. Se destaca porque desde el mismo principio del Génesis se refiere a Dios con el nombre de “Yahveh”.
. - Tradición elohísta (E): Difiere de la yahvista en que en el Génesis se refiere a Dios con el nombre de “Elohim” (literalmente “dioses”, para referirse a la multiplicidad de potencias divinas en una sola deidad) hasta que Dios le revela su nombre a Moisés en Éxodo 3:14-15. Se piensa que se originó durante o después la época de los reyes Jeroboam (del norte) y de Roboam (del sur) durante el siglo IX a.C.
. - Tradición deuteronómica (D): Para el siglo VII a.C., por circunstancias históricas, parece que existía un texto que juntó las dos tradiciones anteriores (JE) y surgió en la corte del Rey Josías una tercera denominada “deuteronómica”, ya que es responsable en gran parte del libro del “Deuteronomio” y de su código legal. El texto claramente se concibe como una continuación de JE y fue el que adoptó el Rey Josías para sus reformas religiosas.
. - Tradición sacerdotal (P): La mayoría de los biblistas piensa que la tradición sacerdotal tuvo lugar durante el exilio de los judíos a Babilonia durante el siglo VI a.C. Esta tradición llama también a Dios “Elohim” en el Génesis hasta la revelación de su nombre a Moisés en Éxodo 6:2-3. Esta tradición se caracteriza por su estilo altamente repetitivo, su legalismo, su concepción distante de Dios y su énfasis en los aspectos rituales de la religión judía. Además, crea su propia versión de la inmensa mayoría de las mismas historias que vemos en el texto JED.
El texto final del Pentateuco mezcló las cuatro tradiciones en cinco libros y probablemente apareció después del regreso de los judíos a tierra Palestina en el 539 a.C. Los judíos empezaron a considerar a estos cinco libros como la “Torah” o la “Ley de Moisés”.
Este proceso de edición explica en gran medida el fenómeno de los dobletes en el Pentateuco, es decir, cuando el texto repite dos o más veces el mismo relato o dos o más versiones del mismo acontecimiento. Esto explica las contradicciones en el relato del diluvio. No estamos tratando con un relato coherente sobre el arca de Noé sino probablemente de dos que fueron mezclados en uno más extenso. Por ejemplo, un relato sostendría que el diluvio duró cuarenta días y el otro ciento cincuenta. Hoy día se piensa que el texto presenta dos versiones distintas: la de J y la de P.
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La cosmología de los antiguos hebreos
Una cosa que se desconoce mucho a la hora de evaluar los textos bíblicos, incluyendo los del diluvio universal, es la cosmología de los antiguos hebreos. Utilizaré la siguiente ilustración para la discusión:

Cosmología de los antiguos israelitas. (c) 2016. Pedro M. Rosario Barbosa. CC-BY-SA 4.0. Ver detalles al final del artículo.
En el ámbito del antiguo medio oriente, los israelitas compartían más o menos la misma cosmología que los acadios y babilonios de la época. Esto se confirma con las muchas descripciones que hace la Biblia en torno a la estructura misma del mundo:
- División entre el océano celeste y el océano terrestre mediante un firmamento, es decir, una superficie firme (sólida) que mantiene las aguas del cielo alejadas de la tierra y los océanos terrestres. De hecho, Dios camina por el firmamento de vez en cuando (Gén. 1:6-8; Amós 9:6; Job. 22:13 ; 37: 18; Sal. 148:1; Prov. 8:27-28).
. - Dios hace que llueva abriendo las compuertas del firmamento (Gén. 7:11; 8:2; Amós 9:6; Sal. 78:23).
. - De allí aparece la tierra como superficie seca que sobresale del océano terrestre y está rodeado por este (Gén. 1:9).
. - El océano tiene un círculo de contención (Job 26:10).
. - La tierra es plana (el horizonte es la frontera entre la luz y la oscuridad) y se ve circular ante los ojos de Dios en los cielos (Job 26:10; Prov. 8:27).
. - Hay pilares de la tierra que la sostienen en su lugar sobre las aguas de las profundidades (1 Sam. 2:8; Job. 38:4,6; Sal. 104:15; Sal. 136:6).
. - Hay aguas encima de los cielos (del firmamento) y debajo de la tierra, en “las profundidades” (Gén. 7:11; 8:2; Éx. 20:4; Is. 14:15; Prov. 8:28).
. - Las fuentes y manantiales existen porque hay conductos desde las aguas de las profundidades hasta la superficie. Estas también tienen compuertas que se abren y se cierran (Gén. 7:11; 8:2).
. - Existen pilares que sostienen al firmamento en su lugar (2 Sam. 2:28; Job. 26:11).
. - Existen seres debajo de la tierra, en el sheol, el inframundo, donde habitan los muertos (Is. 14:15; Flp. 2:8; Apoc. 5:2-3).
. - Existe un ámbito divino, un “tercer cielo”, donde habita Yahveh y otros seres divinos (Gén. 1:26; 3:22; Job. 22:13; Sal 82:1; 2 Cor. 12:2). Para los antiguos israelitas, estos seres divinos eran otros dioses, para el judaísmo del siglo I y II d.C. ángeles, tal vez concebidos como deidades menores (“hijos de Dios”) o criaturas divinas bajo el mandato de Yahveh y que rigen el cosmos y las naciones (Gén. 3:24; 6:2; Deut. 32:8; Job 1:9-12; Sal. 80:1; Apoc. 4-6; 12:7-9).
Este último punto sorprende a muchos creyentes, ya que usualmente se sostiene que los antiguos israelitas eran monoteístas estrictos. La verdad que no era hasta el siglo II d.C. que se podía hablar de un judaísmo monoteísta en sentido estricto.
En el comienzo, parece ser que en el Medio Oriente antiguo, en el ámbito cananeo previo a la existencia del Antiguo Israel, se veneraba a un Dios llamado El y que se interpretaba como la divinidad suprema que se sentaba en el trono de los demás dioses. Estos últimos se concebían como dioses nacionales. Esto no es algo extraño en el mundo antiguo. Al contrario, en el caso de los griegos tenemos tipos similares, en el que Zeus es el dios supremo, mientras que, por ejemplo, Atenea era la diosa de Atenas, o Roma era la diosa protectora de la ciudad con el mismo nombre. Muchos eruditos piensan que originalmente Yahveh, como dios nacional, era originalmente un “hijo de El”, o una deidad subordinada al régimen de El. Más adelante, después del surgimiento del primitivo Israel, mediante un proceso sincrético, El y Yahveh se volvieron en uno y el mismo dios nacional promovido por la casta sacerdotal levita y, especialmente, por los reyes durante la época de la monarquía. Desde entonces, al dios nacional se le conoció como “Yahveh Elohim”, supremo dios que se encuentra por encima de los demás dioses (Éx. 6:2-3). Más adelante, los demás dioses se convertirían en deidades menores o en ángeles.
Es en este contexto cosmológico que debemos entender los dos relatos del diluvio en el Génesis. En los próximos dos artículos, redactaré las dos historias del diluvio. La primera, la de la tradición J, es la versión más temprana; la de la P es la más elaborada y tardía.
Bibliografía
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