A medida que avanza el movimiento antiOGM (anti organismos genéticamente modificados), antitransgénicos y anti Monsanto, aumenta el nivel de violencia hacia facilidades científicas y a científicos en particular para detener toda investigación en relación con los transgénicos.
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El caso icónico: Kevin Folta

Kevin Folta, PhD. Foto cortesía de Dave Fayram (https://www.flickr.com/photos/davefayram/4791868774/). CC-BY 2.0.
El año pasado, el científico Kevin Folta fue objeto de duros ataques personales y profesionales por parte de varios protagonistas del movimiento antitransgénico. El Dr. Folta es un divulgador de las ciencias que trabaja en el Departamento de Ciencias Agrícolas y Horticultura de la Universidad de Florida. Mantiene su blog llamado Illumination y el muy buen podcast de ciencias llamado Talking Biotech. Varias organizaciones ligadas a la industria orgánica y a los movimientos antitransgénicos bajo la organización U.S. Right to Know (USRTK) solicitaron una serie de correos electrónicos de él y de otros académicos más que trabajan con transgénicos bajo la Ley de Libertad de Información (FOIA). Querían investigar cualquier vestigio de comunicación de estos científicos con Monsanto y con otras compañías que invierten en biotecnología, tales como DuPont/Pioneer, Bayer, Syngenta, entre otras.
Como empleado público, Folta cumplió con el mandato de revelar sus mensajes electrónicos y tras mucha investigación, el New York Times publicó la correspondencia de 174 páginas entre Folta y Monsanto. Como no podré elaborar sobre su contenido, recomiendo el comentario más detallado al respecto en el artículo de David Knoll para Forbes. En realidad, lo único que pudieron encontrar incriminante en todos esos documentos fue un mensaje electrónico relacionado con una publicidad de Monsanto para convencer al Congreso de Estados Unidos para que prohibiera el rotulado de los productos alimenticios hechos con OGMs. Monsanto había desarrollado una campaña de miedo contra el etiquetado, pero Folta respondió de la siguiente manera:
Tomado en contexto, lo que Folta afirmaba en su mensaje era que estaba totalmente disponible para orientar al público en torno al tema de los etiquetados, pero sin usar tácticas de miedo, sino sencillamente presentarle al público la verdad científica en cuanto a los OGMs sin utilizar retórica barata (“I’d be happy to write the op-ed on making decisions on facts“). La referencia al “agente naranja” en el mensaje se refiere a la desacreditada creencia de que el glifosato es derivado del agente naranja. Además, entre los antiOGMs es frecuente el uso del historial del antiguo Monsanto y de su creación del agente naranja, algo que es totalmente irrelevante al problema del etiquetado.
La primera oración del mensaje de Folta se sacó del contexto de ese intercambio y parecía como que Folta era una marioneta de Monsanto.

Meme que circuló en las redes sociales contra Kevin Folta.
En el proceso también se alegaba que Monsanto le había pagado a Folta unos $25,000 por su investigación científica. De hecho, el trabajo de Folta no es de interés para Monsanto. Contrario a lo que frecuentemente se repite en línea, Monsanto no tiene un monopolio de la industria alimentaria, sino que su inversión consiste en crear transgénicos de lo que llaman en inglés “cash crops“, cultivos lucrativos para los agricultores: algodón, maíz, canola, soya, entre otros. La labor de Folta es en fresas, un cultivo del que Monsanto no tiene la menor curiosidad.
Los $25,000 que donó Monsanto no iban al salario de Folta ni tampoco a financiar su labor experimental, sino a un programa de alcance de divulgación científica para estudiantes interesados en biotecnología. Parte del dinero se utilizó para un proyector, cuartos modestos en hoteles de bajo costo y su comida en Subway; un comportamiento bastante frugal. La razón de eso es que el dinero no era de él sino de la Universidad. De hecho, en sus charlas siempre le agradecía a Monsanto por contribuir al programa, pero en muchos casos no recibía compensación alguna ni de esa ni de ninguna otra compañía por cabildear a favor de la biotecnología. Además, la aportación de Monsanto era minúscula cuando se le compara con la cantidad de dinero recibido por el programa de investigación y alcance desde el 2003 al 2015.

Presupuesto del programa de investigación y alcance. Imagen cortesía de Kevin Folta.
