El observatorio Radiotelescopio de Puerto Rico se está convirtiendo en otra víctima de la crisis económica de Puerto Rico y de los graduales recortes de gastos en ciencias que ha estado llevando a cabo el gobierno de los Estados Unidos. Además, también ha caído en el problema común de cualquier tecnología creada durante la segunda mitad del siglo pasado: sus facilidades son consideradas obsoletas cuando se les compara con aquellas que han sido modernizadas.
Históricamente, desde 1970 el Observatorio era financiado por la Fundación Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (NSF por sus siglas en inglés) y la Administración Nacional del Espacio y la Aereonáutica de Estados Unidos (NASA). Sin embargo, la NASA fue reduciendo gradualmente sus fondos y, desde el año 2006, la NSF ha recomendado menos fondos para su mantenimiento. Más tarde, en el 2011, este organismo gubernamental también terminó el contrato de administración de la Universidad de Cornell. Aunque la NSF continúa el financiamiento, han habido varios intentos del gobierno de Puerto Rico y de organizaciones académicas públicas y privadas para la financiar y administrar el Observatorio. Hoy día, su dirección está en manos de tres organizaciones con fines mayormente académicos e investigativos: el Instituto Internacional de Investigación de Stanford (SRI International), la Asociación de Universidades de Investigación Espacial y la Universidad Metropolitana de Puerto Rico (UMET).
La reducción considerable de fondos federales y el planteamiento de su eventual eliminación ha llevado a muchos a una seria preocupación en torno a lo que es, no solo un importante instrumento de conocimiento del universo, sino también una fuente de fondos para Puerto Rico. De acuerdo con un reportaje de Carlos Antonio Otero para El Vocero, el Observatorio recibe alrededor de $10 a $12 millones, de los cuales dos terceras partes provienen de la NSF. Según otro reportaje de Pedro Bosque Pérez para El Nuevo Día, esta inversión representa una aportación de $145 millones a la economía de Puerto Rico.
La sospaecha del eventual cierre se fortaleció con la renuncia del físico Robert Kerr a la dirección del Observatorio en octubre del año pasado. Además, la NSF está tomando los pasos correspondientes al eventual cierre de las facilidades, incluyendo un estudio de sus consecuencias ecológicas y ambientales. La NSF convocó a unas vistas públicas en relación con este tema para la semana pasada y se llevaron a cabo en el hotel Double Tree by Hilton y en el Colegio de Ingenieros y Agrimesores de Puerto Rico. Inicialmente se pensaba terminar el contrato de la administración del Observatorio en octubre del 2016, pero se extendió 18 meses más, dándole un respiro temporero a las facilidades en lo que se toman ciertas decisiones. El rector de la UMET, Carlos Padín Bibiloni, informó a la prensa que en ahora está estableciendo vínculos con entidades privadas y públicas, relaciones con otras universidades y organizaciones científicas para mantener el Observatorio abierto al público.
Con todo, el futuro definitivo de este recurso astronómico es incierto. Algunos pueden considerar su tecnología obsoleta, pero todavía sigue siendo un medio de investigación valioso para muchos astrónomos y una fuente de descubrimientos importantes que son afines a la seguridad de nuestro planeta como, por ejemplo, muchos de los asteroides cuyas órbitas son cercanas a la de la Tierra. Para muchos puertorriqueños, el Radiotelescopio sigue siendo una fuente de inspiración para la investigación científica del cosmos.
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