Este último factor del recibimiento de $25,000 por la Universidad de Florida desató una campaña agresiva contra Folta, especialmente de desprestigio. Esto llevó a no pocos correos electrónicos y llamadas telefónicas que no solo solicitaban el despido de Folta de su puesto universitario (a pesar de no haber hecho nada antiético ni ilegal), sino que también llegó hasta el punto de amenazarle de muerte. Se publicó un artículo insultante y soez contra Folta en Craigslist.Se utilizó la memoria de su madre para insultarle. En PLoS ONE se publicó un artículo acusándole tan seriamente que hasta la organización antiOGM Union of Concerned Scientists (UCS) lo criticó duramente. El artículo fue debidamente retirado de esa revista académica. Dado que por razones legales la Universidad no podía devolverle el dinero a Monsanto, decidió redirigirlo hacia fines caritativos. Finalmente, tuvo que suspender por un tiempo su actividad divulgativa en su blog y podcast.
Todo esto tuvo un “chill effect“, como dicen en inglés, para la comunidad científica. Folta no fue la única víctima de lo que ocurría, pero el grado de amenazas y violencias era bastante grave.
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Otros casos menos conocidos
También hubo amenazas a otros científicos empleados públicos que han laborado extensamente en torno a los transgénicos tales como Alison van Eneennam, de la Universidad de California-Davis, quien fue coautora del metaanálisis que estudió el efecto de los transgénicos en animales de granja (cerca de cien mil millones en total) que habían ingerido cerca de un billón de comidas de transgénicos durante 29 años. Dicho estudio no encontró ni una sola incidencia de enfermedad o muerte por transgénicos. Ella también fue víctima de la misma petición de FOIA. A pesar de las adversidades, como en el caso de Folta, ella decidió no renunciar a su divulgación ni su labor científica.
Walter DeJong, profesor en la Universidad de Cornell, ha llevado a cabo una labor extensa con la producción de papas. Contra sus propios intereses tuvo la integridad de reconocer la excelente labor de la compañía Simplot por crear una papa Innate®, que es genéticamente modificada para no volverse marrón y para no producir acrilamida, una neurotoxina y un potencial carcinógeno. También de DeJong fue víctima del FOIA y de ataques personales.
Para conocer a algunos de los científicos que fueron hostigados mediante el FOIA, les invito a ver el siguiente vídeo donde ellos se abrieron a ciertas preguntas hostiles de un público escéptico a su trabajo:
En otros casos no relacionados con el FOIA de USRTK, han habido científicos amenazados físicamente por su divulgación en torno a los transgénicos. Este fue el caso de José Miguel Mulet cuando tuvo que suspender una presentación de su excelente libro Comer sin miedo en Argentina debido a este tipo de amenazas. A pesar de ello, Mulet mantiene un sentido del humor inusual en estos casos y se disfruta las acusaciones de que es pagado por Monsanto, a lo que responde: “Pregúntenle a mi mujer a final de mes, ¿qué quieres que te diga?” Hoy día todavía mantiene su blog titulado Tomates con genes, aludiendo al estudio que llevó a cabo un sondeo en el que el 36% de los europeos respondió correctamente a la pregunta de si los tomates ordinarios contenían genes (en Estados Unidos, el resultado fue de un 57%).
Sin embargo, uno de los casos más serios ocurrió hace unas semanas atrás. Dirigieron un explosivo a un científico de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) que estaba trabajando en ingeniería genética. Afortunadamente, no hubo ninguna desgracia.
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Un charlatán amenaza de muerte
Si no fuera suficiente, aparece Mike Adams, un notorio embaucador cuya carrera comenzó vendiendo cerca de $600,000 en preparativos para la supuesta debacle del Y2K y ahora es dueño y fundador de un risible portal, Natural News. Este charlatán alega que estudió en “una universidad destacada en el centro oeste de los Estados Unidos” sin especificar cuál (¡¿y por qué no lo especificaría?!). Dice él, que durante su escuela primaria, secundaria y universitaria parece haber sido uno de los genios más grandes de la historia de la humanidad (por alguna razón lo demuestra bien poco hoy día) y que es tan grandioso que no quiso ni aceptar una beca de una universidad tan insignificante como MIT. Su portal se destaca por infundirle temor al público en torno a los alimentos y venderle los productos de él en la tiendita de Natural News.
En un artículo publicado allí, en el portal de Vandana Shiva y en otros lugares, repitió el desacreditado alegato de que Monsanto está causando la muerte de los agricultores de la India e hizo la equivalencia entre esa compañía con el Partido Nazi de Alemania (lo que yo llamo “Reductio ad Hitlerium“, en parte producto de la Ley de Godwin). En un tono claramente inflamatorio, también citó a un adversario de los Nazis:
This official ceremony sends a message to the world, and that official message from the nation of Germany to the rest of the world says that it is the moral right — and even the obligation — of human beings everywhere to actively plan and carry out the killing of those engaged in heinous crimes against humanity (negrillas originales del artículo).
Tanto Adams como Shiva borraron el artículo tras el revuelo desatado en línea al respecto. Sin embargo, tenemos la suerte de que Archive.org guarda una copia de este en línea.
De acuerdo con Adams, después de haber escrito el artículo, al día siguiente apareció un portal cibernético mencionando aquellos nombres de periodistas, científicos y académicos que eran cómplices del “Nazi” Monsanto. Aunque Adams niega su conexión con dicho portal y culpó a Monsanto y a los científicos de crear dicha página cibernética.
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El problema ético de la aproximación antiOGM
Esta aproximación proveniente en su mayoría de la izquierda política y de los llamados “grupos verdes” o “ambientalistas” es particularmente alarmante.
Una buena parte de los antiOGM escogen su denuncia pacíficamente y participan en los foros gubernamentales pertinentes para el cabildeo y para dejarle saber a los políticos su oposición a los OGMs. Esa es una parte legítima de la vida política. Otros llevan legítimamente protestas en las calles. En otros casos, algunos activistas más militantes vandalizan o destruyen campos de experimentación. Sin embargo, en lo que lamentablemente muchos sí participan es en la estridencia cibernética contra aquellos científicos o personas en los que no están de acuerdo y muchos llevan a cabo esfuerzos para remover a algunos de ellos de sus puestos.
La estrategia de examinar los mensajes electrónicos de Folta y de otros científicos no es nueva. Es una medida que algunos de los partidarios antiOGMs aprendieron de elementos de la derecha política cuando crackearon las cuentas de correo electrónico de científicos que sostenían que el cambio climático era antropogénico. A esos científicos se les sometió exactamente a las mismas amenazas que vivieron el Dr. Folta y compañía: se sacaron frases de los mensajes de contexto, los acusaron de conspirar con el gobierno y con grandes corporaciones, se hicieron peticiones para removerlos de sus puestos, etc.
En muchos aspectos el tema de los OGMs es en la izquierda política un reflejo fidedigno en cuanto a comportamiento y negacionismo de las ciencias que se encuentran en la derecha política en relación con el cambio climático.
Como diría Mauricio Schwarz, “la ignorancia mata”. El problema ético de este tipo de negacionismo contra el innegable consenso en torno a los alimentos genéticamente modificados es penoso. El combate inusitado contra el arroz dorado es irracional hasta el punto de que para muchos puede constituirse en un crimen contra la humanidad (ciertos economistas calculan que el costo por año para muchas personas que lo necesitan para sobrevivir es de $1.4 millones vida-años en la India solamente). No hay razón alguna para oponerse al trigo modificado para que no tenga gluten ni hay justificación alguna para prevenir que se siembre arroz OGM que reduce considerablemente las emisiones de metano y que aumenta su rendimiento.
Sin embargo, como toda fiebre social en Estados Unidos y en Europa, los puertorriqueños tenemos nuestra versión criolla. Un compatriota puertorriqueño, Noel Cruz Torres, recientemente atacó las facilidades de la empresa DuPont/Pioneer en Salinas, donde está llevando a cabo experimentación biotecnológica y que llevaba con él un pedazo de tela en la que convoca a la lucha por la independencia de Puerto Rico.

Pancarta creada por Noel Cruz Torres para atacar a la empresa Pioneer en Salinas.
Desgraciadamente, estos ataques no adelantan la lucha por la independencia ni un solo milímetro y apuesto que Pioneer no tiene mucho que ver con las decisiones que tome Estados Unidos al respecto o la famosa Junta de Control Fiscal (nuestro problema objetivamente más urgente). A lo mejor esta empresa está disfrutando de unos jugosos subsidios para la inversión, una política pública que probablemente deba cambiarse. A lo mejor no está proveyendo suficientes empleos. Sin embargo, sin una corroboración de que los experimentos de esta compañía efectivamente están afectando la salud de los puertorriqueños, el medio ambiente y el fisco local, el ataque en cuestión es desacertado y tiene el potencial de exacerbar más la crisis económica que estamos atravesando. El hecho de que esté experimentando con transgénicos no indica nada en ninguno de estos renglones. Más que conseguir el apoyo público a la independencia, Cruz Torres se ha ganado el enojo del público (véase el área de comentarios aquí y aquí). Aparentemente, Cruz parece que es paciente terminal de cáncer y decidió que sus últimos días los dedicaría a “luchar por la patria”. He visto a algunos amigos independentistas apoyándolo. Este servidor no se une a ese apoyo.
Solamente espero que esta no sea una idea que se propague por el independentismo. A fin de cuentas, personalmente deseo una patria libre, soberana y con tecnología avanzada; no un territorio independiente que vuelva a depender del casabe (aun con todo lo que admiro a los taínos). No importa cuan noble y legítima sea una ideología política, atacar a las ciencias invariablemente perjudica a la humanidad.